La empresa argentina tiene ocho nanosatélites en órbita y quiere llegar a 300 en 2020. El objetivo: democratizar el sector.
El nombre de Maryam Mirzakhani continúa dándole la vuelta al mundo casi un año después de su temprana muerte (40 años). El pasado 2 de febrero, un nanosatélite con el nombre de la célebre y brillante matemática iraní fue lanzado al espacio desde una plataforma en Jiuquan, China.
Equipado con tres cámaras multi e hiperespectrales, el Maryam orbitará la Tierra cada 93 minutos a casi 27,000 kilómetros por hora, a una altura de 500 kilómetors para capturar imágenes de cualquier punto del planeta.
El Maryam es parte de la segunda fase de crecimiento de Satellogic, una de las empresas latinoamericanas con mayor promesa en el mundo tecnológico.
Satellogic es la única compañía en América Latina que compite seriamente en el sector de observación espacial.
Junto con el Ada –bautizado así en honor a la británica y también matemática Ada Lovelace, considerada como la primera programadora de computación en la historia–, el Maryam marca el momento en que Satellogic, fundada en 2010, ha decidido crecer de manera exponencial. Con ello, espera posicionarse como uno de los grandes jugadores en la actual industria espacial.
El negocio de Satellogic es una de las dos tecnologías que la revista Fortune en Español analiza en la edición de febrero junto con blockchain, pues no solo revolucionan al mundo de los negocios, sino que apenas están iniciando la reestructuración de nuestro futuro.
El uso de nanosatélites le está quitando actualmente a los gobiernos y empresas afluyentes la exclusividad de la toma de decisiones basadas en información y datos.
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Durante los próximos tres años, Emiliano Kargieman, fundador y CEO de Satellogic, quiere crecer su constelación a 300 satélites, 292 más de los que tiene ahora. El plan es ambicioso aunque totalmente viable, pues el escenario de la exploración y actividad espacial en 2018 es muy distinto al de 1960, cuando iniciaba la industria.
“Satellogic tiene la tarea de democratizar el acceso a grandes volúmenes de datos sobre el planeta”, dice Emiliano Kargieman, fundador y CEO de Satellogic. Foto: Sam Zide
En aquella década, los participantes de la carrera espacial se limitaban a los principales exponentes de ideologías políticas, quienes con un derroche de recursos, inversión y propaganda en ciencia y tecnología querían ser las primeras en explorar afuera del planeta.
Tras la llegada a la Luna en 1969, la investigación espacial gubernamental ha continuado pero no al ritmo en que ocurría durante la Guerra Fría.
Desde el año 2000, las inversiones de capital privado en el sector espacial han crecido de manera dramática: de acuerdo a la firma de datos Preqin, de cinco inversiones de riesgo en 2002 valuadas en 26,000 millones de dólares pasaron a 61 en 2017, con un valor de 462,000 millones de dólares.
Mientras Estados Unidos y Rusia hoy se ocupan de disputas electorales y liderazgo geopolítico, por su parte quienes compiten por aprovechar su legado espacial son compañías jóvenes, con empresarios visionarios a la cabeza.
Desde SpaceX de Elon Musk hasta Blue Origin de Jeff Bezos, la iniciativa privada hoy lidera el interés y desarrollo en el espacio exterior.
Observar desde el espacio
Entre las múltiples actividades que engloban al sector espacial, la observación satelital es una que ha crecido particularmente.
Satellogic no es la única firma de este tipo; Planet, compañía estadounidense fundada en el mismo año que la argentina, ha recibido 183 millones de dólares en inversiones y ha adquirido varias empresas, con lo cual suma 175 satélites en órbita.
Satellogic ha lanzado ocho y levantado 29 millones de dólares; sin embargo, hasta el momento la compañía de Kargieman es la única latinoamericana compitiendo seriamente en este rubro -y si llega a concretar su plan de expansión, puede convertirse en una de las más redituables en todo el mundo-.
Los satélites ya no son exclusivos de los gobiernos poderosos y las empresas afluentes.
