El proceso para digitalizar una empresa y aprovechar todas las herramientas que la tecnología nos brinda, puede ser tan doloroso y a la vez tan sencillo como lo sea nuestra resistencia al cambio.
Aún hay quien no lo considera como algo viable, esto es porque no ha sido eficaz al intentarlo, o bien porque se ha acercado de la forma equivocada.
La mala noticia es que esto no es una opción, sino una necesidad. Eso si se quiere seguir vigente en un mercado cada día más competitivo. Sin las nuevas tecnologías, simplemente no hay forma de crecer, y quien no crece a largo plazo, puede no sobrevivir.
En este sentido, hay quienes han logrado implementar ciertos procesos y herramientas, pero sin sacar todo su provecho, y por lo tanto se quedan a la mitad del camino. Ven truncado su crecimiento natural por no planear de forma adecuada la integración de nuevos elementos a sus métodos de trabajo.
En la Encuesta de Transformación Digital realizada por Deloitte el año pasado, se revela que muchas organizaciones planearon incrementar en un 25% sus presupuestos de transformación digital con respecto al año anterior.
Por supuesto, el nivel de madurez digital va de la mano con un desempeño financiero superior en comparación con quienes no han logrado dar el salto. Hablamos de una relación tres a uno a ser más propensos a reportar mejores márgenes de ganancia e incremento de ingresos anuales.
Pero transformar digitalmente un negocio va más allá de integrar tecnología. Se necesita desarrollar todo un entorno que se convierta en el campo fértil para impulsar y promover estos cambios en cualquier organización. Mientras mayor sea la coordinación de los esfuerzos en este proceso, existen más posibilidades para dar el paso a una empresa digitalmente madura.
De acuerdo con lo anterior, en nuestro estudio sobre madurez digital Pivoting to Digital Capabilities proponemos siete elementos que pueden ayudar a identificar si el camino elegido es el correcto o es necesario apuntalar algunas estrategias que permitan seguir avanzando hasta poder lograr la madurez deseada:
- Contar con Infraestructura segura y adaptable a nuestro negocio. Que nos garantice seguridad y al mismo tiempo sea flexible con las necesidades del negocio.
- Dominio en el manejo de datos. Tener un equipo que sepa interpretar los datos recabados y tomar decisiones informadas con base en ellos, es fundamental.
- Ubicación del talento digital al interior de la empresa. Desarrollar u orientar programas de capacitación para detectar competencias digitales y grado de madurez del equipo interno.
- Contar con apoyo externo. Vincularse con socios de negocio expertos en este rubro, que aporten sus ideas y puedan acelerar el proceso.
- Flujos de trabajo inteligentes y dinámicos. Es necesario tener conciencia de que todo proceso es perfectible, se debe adaptar al contexto en el que funcione, al personal, así como a las tecnologías, y no al contrario.
- Enfocar la estrategia en la experiencia del cliente. Este punto es clave para lograr fidelidad de marca. El gran diferenciador en el mercado es la forma en que llevamos a nuestros clientes a comprar servicios o productos a través de un viaje que valga tanto como el propio destino.
- Adaptabilidad de nuestro modelo de negocio. Una vez que dominemos este nuevo ambiente, surgirán nuevas oportunidades. Debemos estar preparados para detectarlas por medio de modelos alternativos donde podamos ampliar o crear nuevas ofertas.
Reflexionar acerca de la situación de nuestra empresa con base en estos elementos, nos permitirá hacer un diagnóstico preciso sobre dónde deberíamos concentrar esfuerzos para encontrar el camino que nos lleve a ser un negocio de vanguardia, enfocado en aprovechar todo el arsenal de herramientas que la digitalización nos pone sobre la mesa.
Por Omar Camacho Martínez, socio líder de Customer & Marketing en Deloitte Digital, Deloitte México
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