A su doble rol de madre y CEO, Tania Ortiz Mena añade el de abrir espacios para las mujeres que vienen detrás de ella.
Por Miguel Pallares
El talento no distingue género… y las crisis tampoco. Dirigir una compañía implica un desafío profesional y personal, pero para una mujer, en un país como México, el desafío es doble.
Deben derribar aún ciertas barreras en un ecosistema corporativo aún dominado por hombres, y si eligieron también ser madres, aprender a sortear las exigencias que ello conlleva. La presencia de mujeres en el peldaño más alto de las empresas en México es de apenas 8%, según un estudio de McKinsey & Co.
Las compañías están muy por detrás de los países más avanzados cuyos comités ejecutivos están compuestos en 20% por mujeres, contra el 10% en México.
Otra señal de atraso: serán necesarios 257 años para que las mujeres ganen el mismo salario que los hombres, según el Foro Económico Mundial.
En estos momentos, sea hombre o mujer, el grado de dificultad incrementa para quienes presiden una organización, pues deben enfrentar los estragos de una pandemia y los de una economía en crisis.
Aquí presentamos las historias de cómo lo hacen nueve directoras generales, quienes desde el encierro impuesto trabajan para sacar adelante a sus empresas, y que también cumplen con la responsabilidad de su maternidad bajo las actuales condiciones.
Abrir el camino a otras
A su doble rol de madre y CEO, Tania Ortiz Mena añade el de abrir espacios para las mujeres que vienen detrás de ella. “En el sector de energía todavía no tenemos la participación y visibilidad que deberíamos tener, pero somos cada vez más, nos apoyamos en diferentes organizaciones y siempre buscamos abrir espacios”.
Ortiz ingresó a IEnova, empresa que desarrolla y opera infraestructura energética, hace casi 20 años como gerente. Actualmente cuenta con 1,200 empleados. Cual activista, es parte de una red de apoyo llamada Voces Expertas, conformada por 100 especialistas en energía y, a lo largo de su carrera, ha tenido jefes y jefas que la han ayudado.
Cuenta también con el respaldo de su familia, a la que define como muy distinta a la tradicional. “Mi marido sabe hacer trenzas y colas de caballo. La gente suele decir: ‘Mi esposo me ayuda’, pero los cónyuges no ayudan, es un trabajo en equipo”.
Una empresa dirigida por una mujer tiene cierta cultura y valores, opina. Y las mujeres al frente de una compañía tienen la responsabilidad de asegurarse de la participación de más mujeres en el ámbito laboral.
IEnova cerró 2019 con una ganancia de 8% respecto al año anterior. Sus resultados se debieron al inicio de operaciones de un gasoducto marino y los resultados de operación de sus plantas de energía termoeléctrica.
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