Los acontecimientos de este viernes crean una situación sin precedentes en la Unión Europea (UE)
El parlamento regional de Cataluña declaró este viernes su independencia de España en un voto disputado, aunque es probable que sea declarado ilegal por el tribunal constitucional de España y por lo tanto, no será reconocido por ningún otro estado europeo.
La moción de independencia fue aprobada en la asamblea de 135 miembros. La votación contó con 70 votos a favor, 10 en contra y dos papeletas en blanco.
Los legisladores de los tres principales partidos nacionales, el Partido Popular (PP), del Primer Ministro español, Mariano Rajoy, el Partido Socialista y el Partido Centrista Ciudadano habían salido de la cámara antes de la votación en protesta.
La votación sucedió cuando el gobierno central de Madrid completa las formalidades para imponer un gobierno directo sobre Cataluña, en respuesta a lo que considera una secesión ilegal.
Cataluña ha gozado de una amplia autonomía en virtud de la Constitución de 1978. Esta restableció el gobierno democrático después de la muerte del dictador derechista Francisco Franco.
El Senado de España votó a favor de imponer un control central sobre las instituciones catalanas, como su fuerza policial y los recaudadores de impuestos, a pocos minutos de la votación en Barcelona.
¿Qué pasará con la Unión Europea?
Los acontecimientos de este viernes crean una situación sin precedentes en la Unión Europea (UE), que nunca antes tuvo que lidiar con la desintegración de un estado miembro.
Los catalanes han dicho que quieren permanecer en la Unión Europea, pero el tratado de la UE no tiene ninguna disposición para otorgar membresía a las regiones separatistas. Además, muchos estados miembros no desean alentar el separatismo en sus países actuales mediante el reconocimiento de un nuevo estado catalán.
El presidente del Consejo de la Unión Europea, Donald Tusk, dijo a través de Twitter que “para la UE nada cambia. España sigue siendo nuestro único interlocutor. Espero que el gobierno español prefiera la fuerza de la discusión, no el argumento de la fuerza”.
El Departamento de Estado, por su parte, también emitió una declaración que decía que seguía viendo a Cataluña como una parte integral de España.
La crisis llegó a un punto crítico a un mes de que Cataluña organizara un referéndum sobre la independencia, el 1 de octubre, sin que ninguno de los dos bandos quisiera ver cómo el reino se hunde en una crisis constitucional en toda regla.
Según la legislación española, el referéndum no era legal y fue boicoteado por la mayoría de la población de Cataluña, donde según las encuestas de opinión realizadas durante todo el año, se oponía a la independencia.
Las reacciones en la economía
La noticia afectó los mercados financieros de España que esperaban hasta el final algún tipo de compromiso para salvar la cara. El jueves, el líder de Cataluña, Carles Puigdemont, parecía haber renunciado a encontrar tal compromiso luego de las amenazas de los miembros más extremistas de su propia coalición de abandonar el gobierno si no podía seguir adelante.
El índice bursátil IBEX 35 cayó 1.8% en cuestión de minutos después de la votación. El rendimiento del bono de referencia a 10 años de España, un indicador aproximado del riesgo político del país, subió un 0.07% a 1.62%.
Si bien es un movimiento fuerte, palidece en comparación con 2012, cuando los mercados temieron que los problemas de deuda en España e Italia volaran por completo la Eurozona.
En los mercados de divisas, el euro cayó por debajo de 1.16 por divisa, por primera vez desde julio, aunque el mayor factor detrás de la caída de la moneda esta semana ha sido la decisión del Banco Central Europeo de extender su programa de flexibilización cuantitativa por lo menos hasta septiembre del próximo año.
Ángel Talavera, analista de Oxford Economics, señaló que la reacción del mercado había sido “extremadamente tranquila, dada la gravedad de la situación política”.
Los rendimientos de los bonos son un punto de referencia para el costo del crédito en toda la economía, y Talavera dijo que a falta de una respuesta más violenta debería limitar el impacto económico.
Se espera que el pronóstico para el crecimiento español el próximo año en solo 0.2 por ciento a 2.5 por ciento.