La inercia que ha impulsado a Kargieman hasta este punto de grandes planes lleva acelerándose durante más de tres décadas. Años de innovación tecnológica están detrás de Ada y Maryam, y también de los otros seis nanosatélites pertenecientes a la constelación que Satellogic ha ido construyendo desde el 2011.
Los modelos Mirzakhani y Lovelace han sido admirados por matemáticos -como Kargieman- debido a sus contribuciones a la geometría y la programación de computadoras.
Que el argentino haya elegido los nombres de Maryam y Ada para bautizar a dos de sus satélites es un gesto hacia ellas y otros científicos que trabajaron para que llegar al espacio no fuera algo esotérico o reservado para unos cuantos.
La existencia de Satellogic se debe al hecho de que los satélites ya no son exclusivos de los gobiernos poderosos y las empresas afluentes. “Satellogic tiene la tarea de democratizar el acceso a grandes volúmenes de datos sobre el planeta”, asegura el fundador.
Nuevos horizontes
Si se trata de ser democrático, la congruencia es algo que define al argentino y a la empresa que ha construido. El nombre del sexto nanosatélite puesto en órbita por Satellogicfue elegido en una encuesta por Internet.
Al conocerse el resultado, Kargieman respetó la decisión, y a partir de junio del 2017 el Milanesat le da 15 vueltas a la Tierra cada día a 27,000 kilómetros por hora.
La plataforma de lanzamiento que ocupa Satellogic para poner sus satélites en órbita está en China. En Tel Aviv y Barcelona, las oficinas y laboratorios para desarrollar el software de procesamiento y análisis de datos.
Los laboratorios de investigación y construcción de los satélites en Argentina y Uruguay.En tanto las oficinas comerciales se encuentran en un espacio de coworking en el corazón de San Francisco, California.
Foto: Sam Zide
Desde su cubículo en Silicon Valley, vestido con jeans y un suéter casual, Kargieman posee las características de quienes hoy participan en la nueva carrera por el espacio: empresas ágiles, pequeñas, distribuidas y enfocadas, sustentadas por inversiones de capital de riesgo y lideradas por jóvenes con aspiraciones de cambiar al mundo.
Emiliano, uno de los personajes más prominentes del mundo tecnológico en su natal Argentina, comenzó su carrera al fundar varias empresas de software de seguridad informática en aquel país.
Casi por azar, visitó un centro de investigación de la NASA en 2010 y se llevó una sorpresa al ver que la agencia utilizaba computadoras sesenteras de IBM adaptadas para funcionar en pleno siglo XXI.
“Seguíamos enviando al espacio tecnología de la era del Apolo”, cuenta. “¿Por qué?” La industria espacial estaba rezagada, y Kargieman no era el primero ni sería el último en notarlo.Algunos empresarios ya habían metido el pie al agua para empezar a desarrollar al sector aletargado.
Jeff Bezos, fundador y CEO de Amazon, tenía 10 años de haber fundado Blue Origin, compañía entonces de bajo perfil, gran presupuesto y enfocada en el desarrollo de sistemas de propulsión de cohetes.
Jeff Bezos planea llevar turistas al espacio en un par de años. Foto: Getty Images
En 2002, Elon Musk creó SpaceX, una empresa privada de exploración espacial financiadacon dinero del propio Musk, cofundador de PayPal y fundador de Tesla. Dos años después, el multimillonario Richard Branson siguió el ejemplo de Musk y Bezos y fundó Virgin Galactic, cuyo enfoque es el turismo espacial comercial.
Tras su visita a la NASA e influenciado por el surgimiento de estos nuevos jugadores -que a su paso han inspirado cientos de startups más en el sector- Emiliano aceleró la creación de su compañía, Satellogic, con la confianza de que él podría organizar a un equipo capaz de igualar (y superar) en procesos y eficiencia a las agencias espaciales gubernamentales en cuanto a provisión de imágenes satelitales.
Durante una conferencia en 2014, Kargieman declaró: “estamos en un punto clave en la tecnología donde tenemos las herramientas y el conocimiento necesarios para que cualquiera construya cosas y las envíe al espacio”.
