Los inversionistas de las bicicletas de uso compartido en China no parecen haber aprendido su lección a medida que gana velocidad el auge por la inteligencia artificial.
Por Grady McGregor
En 2014, cinco estudiantes de un club de ciclismo en la Universidad de Pekín tuvieron la idea de construir bicicletas nuevas y tecnológicamente avanzadas.
Las bicis permitirían a los clientes escanear un código con su teléfono inteligente, pagar una tarifa pequeña por un tramo corto y estacionarse básicamente donde quisieran, con el siguiente usuario repitiendo el proceso.
En apenas unos años, esta idea de compartir bicicletas se convirtió en un fenómeno en todo el país, y para 2016 en toda China había millones de bicicletas nuevas de empresas con valuaciones de más de 1,000 millones de dólares (mdd).
Sin embargo, hacia finales de 2018 varias compañías de uso de bicicletas compartidas habían quebrado y entonces las bicicletas, que habían sido consideradas una de las invenciones más disruptivas de la nación, se han convertido en manchas inconvenientes y coloridas en las calles o han sido enviadas a cementerios masivos de ellas.
“Las bicis compartidas fueron de las mayores innovaciones de China, así que todos la vitoreaban”, dice Chen Lin, profesor de mercadotecnia en la Escuela de Negocios China Europe International, en Shanghái. “Nadie pensó que el ascenso y caída serían tan rápido y dramático”.
El veloz ascenso y el aún más rápido y espectacular colapso del sector de bicicletas de uso compartido en China puede presagiar problemas futuros en una de las potencias tecnológicas del orbe.
El fenómeno de esa clase de vehículos no ha generado una reflexión de la industria tecnológica, señalan analistas.
“Nadie cuestionó los patrones de inversión”, durante el auge del uso compartido de bicicletas, explica Henrik Bork, fundador de la firma de consultoría Asia Waypoint, con sede en Pekín. “Ahora [estos patrones] están cambiando a nuevas cosas”.
Por ejemplo, los inversionistas están entusiasmados por el momento con las empresas de inteligencia artificial y big data (análisis de datos). Pueden tener poco en común con el uso de bicicletas compartidas y ser mejores negocios, pero esas diferencias quizá no evitarán otro ciclo de auge y caída.
“A muchas personas ciega que la economía china sigue creciendo, pero es difícil ganar dinero en cualquier parte, incluso en China”, agrega Bork.
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LA BICI COMPARTIDA FUE SUBIDA
China fue conocida alguna vez como el reino de las bicicletas y su gobierno definió la prosperidad de los ciudadanos chinos en los 70 como la capacidad de poseer una bici, asegurando que pondría una Flying Pigeon (una marca de bicicletas de propiedad estatal) “en todos los hogares”.
Y aunque los automóviles han superado a las bicicletas en las calles de China, la profunda conexión del país con los vehículos de dos ruedas ayuda a explicar por qué el uso de las bicis compartidas despegó con tal rapidez y en una escala tan masiva (ser amigables con el medio ambiente y convenientes también ayudó).
“Fue una innovación fantástica porque analizó los viajes de los consumidores y se dio cuenta de que las personas necesitaban una manera conveniente y accesible para transportarse”, dice Chen.
Ofo, la empresa cuyos fundadores eran miembros de ese club de ciclismo de la Universidad de Pekín, estaba en el centro del ascenso de la industria cuando se lanzó en 2014.
En su momento más alto, en 2017, Ofo valía cerca de 2,000 mdd luego de varias rondas de financiamiento y se había expandido a cientos de ciudades en casi dos docenas de países.
EL INICIO DE LA CAÍDA
Ofo estaba lejos de ser la única compañía en el mercado, pero la competencia de empresas como Mobike y Bluegogo inició una carrera de pérdidas para ganar participación de mercado.
Para Chen, el aumento insostenible del sector resultó posible gracias a características de producto fáciles de imitar e inversiones entusiastas.
“No había propiedad intelectual y las compañías se copiaban unas a otras, así que la gente solo competía en precios y disponibilidad”, recuerda Chen. Por lo tanto, los intentos de expandir el mercado y aprovechar la mayor participación posible en él se convirtieron en el supuesto camino hacia el éxito.
