Esto es lo que sucederá con los desperdicios que se generan durante el partido más esperado del año.
Cuando las Águilas de Filadelfia y los Patriotas de Nueva Inglaterra se encuentren el próximo domingo 4 de febrero en el estadio U.S. Bank en Mineápolis para el Super Bowl LII habrá otro tipo de batalla en el estadio, una que se puede poner incluso más sucia.
Un grupo de media docena de socios diferentes, incluidos la NFL, PepsiCo, Aramark, el estadio U.S. Bank y la Minnesota Sports Facilities Authority, se enfrentarán a las más de 40 toneladas de basura que se espera producir durante el evento.
La meta: lograr un Super Bowl sin desperdicios.
“Nada, esperamos, irá al tiradero”, dice Roberta Barbieri, vicepresidenta de la iniciativa global de Soluciones para el Agua y el Ambiente de PepsiCo.
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La expectativa es que el 90% de los desperdicios generados ese día serán compostables o reciclables. El otro 10% -como envolturas de película de plástico- irá a una instalación en donde los residuos son quemados y convertidos en energía.
Un intento similar se inició hace tres años en el Super Bowl de Arizona, que condujo a una desviación del 90 % de los residuos, pero el esfuerzo duró solo ese día.
En este caso, en lo que los socios llaman el “primer proyecto de legado de cero desechos”, el plan no es solo continuar el trabajo en el estadio U.S. Bank, sino crear un manual para otros foros, equipos y ligas deportivas.
La expectativa es que el 90% de los desperdicios generados ese día serán compostables o reciclables.
“Este es un nivel completamente nuevo para nosotros y para el estadio”, dice Jack Groh, el director del programa ambiental de la NFL.
“Lo que lo diferencia de cualquier cosa que hayamos hecho en el pasado es el compromiso de no solo hacerlo por un día, sino trabajar juntos para cambiar el paradigma”.
Groh dice que después del Super Bowl, los socios harán un análisis posterior y codificarán sus aprendizajes para que puedan “tener una serie de procedimientos y conceptos que hemos probado en el evento deportivo más grande del país”.
Los socios han estado trabajando desde agosto para prepararse para el día del juego. Como parte de la iniciativa, llamada Rush2Recycle, el operador de servicio de alimentos Amarak cambió más de 70 productos diferentes -incluyendo vasos de cerveza, charolas de nachos, popotes y vasitos para porciones de salsa de queso- a material compostable.
Todos los botes de basura en el estadio fueron etiquetados de nuevo para reflejar las tres categorías: composta, reciclables o desperdicios.
Los botes también incluyen imágenes de objetos, como una botella reciclable Aquafina o un vaso de Pepsi compostable. “Seguimos buscando puntos para la semana”, explica Groh.
Durante el Super Bowl, se colocará personal extra en todo el estadio para ayudarle a los asistentes a escoger el bote correcto, y un equipo también estará en la parte trasera para asegurarse que los objetos no hayan sido echados en los botes equivocados.
La decoración sobrante y materiales de construcción serán donados a organizaciones locales, y las comidas que no se sirvan serán mandadas a refugios locales y bancos de
alimentos.
La ‘policía’ de los residuos
Para ayudar a preparar y prevenir errores, el grupo contrató a una compañía externa para hacer una auditoria de residuos.
“Siempre descubres cosas en el flujo de residuos que nunca supiste que estaban ahí”, dice Groh. En este caso, descubrieron una pequeña cantidad de residuos electrónicos, como pilas, cargadores y cables.
También descubrieron cientos de bolsas que habían sido abandonadas después de que los asistentes descubrieron que no se les permitía acceder al estadio con ellas.
En una prueba piloto en diciembre, más de 100 bolsas abandonadas fueron donadas a Dress for Success, una organización sin fines de lucro.
“Siempre descubres cosas en el flujo de residuos que nunca supiste que estaban ahí”.
– Jack Groh
En la prueba, Groh dice que encontraron que el nivel de contaminaciónde su flujo de composta -esencialmente objetos que no se pueden compostar y que se mezclaron accidentalmente- estaba en 2-3%, muy por debajo del estándar de 10-12%. Donde necesitaban ayuda era al final de la noche.
El segundo equipo que trabajaba al final del juego se sentía abatida por el tiempo y los objetos estaban mal categorizados. Para ayudar, se agregó supervisión adicional y controles más estrictos.
Gracias a toda la preparación, el estadio ya tiene una tasa de desvío (de los tiraderos) de 83%, de un 55% que tenía en junio de 2017.
Pero no solo se trata del día del juego. Una parte clave del esfuerzo es crear consciencia entre los asistentes que podrían tomar algunas de estas prácticas para llevarse a casa. Barbieri, de PepsiCo, explica: “Hay pocas etapas más grandiosas en los Estados Unidos que el Super Bowl”.