Simplehuman, el fabricante de artículos para el hogar de gama alta, toma las pruebas del producto muy en serio. La obsesión parece estar dando frutos.
En la parte trasera de un gran almacén en Torrance, California, los ingenieros de Simplehuman, fabricante de artículos para el hogar, están probando un bote de basura activado por voz. El objetivo: analizar la confiabilidad de su tecnología.
Cada 10 segundos –hora tras hora– una voz robótica repite: “Open can”. Y cada 10 segundos –hora tras hora– las tapas de un cuarteto de botes de basura, se abren y se cierran. Una cámara graba todo para que los ingenieros puedan detectar cualquier problema.
“Si empezamos a hablar muy fuerte, apuesto a que uno de ellos podría fallar”, dice tímidamente Frank, CEO de Simplehuman.
Esta empresa, considerada por algunos como el equivalente de Apple de los artículos para el hogar por sus elegantes dispensadores de jabón, espejos de alta tecnología y estantes para platos, ha atraído a una fiel clientela. El año pasado, sus ingresos crecieron un 15%, llegando a más de US$200 millones.
Su ascenso se produce a pesar de la dura competencia en el mercado de productos de cocina y baño. Rubbermaid y Hamilton Beach producen botes de basura más baratos, por ejemplo, mientras que Conair y iHome también fabrican espejos con tecnología de punta.
Joe Derochowski, analista de la firma de investigación NPD Group, explica que lo que distingue a Simplehuman es el pequeño extra que agrega a sus productos.
Los elementos esenciales para el hogar de gama alta, no los artículos más baratos, representaron casi el crecimiento total del 5.9% en el mercado de productos para el hogar de US$26,700 millones en 2018.
“Son un ejemplo de cómo puedes tomar algo simple como un espejo o un bote de basura, innovarlo, agregar un gran marketing y tener buenos resultados”, sentencia Derochowski.
El eslogan de Simplehuman es: “Herramientas para una vida eficiente”. Y la primavera pasada, Yang y su equipo de 100 personas cambiaron a lo que él llama una “herramienta para crear productos innovadores”. Su sede es una oficina abierta con una cancha de basquetbol techada (cuando el CEO está estresado, hace tiros al aro) y laboratorios donde se prueban y modifican los productos.
A la vuelta de donde están examinando los botes de basura hay una cabina tranquila con paredes acolchadas de espuma. Yang abre la puerta, y Shape of You de Ed Sheeran se escucha a todo volumen.
Dos técnicos están probando el altavoz conectado al último producto de Simplehuman: un espejo de alta fidelidad. Está optimizado para aplicar maquillaje, con aumento de 5x, diferentes opciones de iluminación (frío para el día, cálido para la noche) y, con un beneficio agregado para el usuario, una base equipada con un altavoz Bluetooth.
“Soy bastante audiófilo”, confiesa Yang. “Hemos pasado por 21 iteraciones de perfiles de sonido; después de 17, empezó a sonar bien”.
El personal de Simplehuman pasó más de 8,000 horas desarrollando el espejo y su anillo iluminado para que la luz se distribuya uniformemente alrededor de su circunferencia. Se ilumina con el toque de un dedo en lugar del toque de un interruptor.
Y en otra habitación, hay un dispositivo similar a un microscopio que proyecta líneas en la superficie del espejo para asegurarse de que se refleje como un espejo: Si las líneas son rectas, el espejo es bueno; si son curvas, no lo es.
Una segunda versión de este modelo viene con Google Assistant. Esto es un ejemplo de que Simplehuman se encuentra a la vanguardia en tecnología, popularizado por altavoces inteligentes como Amazon Echo; en tanto, se mantiene fiel a su filosofía de diseño.
Yang inició Simplehuman hace 19 años con un préstamo de US$200,000 de su padre, un inmigrante taiwanés que fundó una compañía que fabrica unidades de almacenamiento. “Trabajé con él durante cuatro años y me aburrí mucho”, comparte Yang.
Poco entusiasmado por la idea de simplemente crear un nuevo producto y enviarlo a una fábrica en Asia para hacerlo en serie –al igual que algunos de sus competidores– Yang construye sus propios prototipos.
Su empresa ha sido propietaria de impresoras 3D desde 2013 y una impresora de circuitos desde 2016. Incluso ahora, el CEO siente algo vertiginoso cuando pasa por ahí.
“Es el mismo juego que el iPhone”, dice Yang. “¿Cómo le agregas una batería más potente? Tienes que hacer otros componentes más pequeños, y luego el producto final puede ser más compacto, o puedes lograr que haga más cosas”.
Por Sheila Marikar![]()