Christopher Ahlberg, CEO de Recorded Future, considera que el comportamiento de los hackers ha cambiado mucho en tiempo recientes.
El código de honor entre hackers se ha roto. Esa es la opinión de Christopher Ahlberg, CEO de Recorded Future, una compañía que coloca topos (agentes encubiertos) en salas de chat donde se reúnen cibercriminales, además de usar aprendizaje de máquinas para predecir ataques.
En un almuerzo celebrado en Nueva York, Ahlberg explicó que los hackers profesionales espiarán, robarán o violarán un sistema de computadoras. Es parte de la misión. La diferencia en la actualidad afirmó, es que hay un nuevo sector de hackers que no distinguen quién es el blanco y que buscan ejecutar destrucción y sabotaje sin sentido alguno.
Como ejemplos, Ahlberg mencionó los ciberataques dirigidos a hospitales y a sistemas de tránsito, así como el desenfreno de los ataques ransomware que se han propagado a nivel mundial durante este año.
Las razones para este cibernihilismo no son sorprendentes. De acuerdo a Ahlberg, las armas más peligrosas de los hackers ya no están restringidas a un grupo pequeño de actores, incluyendo agencias gubernamentales y genios del código que siguen una serie de normas éticas. Ahora, muchos acciones temibles están disponibles (gracias en parte a las filtraciones de la NSA) a los llamados “estados canallas” o a criminales ordinarios que los adquieren en internet.
Las observaciones de Ahlberg sugieren que será difícil regresar a un tiempo donde cada hacker operaba con un código de honor. Ideas nobles como la de una Convención Digital de Ginebra, propuesta por Brad Smith de Microsoft, podrían estar fuera de toda posibilidad en el futuro inmediato.