El mercado mayorista más grande del mundo refleja una realidad en México: aun cuando hay innovación en pagos digitales y nuevos marcos legales, el 90% de las transacciones son en cash.
En los centros comerciales comunes no existe una limitante a la hora de pagar cualquier consumo; puede ser en efectivo, con tarjeta o aplicación. Sin embargo, en el mercado mayorista más grande del mundo, según la Unión Mundial de Mercados Mayoristas, no ocurre lo mismo. En la Central de Abasto (CEDA) lo que predomina es el manejo de dinero en efectivo.
Ubicada al oriente de la Ciudad de México, la CEDA se extiende por 327 hectáreas, recibe a medio millón de visitantes diarios, comercializa más de 15,000 productos provenientes de todo el país y es referente para fijar precios de las mercancías a nivel nacional. El valor de operación comercial de compra y venta anual de este lugar asciende a US$9,000 millones, de acuerdo con su sitio Web, cantidad que únicamente supera el mercado bursátil manejado en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV).
Al caminar entre sus pasillos es común encontrarse con diableros –quienes rentan los “diablitos” de carga por viaje–, aunque también con restauranteros, amas de casa y comerciantes que revenderán los productos en recauderías o en tianguis. A la hora de pagar, la presencia de los billetes y las monedas confirman la realidad del país: en México más del 90% de las transacciones realizadas son en efectivo, según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2018 realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
En la sección de frutas y legumbres de la CEDA, Juan Carlos Ortiz Flores, trabajador de una bodega donde se vende jitomate y cebolla, comenta que su jefe le paga el sueldo en efectivo semanalmente. “Es más cómodo”, afirma. Comerciantes como él no cuentan con terminales punto de venta (TPV) para recibir pagos con tarjeta. También muchos locatarios proveen por volumen a restaurantes y mercados de todo el país, así que las cantidades que cobran son en miles de pesos. En estos casos, el efectivo no se usa: “emitimos una factura y nos hacen una transferencia bancaria”, explica Luis Roberto Olea Ortiz, proveedor de frutas y verduras.
El propio tejido social de la CEDA facilita un sistema financiero particular en el que los comerciantes no manejan créditos formales, sino que entre ellos recurren a préstamos: “no nos metemos con el problema del banco; es más de palabra, de cuates. De esta manera hemos trabajado y no tenemos problema alguno”, asegura.
En el área de abarrotes, aunque es más pequeña, la mayoría de los empleados de cada local luce uniformado y los cobros se pueden hacer tanto en cash como con tarjeta. “En fines de semana vienen más personas que compran para consumo de casa. Lo llamamos ‘venta de piso’, y pagan en efectivo”, comenta Mario Sánchez Ramírez, dueño de una abarrotera. “Pero entre semana vienen restauranteros u otro tipo de personas, y ellos sí te pagan con transferencias o tarjeta de débito”, agrega. Además, las transacciones más grandes suelen realizarse mediante la vía digital.
La inseguridad es una de las razones principales por las que instituciones bancarias, empresas fintech y otros organismos, como el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), recomiendan que se reduzcan las transacciones en efectivo. Sin embargo, es un factor que los comerciantes de la CEDA dan por hecho. Al estar acostumbrados a vivir con inseguridad –la relacionada con asaltos, robos y crímenes similares–, no dejan de utilizar el efectivo sino que simplemente intentan resguardarlo “de otra manera” –aunque ningún comerciante especifica cuál–. “Ya no cargan con todo el efectivo en sus baberos como solían hacerlo antes, pues eran víctimas fáciles de asaltos”, comenta personal de Comunicación Social de la CEDA.
Luis Roberto, Mario y otros comerciantes tienen cuentas bancarias y están dados de alta como personas físicas en el Servicio de Administración Tributaria (SAT), aunque no hay datos exactos en la CEDA de cuánto dinero facturan por día. Tampoco del porcentaje de comerciantes que están bancarizados. En este lugar, que es un buen termómetro de lo que ocurre en el resto del país, el efectivo reina por costumbre. Y parece que así se mantendrá en los próximos años.
A PASO MUY LENTO
La disminución del uso de efectivo parece ser el futuro de las transacciones en algunas partes del mundo. Según el IMCO, que a su vez adoptó las recomendaciones del Banco Mundial, a un país le conviene disminuir el uso de efectivo por varias razones; entre ellas porque permite un registro controlado de actividades, disminuye potencialmente el mantenimiento del sistema de emisión de circulante y reduce las operaciones financieras ilícitas e informales.
