“Una mujer apasionada que lucha por sus ideales, creencias y valores”, así se autodefine Sharon Zaga, presidenta y cofundadora del Museo Memoria y Tolerancia, quien desde que tenía 18 años sabía que quería dedicarse a fomentar una cultura de tolerancia, no discriminación y respeto a los derechos humanos.
Tras 11 años de esfuerzos, en octubre de 2010 abrió sus puertas el Museo Memoria y Tolerancia (MyT) en Avenida Juárez, CDMX. “El primer reto de posicionamiento fue la palabra ‘tolerancia’. Los académicos me decían que en México se malentiende como el efecto de aguantar o conceder, pero es el nombre correcto”, cuenta.
“Hasta los publicistas aseguraban que no iría ni un alma a un museo con ese nombre. Lo importante es que ahora la gente sale del museo diciendo: ‘ya entendí lo que es la tolerancia, que engloba paz, respeto y no indiferencia’”, asegura.
“Quien cree en la inclusión va a despegar más que su competidor, pues tendrá un diferenciador claro”.
Uno de los momentos que marcaron a Sharon fue la visita del Dalai Lama (en 2011). “Cuando en su recorrido dijo: ‘promover la paz es una de las labores más nobles que puede realizar un ser humano’, sentí que estoy cumpliendo el propósito”.
Por lo que, para ella, la primera clave del éxito del MyT –que ocupa el primer lugar a nivel internacional en temáticas de derechos humanos y el segundo de holocausto y genocidios– fue crearlo personalmente, cuidando que transmita y transforme. “Mucha gente llega por recomendación”, aclara. A la fecha, suma casi tres millones de visitantes y es uno de los museos con mayor afluencia de la Ciudad de México.
Para el año 2020, Sharon planea que comience el recorrido del MyT móvil, con 1,000 m2 de exhibición itinerante por el interior de la República. “Algunos opinan que hay que centrarse en el marketing, que el producto queda en segundo término. Yo opino lo contrario: cuan- do tienes un gran producto, la gente va a conocerlo; sobre todo ahora que el mundo está tan interconectado”.
Dado que la afluencia al museo está muy vinculada a la visita de estudiantes, el Museo Memoria y Tolerancia tiene el reto de seguir ganando más visitantes fuera del ciclo escolar.