Si quieren distinguirse, las organizaciones deben apostar en nuevas soluciones y estar dispuestas a fracasar en el camino, pero intentarlo de nuevo.
Por Michelle Ferrari*
En algún momento del camino seguramente te habrás planteado si la comprensión del mercado, las estrategias de crecimiento, el enfoque al cliente o la transformación digital, tecnológica y cultural de tu organización son un detonante para lograr el éxito, y la respuesta a todas estas preguntas es un rotundo ¡sí!
Pero existe una opción que engloba todas estas respuestas en “todo lo anterior”: las organizaciones exitosas son innovadoras, se mantienen al frente de la curva y siempre buscan algo más grande.
El tamaño de la organización no es un factor que determina el logro del éxito. Un análisis de la consultora Great Culture to Innovate compara las listas de Fortune 500 de 1955 y 2017, y únicamente 60 compañías aparecen publicadas en ambas, por lo que éste es un indicador que revela la importancia de innovar.
Las empresas deben establecer un modelo que permita incorporar la innovación en su cultura a partir de cimientos sólidos en este tema. Es común pensar en la innovación como algo que surge durante las sesiones de lluvia de ideas sobre nuevos productos increíbles, en las que alguien desarrolla campañas de marketing inteligentes para lanzar y vender.
La innovación como valor corporativo significa crear una cultura en la que cada colaborador percibe que tiene cierto nivel de autonomía, de pensar de manera independiente y encontrar nuevas formas de resolver los problemas que se le presenten.
Los grandes líderes toman decisiones inteligentes, pero también saben que no pueden, ni deben hacerlo solos. Liderar se trata de escuchar, orientar, confiar y potenciar a sus equipos para lograr los mejores resultados y su crecimiento dentro de la organización.
Hay que entender que fallar está bien. Si nunca fallas es probable que no estés innovando. El fracaso es inevitable cuando se fomenta una cultura de innovación y es parte del desafío.
La realidad es que casi siempre hay un cierto grado de incertidumbre y riesgo. El miedo ha sido llamado un “paralizador de la innovación” y, aunque nadie se propone fracasar, entender que sucederá y que está bien cuando suceda es una señal de un gran líder.
No hay que tener miedo de los indicadores, pues para crear verdaderamente una cultura de innovación se debe estar dispuesto a ejecutar ideas y no sólo tenerlas plasmadas en el papel. Esto no quiere decir que cada idea sea buena o que cada nueva propuesta de producto deba ir directamente a la creación de prototipos.
Es necesario tomarse el tiempo para recopilar datos y tomar una decisión informada (pero no demasiado tiempo).
Ya sea que inviertas más de tus recursos o tomes un camino diferente, sé lo suficientemente ágil como para tomar esas decisiones de manera segura y medida, sin más tiempo de inactividad del que sea absolutamente necesario.
Por eso es importante que mientras avanzas, puedas corregir lo que no funciona para lograr el éxito de tu organización. Sé que dije que fallar está bien, y es cierto, pero la complacencia con el fracaso no lo es.
Quiero invitarte a reflexionar: si en este momento tuvieras que salir corriendo de tu empresa porque se está incendiando, ¿qué llevarías contigo si todo se derrumba?
En lo personal, me llevaría la capacidad de innovar e inspirar innovación en mi equipo, porque esa es la base para el crecimiento, la diferencia y ¡la salsa especial de lo que hacemos!
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*El autor es CEO de Great Culture to Innovate México, firma de consultoría especializada en desarrollar culturas de innovación.