Dr. Pizza sumó a su oferta productos congelados y por lo pronto no reparte utilidades entre los socios.
Por Gerardo Terán*
El espacio que era para 35 comensales y que usualmente estaba lleno ahora lo ocupan mesas, sillas encimadas y refrigeradores puestos a modo de ocultar la vista desde la calle. Al fondo del local, el horno es lo único que funciona con cierta normalidad. Con un poco más de un año, Dr. Pizza –ubicado en la colonia Juárez en la Ciudad de México–ha conseguido hacerse de un buen nombre en el barrio y sus alrededores.
“Desde un principio decidimos que queríamos mantener la plantilla completa,” dice Paul Biasco, socio operador de la pizzería, y explica que no es fácil encontrar un buen equipo como el suyo. “Desde que vimos que la cuarentena afectaría a los restaurantes, se dejaron de repartir utilidades a los socios y todo el esfuerzo de ventas se ha concentrado en pagar salarios”, menciona.
Con la pizza como uno de los productos estrella de las entregas a domicilio, la transición hacia ese enfoque fue natural. Aunque Dr. Pizza ya trabajaba con Rappi, aumentar el servicio de delivery era una necesidad. Por ello desde que comenzó el confinamiento, los meseros del restaurante reparten pizzas en bicicletas donadas y acondicionadas para la entrega. Incluso la gerente hace repartos en motoneta a lugares donde Rappi y las bicicletas no llegan.
Ante la caída de 50% en sus ventas decidieron ampliar la oferta de productos y adelantaron algunos planes. “Planeábamos tener una línea de pizzas congeladas a futuro,” menciona Paul. Las ventas de este producto ya representan casi el 12% de la ventas mensuales. Además, a iniciativa del chef Abraham, la masa preparada que no se usa para pizza se aprovecha para hornear hogazas de pan.
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El uso de las redes, principalmente Instagram, ha sido fundamental en esta nueva etapa. Además de una herramienta para promocionarse, sus clientes usan la plataforma para consultar el menú y hacer pedidos.
A corto plazo, Paul y sus socios seguirán con las pizzas congeladas y repartiendo localmente por sus propios medios. El cambio ha sido tan bien recibido que cuando regresen a operar normalmente sumarán nuevos repartidores. El aprendizaje ha sido difícil pero muy bueno, finaliza Paul mientras acomoda algunas sillas. Hay que mantener un camino libre para no perderse en el desorden.