Con esa mentalidad, el argentino se enfocó en desarrollar rápidamente sistemas de creación de satélites de captura de imágenes que no fueran tan complejos ni tan costosos de enviar y operar en el espacio.
La compañía tiene futuro en los sectores financiero, de bienes raíces, infraestructura y logística.
Satélites para todos
Ahora que los datos se han convertido prácticamente en el activo más importantede distintas industrias, tener mejor y más rápido acceso a la información ya no es un lujo sino una necesidad.
“Todas las industrias tienen cada vez más requerimiento de estar al tanto y tener contexto de lo que sucede en el mundo”, explica Kargieman sobre la razón por la que inició Satellogic. “Deben tener poder de toma de decisiones sobre lo que pasa”.
En eso se basó para construir Satellogic como empresa y definir su misión: democratizar la información y la capacidad de análisis. Según Emiliano, las imágenes satelitales continuas pueden ayudar a resolver problemáticas de la humanidad, “como la producción de alimentos, energía o gestión de recursos naturales escasos”.
Además, la compañía tiene potencial en sectores que uno no relacionaría directamente con fotografías satelitales: financiero, bienes raíces, infraestructura, logística. “Si quiero saber cuántos kilómetros de carreteras nuevas se han construido en un pequeño país de África”, asegura Kargieman, “puedo saberlo con satélites sin tener gente en el terreno”.
El comercio de commodities puede verse favorecido si desde arriba se observa cuál es el grado de madurez de todos los granos de café del mundo; hacerlo reduciría costos, ya que se sabría con mayor certeza el tiempo estimado en que los granos llegarán al mercado.
“Puedes hacer esto con otros productos del agro, con la producción de minerales o para entender cuál es el stock flotante del petróleo”, afirma Kargieman. “Si estás operando un oleoducto que cruza todo México, ya tienes un problema implícito medioambiental que debes monitorear”.
La cuestión es que estas empresas quieran ver lo que provocan y decidir hacer algo al respecto. Emiliano confía en que Satellogic puede irrumpir en el tipo y tamaño de clientes que utilicen las imágenes satelitales.
Hasta ahora, su uso sólo era común entre gobiernos con presupuestos destinados a la investigación y compañías del listado Fortune 500, conocidas porque son las que más ingresos, ventas y empleados generan a nivel internacional.
Sin embargo, este tipo de empresas ya contaban con la capacidad y el equipo adecuado para analizar imágenes; el diferencial de Satellogic frente a otras alternativas similares se centraba en la calidad de la fotografía.
No obstante, con el nuevo plan del empresario argentino, las cosas han cambiado y el target es distinto.
“Cuando piensas en democratizar tanto las imágenes como su análisis”, dice convencido, “debes pensar en gobiernos o compañías que antes no tenían la capacidad económica de hacerlo. Ahora les estás dando una facultad que les permite ponerse al corriente”.
Para precisar en qué consiste este nuevo mercado, Kargieman pone como ejemplo a un agricultor en la India que tal vez tenga acceso a imágenes satelitales, aunque no a información suficiente para saber qué decisión tomar con ellas.
“Es importante no sólo darle estas imágenes, también la habilidad de interpretarlas para saber cuál es el momento en que debe plantar, cosechar o poner más fertilizante”, sentencia.
En dirección de las agujas del reloj: imágenes satelitales de Barcelona, Roma, Ciudad del Vaticano y Washington D.C., tomadas por cámaras hiperespectrales montadas en nanosatélites de Satellogic. Pueden captar objetos de 1 metro de tamaño a 500 kilómetros de distancia. Foto: Cortesía Satellogic
Es ahí donde no sólo la capacidad de la fotografía es necesaria. “Se requiere del procesamiento de algoritmos de Inteligencia Artificial que puedan brindar solucionesimposibles de realizar para un solo humano”, aclara.
Por lo que, para transicionar de un modelo de negocio que vende imágenes a uno basado en interpretación e información, la clave está en tomar fotografías a bajo costo -algo que Satellogic ha logrado muy recientemente-.