En Europa hay países que están implementando políticas para reducir fraudes que en consecuencia limitan el uso de efectivo. En diciembre pasado, el propio Banco Central de la Unión Europea anunció que dejará de imprimir billetes de alta denominación (€500) a finales de abril de 2019.
Suecia, que se considera el país que más pronto será 100% cashless, casi el 90% de las compras se realizan de manera digital, de acuerdo con datos de octubre de 2018 de Riksbank, el banco central sueco. Y según Statista, 84% de la población utiliza la banca en línea. El Banco Mundial, por su parte, reporta que el 99% de los adultos suecos tiene una cuenta bancaria y que el 97% posee una tarjeta de débito. Esa es la explicación de la reducida cantidad de cajeros automáticos que están repartidos en el país nórdico: uno por cada 3,766 habitantes.
México es otra historia. Hay un cajero por cada 1,482 habitantes, pero sólo el 38.7% de la población tiene una cuenta en una institución bancaria y 26.8% posee tarjeta de débito. Y sólo el 6% de las compras se hacen por Internet.
El Banco de México reportó que en 2017 se realizaron 45,787,306 transacciones con cheques; Suecia registró cero por este método en el mismo año, según Riksbank.
Hay otras cifras que muestran el rezago tecnológico del sistema de pagos en México. El 95% de las compras con cash son menores a $500, según la ENIF 2018. La capital del país es la región que observa mayor uso de medios de pago distintos al efectivo, aunque este dato es relativo: sólo el 21% de los adultos de la Ciudad de México usa terminales de crédito (TDC) o terminales de débito (TDD) para efectuar compras mayores a ese monto.
El país está lejos de ser el único que se resiste a adoptar los pagos digitales. Aunque Japón ha aumentado el número de este tipo de pagos a doble dígito en 10 años, el uso de efectivo continúa muy arraigado –pero las razones difieren de lo que pasa en México–. Tradiciones japonesas como el otoshidama influyen a que perdure el efectivo, ya que los billetes siguen siendo regalos importantes en festividades como año nuevo o cumpleaños.
La aversión a lo digital en nuestro país, en cambio, podría deberse a cuestiones culturales y miedo al fraude: en Argentina, Brasil, India, Malasia, México y Turquía, los fraudes por medio de tarjetas bancarias son de dos a tres veces mayores que en otros países, detallan datos de Stripe. La Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef ) informa en su sitio web que en 2018 hubo 2,074,554 de fraudes cibernéticos en México, comparado con 1,441,115 offline. Los primeros, se incrementaron un 12% en relación con 2017.

RAZONES PARA DESPEDIR AL EFECTIVO*
El Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) dio a conocer algunas de las razones por las que a un país le conviene disminuir el uso de efectivo, mismas que concuerdan con los beneficios que considera el Banco Mundial.
- Menores costos por transacción
- Registro controlado de actividades
- Aumento de la recaudación vía impuestos al consumo
- Crecimiento del ahorro privado al abarcar una población más amplia
- Inclusión de sectores de la población que están fuera del sistema financiero formal
- Reducción de las operaciones financieras ilícitas e informales
- Crea un historial crediticio para los usuarios que no pagan en efectivo
- Incentiva el crecimiento del PIB
- Disminución del gasto gubernamental de la emisión de efectivo
*Fuente: World Payments Report 2018
¿ALTERNATIVA U OBLIGACIÓN?
“El crecimiento de los pagos digitales dependen de un cambio de paradigma”, afirma Josu San Martín, socio de la firma de inversión Exponent Capital. “Creo que si seguimos en el camino en el que vamos no se van a digitalizar los pagos, pero si hay un cambio de paradigma podría ser una progresión muy rápida”, sentencia.
Puede que este cambio sea complicado si depende de la voluntad de la población. Por ello, para que realmente tomen fuerza los pagos digitales es necesaria la implementación de regulaciones gubernamentales. Pareciera que México quiere dirigirse hacia ese escenario.
Para 2013 comenzó la aplicación de la Ley Federal para la Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita (LFPIORPI) en el país, conocida como la “Ley antilavado”. Ésta limita el uso de pagos en efectivo en transmisiones de propiedad, apuestas, transmisión de títulos de derechos, entre otros. Refiere que cuando se supera la cantidad máxima –la cual depende del tipo de actividad– debe de realizarse una declaración.
