México se está volviendo el hub del emprendimiento de América Latina y uno de los destinos más populares para la inversión de fondos de capital.
Por Adina Chelminsky; economista financiera, emprendedora, mentora de aceleradoras e incubadoras de negocio.
Emprendedor (palabra híbrida que define a ‘aquel que quiere ser’, al mismo tiempo, verbo, adjetivo y sustantivo).
Dícese de una persona de género, edad y condición social indistintos que está dispuesta a jugarse el sano juicio, la cordura, las horas de sueño, la vida social y la tranquilidad emocional para hacer realidad su visión y construir un mundo mejor para él/ella y para quienes le rodean.
Masoquista reincidente que se acuesta todas las noches borracho de angustia (diría José José) por cómo sacará adelante su idea o negocio y se levanta CADA MAÑANA con el compromiso y la emoción de empezar de nuevo.
Yo soy una de ellas. Me llamo Adina Chelminsky y soy emprendedora serial. No siempre con éxito, mi récord de bateo no ganaría ningún sitio en el Salón de la Fama, pero reincido con fe y emoción una y otra vez.
Ante las mismas disyuntivas de negocio en donde mucha gente se pregunta por qué &%$@ hacerlo, yo me pregunto por qué &%$@ no.
Comparto este agridulce camino con millones de mexicanos. Según estudios recientes, en México casi 10% de los adultos entre 18 y 64 años se encuentran en alguna fase para empezar un nuevo negocio, desde los que tienen una idea o arrancan con la planeación hasta los que inician y buscan cimentarla.
Además, otro 24% de los adultos tienen la inquietud de emprender durante los siguientes tres años.
El emprendimiento en México es, al mismo tiempo, un vaso medio vacío y un vaso medio lleno.
Por un lado, es particularmente difícil emprender por los retos de la economía nacional, las estructuras de mercado y el laberinto de trámites que necesitan cubrirse para todo, desde iniciar la empresa hasta conseguir créditos. Estos retos se incrementan si eres mujer.
Los momios no están a favor: solo 20% de las empresas nuevas sobreviven más allá de cinco años (una estadística que necesito borrarme de la mente si quiero volver a dormir).
Por otro lado, y para un sector pujante del emprendimiento digital y de negocios millennial, México se está volviendo el hub del emprendimiento de América Latina y uno de los destinos más populares para la inversión de fondos de capital.
Según LAVCA, en 2018, 95 firmas emprendedoras mexicanas levantaron casi 200 millones de dólares… y el crecimiento esperado para 2019 es exponencial (necesitamos tatuarnos esta estadística en la mente).
La pregunta es bastante simple: ¿cómo hacerle para ser parte de la segunda cifra? La respuesta no es sencilla. ¿Suerte, timing, equipo directivo, carácter, preparación, paciencia, capacidad técnica, valor de la idea… ejecución? Un poco de todo, al mismo tiempo.
Por eso el nombre de esta columna: Aprendiz de Brujo. En honor a la caricatura de Disney de 1940 en donde Mickey Mouse, tratando de imitar a un gran brujo, hace un desastre en donde todo, poco a poco, empieza a desbordarse.
Ni la magia puede ayudar. Así nos sentimos la mayoría de las veces las y los emprendedores.
Emprender es un camino lleno de retos, pero quizás el más difícil es que se trata de un proceso solitario en el que, en muchas ocasiones, no tienes con quién compartir las dudas y frustraciones cotidianas.
En vez de haber titulado este texto “Sólo un loco emprende”, debí haber usado otra puntuación y acentos y llamarla “Solo, un loco emprende”.
Los secretos del camino hacia el éxito no los tengo, pero lo que sí podemos hacer es acompañarnos periódicamente en esta columna para encontrar juntos algunas de las respuestas.
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