El tráfico, más allá de ser un infierno, genera desafíos ambientales, complica la salud y desperdicia dinero.
Los congestionamientos viales son un dolor de cabeza para el planeta e implican grandes retos para la erradicación de sus consecuencias.
La mala calidad del transporte público y el uso desmedido de automotores son factores que, además de convertir las calles en un infierno, generan desafíos ambientales que afectan la salud de los ciudadanos y el bolsillo de los gobiernos.
Un estudio del Instituto de Transporte y Desarrollo de Política Pública en México (ITDP) estima que se pierden 200,000 millones de pesos cada año en costos relacionados con el tráfico.
La contaminación también es culpable de pérdidas superiores al 3% del PIB.
Y si bien la infraestructura vial en algunas ciudades de nuestro país se incrementa cada año con más puentes o vías “rápidas”, se le considera una solución a corto plazo ya que entre más opciones existan, mayor es la demanda.
Más grave aún es que el problema se vuelve de vida o muerte.
Según el Clean Air Institute, México es uno de los países de América Latina con más muertes relacionadas con la contaminación generada por los automóviles.
La polución también es culpable de pérdidas superiores al 3% del PIB e implica sustanciosos gastos para atender su impacto -de 2003 a 2015 el presupuesto asignado para mitigar sus efectos aumentó en un 2.4% anual-.
Con alrededor de 1,200 millones de vehículos en el mundo, con miras a incrementarse a 2,000 millones para 2035, la tendencia parece no querer parar. Ahora bien, es probable que los vehículos híbridos reduzcan algunos de los problemas relacionados con la contaminación.
Sin embargo, no resolverán los caóticos tiempos de traslado que hacen que un trabajador mexicano pase cuatro años y cuatro meses de su vida en el tráfico durante todo el tiempo que se mantiene económicamente activo.
*NOTA DEL EDITOR: Este artículo apareció en la edición de enero de la revista Fortune en Español.