Uber Eats es el primer ejemplo de que la compañía sí puede incursionar con gran éxito en otras áreas del transporte.
Desde que se lanzó en 2015 como un experimento en California, este servicio de entrega de alimentos a domicilio rápidamente se ha posicionado como una de las divisiones más rentables de Uber.
Al haber apalancado su crecimiento con 20 rondas de inversión que suman US$22,200 millones, Uber todavía no genera ingresos en su negocio de ridesharing.
Sin embargo, con Uber Eats logró aprovechar tres cosas que ya tenía: su flotilla de vehículos (aunque pronto adoptó motos y bicicletas para agilizar las entregas), su pool de usuarios y su presencia global.
Con ellas no sólo resolvió el problema del last-mile delivery para cientos de establecimientos que no habían desarrollado su propio sistema de entrega de alimentos, sino que tenía el mercado listo y el medio directo para comunicar esa solución.
“La industria de entrega a domicilio no es una industria nueva”, señala Francisco Sordo, director de Uber Eats para América Latina. No obstante, “la expectativa del consumidor es lo que fundamentalmente hemos cambiado. Tenemos un enfoque muy centrado en la tecnología y en nuestra capacidad operativa para crear una gran experiencia”.
De ese modo, Uber encontró espacio en un mercado que vale casi US$100,000 millones a nivel global. Una nota del New York Times de septiembre de 2017 reportó que para entonces, Uber Eats ya era rentable en 27 de las 108 ciudades donde entonces operaba, incluidas las de México, a donde había entrado en 2016 vía Ciudad de México.
Para muchos establecimientos en el país, la plataforma les ha permitido desarrollar una línea de negocio completamente nueva. “El ticket promedio que vende un restaurante a través de delivery de Uber Eats versus lo que vende en su restaurante es sustancialmente mayor”, asegura Sordo.
De hecho, la plataforma ha permitido que algunos establecimientos hayan creado restaurantes virtuales, aquellos que sólo están acondicionados para preparar comida que se envía a domicilio. “Por medio de Uber Eats son capaces de operar sus restaurantes sin la necesidad de ponerle branding, rentar un local nuevo o contratar gente adicional”.
Actualmente, Uber Eats crece a doble dígito mes con mes en México y el resto de Latinoamérica. En sólo dos años ya se ha colocado en 10 países y 32 ciudades de la región, incluso entrando a localidades donde el servicio de ridesharing no ha podido, como Veracruz.
“Las lecciones que aprendimos en México hemos sido capaces de replicarlas en América Latina, aunque sin duda este país es el negocio líder en la región”, afirma Sordo. “Queremos seguir creciendo aquí no sólo en el número de ciudades donde operamos, sino ampliando la cobertura dentro de las mismas”, finaliza. Y al parecer, el apetito mexicano les permitirá cumplir su objetivo.
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