En un ejemplo de la agilidad que caracteriza a empresas jóvenes como Satellogic, la empresa argentina se ha aliado con Azure, la plataforma de servicios y cloud computing de Microsoft.
“La relación con Azure la tenemos para correr los algoritmos y colocar nuestros pipelines de almacenamiento,” explica Kargieman. Eso es lo que le da escalabilidad a la empresa, pues con Azure Satellogic ya no tiene que invertir en plataformas de almacenamiento, que resultan costosas de operar y mantener.
En cambio, puede enfocarse en desarrollar y perfeccionar sus algoritmos y en construir los satélites.
Bajo en costos, arriba en órbita
“Un componente importante en el aumento de inversiones (en el sector espacial) proviene de la creencia que la Ley de Moore ha llegado al espacio”, escribió Matt Ocko, un socio del fondo de venture capital Data Collective, en un correo enviado a inversionistas en 2017.
La Ley de Moore es conocida en Silicon Valley como una máxima de la era tecnológica moderna. Surgió en 1965 con una observación de Gordon Moore, fundador de Intel, quien notó que la capacidad de procesamiento de un chip de computadora estaba duplicándose cada dos años.
La Ley de Moore brinda una explicación sobre por qué ha aumentado de manera exponencial la capacidad de los chips al mismo tiempo en que se ha reducido su tamaño. Igualmente, el precio de los instrumentos tecnológicos se ha vuelto más accesible, ya que suelen ser más pequeños y con mayor capacidad.
Por lo tanto, que los satélites de Satellogic pesen menos de 40 kilos es una hazaña al compararse con los modelos tradicionales de más de una tonelada. Y al igual que ha ocurrido con las computadoras de escritorio y los smartphones, el tamaño de un dispositivo ya no es indicador de su capacidad.
“Los micro y nano satélites son capaces de operar la funcionalidad de satélites tradicionales”, agrega Ocko, en el mismo mail enviado a inversionistas el año pasado. “Con ello permiten la reducción de costos de lanzamiento,
constelacionesmás grandes, mayor velocidad para su regreso, y un bajo riesgo agregado”.
Tencent invirtió en Satellogic, el mismo que ha apostado por Snap Inc. y Tesla.
Desde que inició operaciones en 2010, la compañía de Kargieman ha sido bien recibida en el mundo del capital privado.
Su propósito de democratizar y masificar el uso e interpretación de imágenes satelitales empalma bien con la intención de darle aplicaciones comerciales a tecnologías novedosas.
Hasta el momento, Satellogic ha recibido cuatro rondas de inversión en diferentes etapas. La más grande se cerró en junio de 2017 por 27 millones de dólares y fue liderada por Tencent, el gigante tecnológico chino que también ha invertido en Uber, Snap Inc. y Tesla.
Pese a toda esta inversión, entre 2010 y 2017 Satellogic creció despacio. “Durante los primeros seis años de la empresa”, aclara Emiliano, “nuestro principal objetivo fue demostrarle al mundo que podíamos construir satélites 1,000 veces más eficientes que los tradicionales”.
El primer nanosatélite fue puesto en órbita en 2013. Nombrado Capitán Beto, pesaba dos kilogramos y medía 60 centímetros, pero era solamente de observación y enviaba datos cada cierto tiempo de vuelta a la Tierra.
Foto: Getty Images
Para crear una verdadera constelación de satélites, el cuello de botella estaba en hacerlos sumamente eficientes y de gran capacidad. Hasta que Satellogic no estuvo integrada verticalmente para poder supervisar todo el proceso –proyecto, desarrollo, construcción y lanzamiento– no hizo grandes planes de crecimiento exponencial.
En seis años, la compañía tuvo que hacer satélites más pequeños y livianos para que también se redujera el costo de lanzarlos al espacio.
“El cohete es el vehículo que los pone en órbita y es una barrera natural para nosotros”, precisa. Esto debido a que aún no ha habido cambios radicales en la manera de lanzar satélites al espacio.
Satellogic no está sola en el espacio. Compite con cerca de 1,700 satélites privados, gubernamentales o militares.
