Nathan Blecharczyk, CSO y cofundador de la empresa, platica en exclusiva para Fortune en Español.
Cambiar el concepto de comprar por el de compartir es una tendencia que se fortalece día a día sumando miles de adeptos alrededor del mundo. A este nuevo modelo se le conoce como economía colaborativa (sharing economy), en la que la prioridad es el uso de las cosas o disfrutar una experiencia más que la propiedad.
Siguiendo esta línea fue como Nathan Blecharczyk, cofundador y Chief Strategy Officer (CSO) de Airbnb, conoció a sus dos socios –Joe Gebbia y Brian Chesky– antes de arrancar esta empresa unicornio actualmente valuada en 31,000 millones de dólares. “Me mudé a San Francisco, California, a principios de 2007 y encontré un departamento; ahí conocí a Joe.
Él era diseñador, y yo (ingeniero) trabajaba para una startup. Más tarde me mudé a otro sitio, y Brian –que conocía a Joe de la Escuela de Diseño de Rhode Island– se mudó con él para iniciar un negocio juntos”, cuenta Blecharczyk, en entrevista para la primera edición en español de la revista Fortune, lanzada en octubre.
Joe y Brian dejaron su empleo, justo cuando el propietario del departamento donde vivían les aumentó el alquiler. Esto los motivó a encontrar una manera de ganar dinero extra.
Para Raúl de Anda, cofundador de Unreasonable México –aceleradora enfocada en impulsar a empresas que resuelven necesidades sociales–, cuando el costo de vivir en una ciudad se vuelve demasiado alto, hay más oportunidad para que surjan y se desarrollen opciones como Airbnb.
“Algo que tengo y no lo uso las 24 horas del día, lo puedo rentar a alguien más y generar un ingreso”, explica.
Al ver la página web de la Conferencia Internacional de Diseño en San Francisco, se dieron cuenta de que todas las habitaciones de los hoteles estaban ocupadas. Su plan fue colocar un par de colchones inflables en su departamento y crear un sitio para ofrecerlos a los asistentes del evento.
Así, nació Air Bed and Breakfast (cama inflable y desayuno). Esa semana recibieron a tres huéspedes, los llevaron a conocer la ciudad y les presentaron a algunos diseñadores.
“Algo que tengo y no lo uso las 24 horas del día, lo puedo rentar a alguien más y generar un ingreso”
Nathan Blecharczyk, CSO y cofundador de Airbnb
Misión cumplida: obtuvieron dinero para pagar la renta del mes y, de paso, concluyeron que habían descubierto algo importante. Poco tiempo después, Nathan se unió como cofundador, encargado de construir un sitio más avanzado.
“Algo que pensamos que sería una solución a corto plazo terminó siendo nuestra ‘gran idea’. Somos un claro ejemplo de que las ideas pequeñas, que a veces surgen para cubrir una necesidad particular, pueden convertirse en ideas innovadoras y revolucionarias”,asegura el CSO de Airbnb.
Una vez que mejoraron su página web, lanzaron la plataforma en varios puntos de Estados Unidos. Atraer a la prensa e involucrarse con grandes eventos permitió el crecimiento de la compañía fuera de San Francisco desde el principio.
El plan de expansión continuó con la visita de los fundadores a otros lugares para conocer personalmente a los anfitriones, alojarse con ellos, pedir retroalimentación e incluso, ayudarlos a tomar fotografías de sus casas.
En particular, se enfocaron en Nueva York, donde se localizaba la principal comunidad de anfitriones de Airbnb.
De esta manera, hicieron mejoras y hubo un gran aumento en las reservas debido precisamente a la calidad de las nuevas fotos de los alojamientos.
“La comunidad de Airbnb nació siendo global. Con cada huésped que vuelve a casa para convertirse en anfitrión es como llegamos a más lugares”, dice Nathan. Este efecto multiplicador no es obra de la casualidad. “La propia globalización te hace entender que la necesidad que tienes en tu localidad también existe en otros sitios”, afirma.
Marcelo Tedesco, director general del Foro Empresarial del Instituto Tecnológico de Massachusetts en México (MIT EF México). “Al final, comprendes que hay alguien más en el mundo que tiene tu mismo problema o que la pasa peor”.
De acuerdo con Tedesco, el concepto de Airbnb cobra relevancia porque no es una plataforma para cubrir una necesidad de empleo, más bien es la oportunidad de aprovechar un espacio vacío o subutilizado y compartirlo para generar ingresos adicionales. “El modelo de Sharing Economy funciona porque es inherente al ser humano”.
Después de la revolución industrial nos vendieron la idea de ser únicos e independientes, pero en realidad somos individuos que colaboramos con otros seres humanos –con tu pareja, amigos y ahora a través de las redes sociales–.
La sede de Airbnb en San Francisco, California. Foto: Alfredo Pelcastre
La tecnología hizo darnos cuenta de la importancia de vivir conectados y de colaborar”, sentencia Tedesco.
En 2011, Airbnb abrió su primera oficina internacional en Alemania. Durante los siguientesaños su presencia llegó al resto de Europa, Latinoamérica y Asia. Hoy, cuenta con más de 20 oficinas a nivel mundial, incluyendo la Ciudad de México.
“Cada lugar nuevo al que llegamos es una experiencia de aprendizaje, ya que nuestra comunidad cambia junto con las costumbres, tradiciones y panoramas legislativos locales.
Aun así, hay algunos parámetros que son más o menos similares alrededor del mundo”, aclara Nathan.
Uno de los países que destaca en el proceso de internacionalización de la compañía es China, donde los fundadores sabían que para abrirse paso sería necesario emprender ciertas acciones.
Por ejemplo, integrar métodos de pago que operan en aquel país, como Alipay, así como darse de alta en WeChat para ofrecer servicio al cliente 24/7 en idiomas locales; además de crear un equipo de ingenieros chinos.
NOTA DEL EDITOR: Un extracto de este artículo fue publicado en la edición de lanzamiento de la revista Fortune en Español, de octubre 2017.