Cómo cuidar tus ingresos, gastos y deudas en un escenario de incertidumbre y de menor actividad económica.
Por Raúl Martínez Solares*
En condiciones de estabilidad resulta relativamente sencillo describir las mejores prácticas de finanzas personales.
Los principios básicos no requieren avanzados conocimientos financieros y casi son conceptos de sentido común: no gastes más de lo que ganas, no te endeudes en exceso, administra tu riesgo.
Pero en la mayoría de los casos, la incapacidad para tomar mejores decisiones financieras se relaciona más con temas de nuestra conducta, así como de sesgos cognitivos que generan irracionalidad en nuestras decisiones. En momentos de crisis e incertidumbre, como los que hoy vivimos, ocurren dos fenómenos adicionales, entre otros.
Por un lado, las condiciones del entorno afectarán aún más la capacidad para generar un ingreso estable y adecuado. Muchos tendrán una reducción significativa, cuando no desaparición de sus ingresos. Ello se suma a condiciones previas negativas de desigualdad, de baja calidad de los salarios y estabilidad de los empleos.
En otro sentido, según múltiples estudios, los momentos de incertidumbre y crisis generan efectos adicionales negativos en la conducta y calidad de las decisiones. El miedo, la percepción de escasez y la indecisión provocan alteraciones en la forma en la que resolvemos y nos conducen a decisiones subóptimas o por completo adversas.
¿Qué debemos vigilar? Primero, asegurarnos de conocer la dinámica de nuestros ingresos y la probabilidad de que éstos se vean afectados en el corto plazo. Tener conciencia plena de cuáles son los ingresos esperados en las siguientes semanas y meses es el punto de partida fundamental para una adecuada administración.
En lo que se refiere al gasto, una visión de frugalidad es indispensable. Igual que un náufrago que llega a una isla desierta con recursos limitados, no sabemos cuál será la duración y profundidad de los efectos económicos que tendrá la crisis. Hay que administrarse con mesura desde el primer minuto.
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En cuanto al endeudamiento, primero, no debe incurrirse en nuevo a menos que sea para atender gastos urgentes asociados a la contingencia, vigilando que las condiciones de la deuda no generen grandes obligaciones de pago de corto o largo plazo. Evitar disponer de efectivo de tarjetas de crédito o recurrir a créditos no formales. Respecto a la deuda que ya tenemos contratada, si bien existen planes de apoyo para el diferimiento de pagos, antes de usarlos es necesario saber si los requerimos para no quemar un cartucho que pudiésemos utilizar más adelante cuando, en efecto, sea urgente.
Por último, en relación con la visualización de esta crisis como oportunidad para realizar compras en mercados que creemos que pudiesen abaratarse (por ejemplo, el inmobiliario o el accionario), mientras no haya claridad sobre la duración de la crisis, es trascendente conservar la liquidez y dirigir mejor los recursos hacia vehículos de inversión de mayor flujo y menos riesgo (como los valores gubernamentales de corto plazo).
Solo conviene aprovechar esas oportunidades si tenemos un claro y notorio excedente de liquidez, evaluando si la reducción de precio es coyuntural y siempre con una visión de recuperación de la inversión en el mediano plazo, cuando los efectos de la contingencia hayan empezado a disolverse.
Evitar tomar decisiones basadas en miedo, en rumores, en especulación y en información de dudosa calidad es necesario para impedir que los efectos de esta crisis coyuntural dañen nuestras finanzas en el largo plazo.
*Politólogo, mercadólogo, financiero, especialista en economía conductual y CEO de Fibra Educa.
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