El uso de pagos digitales podría impulsar hasta un 6% el PIB de economías emergentes como México: McKinsey Global Institute (MGI)
Ya en 2014 se promulgó la Reforma Financiera, cuyos objetivos son: “incrementar la competencia en el sector financiero, fomentar el crédito a través de la Banca de Desarrollo, ampliar el crédito a través de las instituciones financieras privadas, mantener un sistema financiero sólido y prudente, y hacer más eficaces a las instituciones financieras y el actuar de las autoridades en la materia”, de acuerdo con la CNBV en el Reporte Nacional de Inclusión Financiera 2018.
En respuesta a la Reforma, el Banco de México y la CNBV implementaron medidas para promover la competencia e incrementar la infraestructura de pagos electrónicos entre agregadores (empresas que por medio de plataformas digitales concentran y ofrecen uno o más productos financieros; también se les conoce como fintech) y bancos vía terminales punto de venta (TPV), que son dispositivos que permiten hacer pagos con tarjetas. El resultado: un incremento de 350,000 TPV por parte de agregadores como Clip y iZettle, llegando a 1,312,000 junto con los de la banca.
Los agregadores surgieron como actores potenciales y disruptivos. Luis Arceo, Country Manager de iZettle en México, asegura que esta figura es “fundamental para impulsar el crecimiento de la TPV más allá del efectivo”. Y destaca que los beneficios de los pagos digitales son la seguridad, la inmediatez y mejor control.
Las fintech tuvieron un mayor impulso a partir de la Reforma Financiera en 2013, la cual facilitó la apertura a bancarizar a la población sin necesidad de meterlos a la banca tradicional, la competencia entre los agregadores (actualmente hay alrededor de 158 en México, apunta la Condusef ) y una regulación que mantendrá más seguros a los usuarios y a las empresas financieras.
Además, el Banco de México desarrolló el Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI) para enviar y recibir pagos entre entidades financieras reguladas y así brindar a sus clientes finales el servicio de transferencias electrónicas en tiempo real –que se llega a usar en la CEDA–. Igualmente, este año lanzó la plataforma Cobro Digital (CoDi) para pagos electrónicos mediante la solicitud de pago desde móviles o cualquier dispositivo con Internet.
Tras la aprobación de la Ley para Regular las Instituciones de Tecnología Financiera (Ley Fintech) en marzo de 2018, que busca promover la inclusión e innovación financiera, competencia, protección al consumidor y prevención de operaciones ilícitas, se espera que surjan más compañías que busquen acelerar la transición hacia los pagos digitales.
Arceo y San Martín concuerdan en que es bueno tener una ley de este tipo porque da seguridad financiera a las nuevas empresas. No es menor que el 21% de las fintech en México pertenezcan al sector de pagos y remesas. Es la categoría con más startups de todo el ecosistema nacional, de acuerdo con el estudio Fintech Radar México 2018 de Finnovista.
No obstante, el que existan leyes que regulen a las nuevas entidades financieras no significa que habrá menos efectivo usándose en las calles o en los comercios. ¿Qué pasa si el usuario no quiere ser parte de la transformación digital de los pagos? Héctor Cárdenas, CEO de Conekta –empresa que ofrece tecnología para el procesamiento de pagos– señala que las fintech deben de pensar más allá que sólo bancarizar para lograrlo. Un gran mercado es ofrecer propuestas de pago offline.
“Si el usuario quiere pagar en línea pero no tiene tarjeta de crédito o débito, ¿cómo lo apoyamos? La respuesta es pago en efectivo”, dice Cárdenas. “No es lo ideal; sin embargo, tenemos que dar estos pagos alternativos para ayudar a habilitar a esta población y ganarnos su confianza”.
Su modelo ofrece medios de pago como tarjetas de crédito y débito, transferencias interbancarias, meses sin intereses y pagos en efectivo a quienes poco a poco van adoptando su tecnología. En las tiendas Oxxo, Conekta ofrece Oxxo Pay, que permite hacer pagos con tarjeta y transferencias con o sin efectivo, además, el usuario recibe notificaciones del movimiento en tiempo real.
Oxxo Pay de Conekta no es el único método que intenta brindar alternativas a los pagos digitales. La tarjeta del Metro/Metrobús/Ecobici de la Ciudad de México –que se recarga exclusivamente con efectivo– y las tarjetas de prepago de Spotify, Amazon y Netflix, disponibles en las 18,000 tiendas Oxxo del país, han surgido y penetrado con auge en el mercado, comprendiendo que México aún no quiere abandonar el efectivo. Basta una visita a la CEDA para verificarlo: para un diablero, el cambio es el que sigue sonando en su bolsillo.
