Mientras en Latinoamérica suenan todas las alarmas respecto a las consecuencias económicas que afrontará la región producto de la pandemia del COVID-19, en las tierras altas de Panamá, cuna del agro y de la ganadería, y referente de ecoturismo en ese país, una empresa de cultivos orgánicos se mueve contra la corriente y se transforma en unos meses en el principal delivery de frutas y verduras en el Panamá.
En las últimas semanas, en las redes sociales en Panamá, han comenzado aparecer figuras locales de distintos hábitos con mesas abarrotadas de frutas y verduras, de todas las formas y colores posible, como si recién hubiese cosechado aquel banquete en la huerta de su casa. Pero la realidad es que esta tendencia no es otra moda temporal de influencers aburridos por la cuarentena, sino el último eslabón de un fenómeno que una compañía de cultivos orgánicos comenzó hace 2 años en la tierras altas de ese país. Esa compañía es Baru Fresh.

Siempre hemos escuchado que comer bien y de calidad es caro, pero cuando el holding suizo Bacalia comenzó con Baru Fresh, el objetivo era tan ambicioso como disruptivo: Entregar alimentos de alta calidad, 100% orgánicos, hidropónicos, dejando atrás pesticidas, consumo excesivo de agua y explotación desmedida de recursos, para ser comercializados en masa, llegando al consumidor final con precios competitivos frente a los productos de cultivos tradicionales.
“Cultivar en hidroponía y en ambiente controlado permite prescindir de los agresivos pesticidas usados en la agricultura tradicional. También nos permite programar mejor la producción y las entregas así reduciendo la dificultad en la agro-logística”, comenta Yolanda Díaz, Gerente General y principal propulsor de innovación en Baru Fresh.

A finales del 2019, Baru Fresh lanzaba su e-commerce con delivery en la capital panameña, un espacio que esperaba ir lentamente educando a la gente sobre lo importante de comer sano y brindar la oportunidad de adquirir eso productos en la comodidad de su casa.
“Tenemos aliados entre los productores locales que han demostrado altos estándares de calidad, pero el proceso es 100% controlado por nosotros. Va desde la producción, manejo de la planta de proceso, control calidad, logística interna y distribución directa al cliente”, comenta Díaz.

Pero llegó el COVID-19 y todo cambió.
La cuarentena en Panamá precipitó todo en unas semanas. Baru Fresh pasó a tener de 200 pedidos mensuales en febrero, a 2000 el siguiente mes. Los servidores online colapsaron y el delivery tuvo que detenerse. Era oficial: la compañía era un éxito.
Sus ejecutivos se movieron rápido. En un par de día robustecieron los servidores, potenciaron su cadena de distribución y aumentaron el personal en despacho. En menos de 72 horas Baru Fresh estaba devuelta en la calles y el resto es historia: hoy son el delivery de frutas y vegetales más grande del país, por sobre poderosas cadenas de retail y cooperativas locales, pasaron de una oferta de 15 a más de 100 productos orgánicos e hidropónicos, y recientemente ampliaron sus operaciones a Chiriquí, la segunda región más poblada de Panamá.
El Presidente de Bacalia Group, el empresario italiano Giuseppe Cicatelli comentó que “La contingencia de COVID19 ha acelerado procesos digitales que venían creciendo lentamente. Una vez que se levanten paulatinamente las medidas restrictivas, estará claro que el comercio online es una tendencia imparable. Se ha modificado la manera que nos relacionamos a los productos y los servicios, y en eso no hay vuelta atrás.”
“La gran complejidad de distribuir alimentos en línea es el manejo de producto perecedero. Una empresa integrada verticalmente desde la producción hasta la venta al consumidor final, bajo el concepto “del Huerto a la Mesa”, posee una ventaja insuperable con respeto a las compañías que únicamente distribuyen, en términos de precio, control de calidad, cantidad y tiempos de entrega, que son las principales claves de la experiencia del consumidor”, agrega Cicatelli.

Quizá uno de los elementos más destacables de la positiva experiencia Baru Fresh, más allá de ser el relato de un negocio exitoso, tiene que ver con el cambio de paradigma que instalaron en este país centroamericano. En general, productos de esa calidad estaría pensados para viajar hacia EE.UU., Europa o Asia, pero se apostó por ofrecer a la población local de forma transversal un producto sano, alta calidad y accesible, como una forma de plantear que comer bien no solo es exclusivo de las élites, sino un derecho al que deben acceder las familias para mejorar su calidad de vida y educación alimentaria.