“Los inversionistas impulsaron [a las startups de bicicletas compartidas] a crecer más y más rápido que sus competidores, a entrar a más ciudades y poner más bicis sin siquiera calcular los umbrales de rentabilidad”, explica Chen.
A finales de 2018 se volvió claro que ni siquiera las principales empresas tenían un camino posible para ser rentables.
En julio de 2019 un tribunal determinó que Ofo no podía pagar sus deudas y la empresa todavía se niega a rembolsar depósitos de 15 dólares a unos 15 millones de clientes (un esquema de reembolso reciente de Ofo promete a los clientes devolverles sus depósitos si realizan compras de más de 200 dólares en otros productos).
Mobike fue comprada por el gigante de entrega de alimentos Meituan-Dianping, que apreciaba más a la startup por sus datos que por su operación, y rápidamente la redujo. Y al menos otros cinco competidores han quebrado, una serie de fallas que tal vez significa que las bicicletas oxidadas se convertirán en una molestia.
“Este año y el siguiente verás más y más bicis de basura en la calle con un costo social alto”, amplía Chen. “Las empresas no tienen dinero para limpiar esto, así que se convierte en una carga social. ¿Quién se hará cargo de todo ese acero y metal?”. No obstante, entre todo lo malo hay alguna esperanza de que el uso de bicis compartidas funcione.
En fechas recientes, una firma apenas llegada, Hellobike, encontró el éxito construyendo una base de clientes en urbes más pequeñas y con menos bicis, con planes para expandirse a scooters eléctricos.
¿SERÁ IGUAL PARA EMPRESAS DE IA?
Toda la turbulencia en el sector del uso de bicicletas compartidas parece haber enfriado las inversiones y expectativas por la economía compartida de China que alguna vez se disparó.
Y este país asiático no es el único país donde las empresas de economía compartida están luchando para hacer que el modelo sea rentable, como lo demuestran las dificultades de empresas como WeWork y Uber.
Brock Silvers, director general de la firma de capital privado Kaiyuan Capital, de Shanghái, cree que la mayor parte de la responsabilidad debería recaer en los inversionistas, quienes ahora adoptarán un enfoque más moderado:.
“Las lecciones del sector tecnológico no son el verdadero problema; nadie puede culpar a las empresas por aceptar inversiones alocadas”.
La realidad es que los caminos al éxito se han vuelto más difíciles. Esto moderará a los inversionistas [de capital de riesgo y de capital privado], lo que a su vez debería imponer una perspectiva más sombría en las compañías y empresarios tecnológicos de China”, analiza Silvers.
No obstante, todavía hay señales de que el auge y caída de las bicicletas de ayer podría ser el ciclo de la inteligencia artificial de mañana. Bork piensa que aunque se ha vuelto más difícil conseguir fondos en la economía compartida, los patrones de inversión simplemente están mirando a nuevas tecnologías “candentes”, justo como la inteligencia artificial.
En 2018, las inversiones en inteligencia artificial en China aumentaron 54%, a 7,400 mdd, según ABI Research.
Y en la edición 2019 de la Lista de Unicornios Hurun Global, un reporte internacional anual que sigue a startups con valor de más de 1,000 mdd, China tiene 15 unicornios tan solo en el sector de inteligencia artificial.
Mobike y Ofo, que alguna vez fueron unicornios, por otro lado, ahora valen una fracción de lo que alguna vez cotizaron, y Hellobike es el único unicornio en la lista de Hurun.
“Para las empresas chinas que logran empaquetar su modelo de negocio con estas nuevas tecnologías, usted ve lo mismo, y no creo que esto se detenga. La gran apuesta aquí en China sigue en marcha”, culmina Bork.
COHETES DE DOS RUEDAS QUE CAYERON A LA TIERRA
Las startups de uso compartido de bicicletas rápidamente recibieron miles de mdd de inversionistas. Usaron ese dinero sobre todo para sacarse del negocio unas a otras.
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