Por Maria Aspan
Apple tiene a Goldman Sachs. Google a Citigroup. Uber, Venmo y Square tienen bancos menos conocidos o no revelados que apoyan sus incursiones en el sector de las finanzas de consumo.
Hasta ahora ya tenemos Apple Card y Facebook Pay y, pronto, el checking de Google, pero tal parece que cada empresa de tecnología quiere convertirse en un banco o tener un producto financiero.
El atractivo es obvio: el manejo de las finanzas personales de sus clientes proporciona a las Big Tech nuevas fuentes de ingresos, por supuesto, pero también una oportunidad para integrarse más profundamente en el comportamiento financiero –y en los datos personales sensibles– de sus clientes.
Google fue el último gigante de la tecnología en dar este salto financiero: planea lanzar cuentas de cheques con Citigroup y una cooperativa de crédito en la Universidad de Stanford, según informó la semana pasada el Wall Street Journal.
La noticia llega en una semana bancaria llena de tumultos para Apple y su socio Goldman Sachs, que se convirtió en la fuente de la indignación de Twitter y, finalmente, de una investigación regulatoria de Nueva York sobre si el proceso de solicitud de la Apple Card es sexista.
Sin embargo, esta avalancha de actividad bancaria es también el último ejemplo de una evolución continua en la forma en que las grandes empresas de tecnología y sus contrapartes financieras compiten y, cada vez más, cooperan.
Las compañías de tecnología han pasado gran parte de la última década tratando de introducirse en los servicios financieros, pero en estos días, casi se han dado por vencidos.
“Si tuviera US$1,000 por cada anuncio que ha ocurrido en los últimos cinco años, desde que estoy aquí, vaya” dijo Dan Schulman, CEO de PayPal, sobre las noticias de Google, en una entrevista con los editores y reporteros de Fortune la semana pasada. “Es un negocio muy, muy duro.”
Lo que Schulman sabe es que aunque PayPal proporciona préstamos y otros servicios financieros, la empresa de pagos tampoco es técnicamente un banco. En cambio, está trabajando con socios como Synchrony Financial, que le ayudará a lanzar su próxima tarjeta de crédito Venmo.
Después de años de que las empresas de tecnología prometieran que su enfoque más ágil e innovador podría perturbar a los entidades financieras tradicionales, la mayoría de ellas han renunciado a convertirse en bancos y a asumir todos los dolores de cabeza que ello conlleva. Las razones son múltiples, pero se reducen a la regulación, el cabildeo y la burocracia.
MUCHAS TRABAS
Uno de los bancos más grandes que nunca existió fue Walmart, que pasó la mayor parte de una década tratando de conseguir una carta bancaria, para oponerse ferozmente a la industria financiera.
El minorista abandonó finalmente la lucha en 2007, justo antes del inicio de la crisis financiera y de la consiguiente represión reglamentaria de todo tipo de actividades financieras.
Durante los años siguientes, a medida que las nuevas empresas y las Big Tech en rápida expansión convertían a “fintech” en un sector reconocido, los reguladores financieros comenzaron a buscar formas de abrir la industria a algunos de estos recién llegados.
La Oficina del Contralor de la Moneda en Estados Unidos ha pasado los últimos tres años tratando de acelerar el proceso, mediante el desarrollo de una carta bancaria especial para las empresas fintech.
Sin embargo, los reguladores estatales se opusieron a la nueva carta y el mes pasado un tribunal federal la bloqueó, fallando que la OCC no tenía la autoridad para emitir tales cartas.
“La idea que se hizo popular hace unos años, los estatutos de los bancos para las empresas de tecnología y finlandesas, se ha estancado”, explicó Jo Ann Barefoot, excontralor adjunta de la Contraloría de la Moneda de Estados Unidos y fundadora de la organización sin fines de lucro Alliance for Innovative Regulation (Alianza para la Regulación Innovadora).
“Entre las dificultades que la OCC ha tenido para lanzar su carta de tecnología y la controversia en torno a las empresas de tecnología de hoy, con la llamada Techlash, tratar de obtener una carta bancaria específica es políticamente complejo”.
Algunas compañías de tecnología aún lo están intentando. Square, que sin duda parece una empresa de servicios financieros de pleno derecho, pero que todavía no puede prestar a sus clientes sin un socio bancario, ha estado buscando un tipo diferente de licencia bancaria desde 2017.
La empresa japonesa de comercio electrónico Rakuten también ha solicitado uno a la Federal Deposit Insurance Corp. para oponerse firmemente a los bancos y a sus grupos comerciales.
Y como Barefoot señaló, incluso sin esa arraigada oposición de la industria financiera, la Big Tech ha tenido un año terrible en cuanto a su reputación. (Ver Facebook, en el centro de la Techlash, perdiendo varios grandes socios de su proyecto de criptomonedas Libra)
Por lo tanto, estas compañías no tienen exactamente el mejor punto de partida desde el cual convencer a los reguladores de que están listos para asumir una mayor responsabilidad financiera.
Afortunadamente para sus ambiciones, es más fácil pretender ser un banco, al menos desde el punto de vista del marketing y del cliente.
Los bancos de Goldman Sachs están cada vez más dispuestos a asociarse con sus competidores potenciales de alta tecnología, incluso si estas relaciones aún pueden tener algunas tensiones, como señaló Fortune en el perfil que recientemente publicó del CEO de Goldman, David Solomon.
Incluso algunas startups de fintech que se autodenominan bancos, como “mobile banking app” Chime, dependen de socios externos para realizar la mayor parte de las tareas bancarias reguladas; algunos de los servicios bancarios de Chime son proporcionados por la institución con el nombre magníficamente redundante de The Bancorp Bank.
Con la creciente de estas crecientes soluciones, parece posible que las empresas de tecnología sigan logrando sus objetivos –y cambiando el sistema financiero– aunque nunca ganen plenamente la batalla regulatoria para convertirse en bancos.
“Estamos en un período de experimentación masiva, y eso no es fácil para el sector financiero”, expuso Barefoot. “El futuro del sistema financiero va a ser una mezcla de bancos y no bancos… y los ganadores van a ser los que se están moviendo rápidamente para transformarse a sí mismos”.