Aunque el crecimiento económico será débil, al igual que la inversión, hay que estar atentos a oportunidades de negocio que puedan aprovecharse.
Por Raúl Martínez Solares Piña, Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, CEO de Fibra Educa y presidente del Consejo para el Fomento del Ahorro Educativo.
“La gente no se da cuenta de que no podemos pronosticar el futuro. Lo que podemos hacer es medir las probabilidades…”, expresó Alan Greenspan, expresidente de la Reserva Federal.
Después de un incierto 2019, ¿qué podemos esperar en 2020? En lo global, una desaceleración económica que podría convertirse en una recesión o tocar fondo antes e iniciar un proceso lento de nuevo crecimiento.
Ello dependerá de factores como la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el fortalecimiento de los gobiernos populistas proteccionistas o la ratificación del T-MEC. De lo que sí hay certidumbre es de que el crecimiento mundial, y de EE.UU. en particular, no tendrán niveles que aceleren el de México.
En 2020 se acentuará la caída de las tasas de referencia. La Reserva Federal la bajará probablemente por lo menos 100 puntos base, sin que se anticipen recortes adicionales este año.
Banxico ha tenido una respuesta en línea con la Fed. Es posible que en adelante responda con movimientos más frecuentes o grandes que la Fed. Quizás a finales de 2020 México haya reducido su tasa de referencia en 150 puntos básicos o más.
Hay que considerar que en los siguientes dos años se darán cambios en la junta de gobierno de Banxico, dando al Gobierno una mayor influencia para ser más agresivos en la reducción de tasas y tratar de incidir en el crecimiento con miras a las elecciones intermedias.
El gasto público seguirá pesando en el crecimiento económico. Casi todos los primeros años de un nuevo gobierno se produce una contracción del gasto.
Hoy enfrentamos algo más profundo porque cambia la naturaleza y orientación del gasto. Hay una clara intención en apoyar proyectos de inversión que no necesariamente impactarán el crecimiento en 2020.
Para México, el consumo privado es componente fundamental del crecimiento, y este presenta signos de freno (lo que explica en gran medida la caída de la inflación). En 2020, el consumo presentará una recuperación gradual, en parte por un incremento al salario mínimo.
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Respecto al PIB, tal vez terminemos 2019 con un crecimiento cercano a cero, y en 2020 sería (en un escenario optimista) superior a 1%, alimentado por una lenta recuperación mundial y por el efecto de cambio en la base de comparación.
Dado que el cambio se expresa de forma porcentual, si en un periodo una variable que vale 100 se reduce a 90, es una contracción de 10%; si el siguiente año, sobre esa base de 90, vuelve a 100, el crecimiento porcentual es de 11%.
En ambos casos, el movimiento fue de 10, pero por el cambio en la base de comparación, el efecto porcentual es mayor.
En México, en 2020 no se anticipa una recuperación de la confianza de inversionistas o que propicie un acercamiento real con el sector privado. Al contrario: puede haber una contracción de inversión privada que, dadas las condiciones económicas actuales, es el único motor posible para crecer cerca de dos por ciento.
Además de un crecimiento económico bajo, al igual que la inflación, se espera un tipo de cambio con volatilidad, en niveles cercanos a los de este año. Incluso podría verse por debajo de los 19 pesos, en caso de aprobarse el T-MEC, con un rápido retorno a niveles anteriores.
Pero conviene recordar que, en momentos de incertidumbre y contracción económica, las decisiones objetivas pero valientes, permiten aprovechar grandes oportunidades de negocio.
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