El concepto de trabajadores ‘outsourcing’ es considerada como una fuerte contribuyente a la desigualdad económica en Estados Unidos.
A lo largo de la última década, la creciente desigualdad económica en Estados Unidos ha sido una preocupación constante tanto de economistas como de activistas. Parte de esta brecha podría ser explicada gracias al outsourcing o tercerización de trabajos poco cualificados por parte de algunas de las compañías más exitosas del país —principalmente aquellas pertenecientes a la industria tecnológica—. Aunque buena parte de esta discusión se ha enfocado hacia el traslado de los procesos de manufactura afuera del país, la tendencia del outsourcing también ha afectado a otros tipos de empleos poco cualificados a escala local, desde los guardias de seguridad hasta a quienes se encargan de probar nuevos productos.
Dentro de un nuevo artículo publicado en el New York Times, Neil Irwin —reportero de la sección de economía— compara la situación de dos conserjes: uno que trabajaba en Kodak en los años 80 y otro empleado actualmente en Apple. El sueldo de ambos trabajadores, ajustado a la inflación, es similar. Sin embargo, Gail Evans, conserje de Kodak, empresa que en ese entonces era una de las que dominaba la industria de la fotografía, tenía acceso a vacaciones pagadas y entrenamiento. Después de algunos años, ella se convirtió en la CTO (directora de tecnología) de Kodak y ahora es CIO (directora de información) en Mercer, la empresa consultora de recursos humanos.
En contraste, el conserje de Apple trabajo para un contratista y no tiene la posibilidad de convertirse en un empleado de Apple o de tener acceso al entrenamiento necesario para un trabajo mejor cualificado.
Irwin encontró que, comparado con lo que empresas de ingresos similares hacían años atrás, compañías como Apple, Google y Facebook contratan a menos empleados de forma directa. Esto se debe, en parte, a sus productos actuales —digitales, menos tangibles y más escalables—, aunque el fenómeno no se limita a la industria tecnológica. Enfocándonos en competencias básicas, delegar a otra compañía las labores de limpieza o manufactura puede hacer a una empresa menos frágil. Kodak, por el contrario, actualmente ofrece menos buenos trabajos.
Pero Irwin también argumenta que el incremento del outsourcing ha hecho que las compañías apoyen menos a los empleados poco cualificados, así como a las comunidades donde estas se instalan. Kodak tenía lazos profundos con la ciudad de Rochester, Nueva York. En cambio, para sorpresa de muchos, el alcalde de Cupertino, California —ciudad donde Apple tiene sus oficinas centrales— ha declarado al Times que nunca ha conocido a Tim Cook, CEO de Apple, y que “sería complicado concertar una reunión con cualquiera que tuviera un cargo superior a la gerencia alta y media”.
El esclarecedor reportaje de Irwin omite, sin embargo, un importante aspecto. A la vez que el outsourcing ha sido demoledor para muchos trabajadores estadounidenses, también ha sido una bendición para otros países en desarrollo. Las fábricas y call centers instalados en lugares como India y China, aunque a menudo brindando servicios para corporaciones de Estados Unidos, han provocado un crecimiento veloz y han sacado a más de mil millones de personas de la pobreza extrema. A la vez, también se ha logrado disminuir la desigualdad en países de ingresos bajos y medios.
Pero es poco probable que esto sea un consuelo para los conserjes de Apple.