Entre 2010 y 2016, Satellogic sólo había lanzado cinco satélites. En junio de 2017, Kargieman coordinó la demostración en órbita de sus nuevas capacidades al lanzar el Milanesat, un nanosatélite que pesa menos de 40 kilos, mide 80 cm. de altura, y está equipado con tres cámaras con rango de 25 a 30 megapixeles capaces de ver objetos de un metro de tamaño desde 500 kilómetros de altura.
Junto con Fresco y Batata –dos nanosatélites similares lanzados en mayo de 2016– el Milanesat fue el último que necesitaba la Constelación Aleph para poder considerarse como tal y comenzar a prestar servicios de imágenes satelitales.
El Ada y el Maryam también son parte de esta constelación. “Es ahora cuando planeamos una explosión casi exponencial para pasar de seis satélites en 2018 a 60 en 2019 y 300 en 2020”, sentencia Emiliano.
Universo de oportunidades
Las imágenes que toma Satellogic son de muy alta resolución gracias a cámaras hiperespectrales, con capacidad y procesos moleculares. Dan la vuelta a la Tierra cada 90 minutos, aunque para que vuelvan a pasar sobre la misma ciudad les puede tomar casi tres días.
“De ahí la idea de montar 300 satélites, para que podamos tener capacidad fotográfica suficiente”, detalla Kargieman. “Esto haría posible generar un video en tiempo real de lo que pasa en cada metro cuadrado de la Tierra”.
Sería tal la cantidad de información recopilada que sin la Inteligencia Artificial no se podría hacer sentido de ella. Los nanosatélites que tiene Satellogic han sido colocados en la órbita baja de la Tierra, considerada como el primer peldaño antes de salir del campo gravitacional de ésta.
“Queremos estar lo más cerca posible de lo que vayamos a fotografiar. Así que los colocamos a una altura de 500 kilómetros para tener la mayor definición posible”, agrega el CEO de la compañía.
Emiliano sabe que Satellogic no está sola en el espacio. De hecho, se estima que en la órbita baja existen cerca de 1,700 satélites privados, gubernamentales o militares.
Google fue una de las empresas pioneras en aprovechar las imágenes públicas del sistema Landsat, operado por la NASA, que cuenta con siete satélites de dos toneladas que toman fotografías de la Tierra desde 1972.
Imagen de Google proporcionada a la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (USPTO, por sus siglas en inglés).
Google combina imágenes satelitales y de campo para presentar varias capas del planeta. En teoría, cualquier persona puede ver en su teléfono móvil a la Tierra desde el espacio gracias a estas herramientas.
Sin embargo, sus limitantes son varias: al ser una compañía estadounidense, está sujeta a leyes internacionales que reducen la visibilidad de ciertas áreas. Y en segunda, como explica Kargieman, sus imágenes no son tan frescas ya que se actualizan por completo casi cada tres años.
Planet opera al momento la constelación privada más grande de nanosatélites.
Es gracias a Google que la industria de los nanosatélites hoy es competitiva. A principios de 2017, vendió su empresa de satélites Terra Bella a la startup estadounidense Planet Labs.
Se trata de uno de los rivales más sólidos de Satellogic.
Con la adquisición, Planet opera más de 100 nanosatélites que representan a la constelación privada más grande hasta el momento.
El rol de Satellogic no es menos importante por ello, pues mientras más compañías de imágenes satelitales existan, más se reducirá el costo de operarlos y permitirá que organizaciones sin fines de lucro, países en vías en desarrollo y grupos científicos puedan utilizarlos.
La paciencia con que Kargieman ha planeado el crecimiento de Satellogic está a punto de rendir frutos. Incluso en esta cualidad se percibe la influencia que Maryam Mirzakhani ha tenido en el empresario: la matemática, al recibir la prestigiosa medalla Fields, comentó que mientras más tiempo pasaba estudiando las matemáticas, más emoción le provocaba.
Uno sólo puede imaginar la emoción de estar construyendo una constelación de satélitesdurante casi 10 años como Emiliano ha hecho.
NOTA DEL EDITOR: Una versión de este artículo aparece en la edición de febrero de la revista Fortune en Español.