Howard Schultz parece haber malinterpretado por completo el apetito de Estados Unidos por tener un magnate del café en la Oficina Oval. ¿La reacción corresponde a la arrogancia de un multimillonario o se ha perdido ya el gusto por los candidatos CEO de una vez por todas?
El ex-CEO de Starbucks, Howard Schultz, ha logrado innumerables lanzamientos de productos a lo largo de los años. Después de todo, es el hombre que introdujo los pumpkin spice lattes al mercado, hizo del frappuccino un nombre familiar y nos convenció para que ordenáramos el tamaño de nuestra bebida en italiano. Pero cuando anunció que estaba considerando postularse para presidente de Estados Unidos como un “centrista independiente”, convirtiéndose en el producto que necesitaba vender, la primicia estalló en una feroz bola de furia en Internet.
“La nueva Coca tuvo un mejor lanzamiento que Howard Schultz 2020”, tuiteó Brian Fallon, un exsecretario de prensa de Hillary Clinton. “¿Por qué Howard Schultz no intenta ir al espacio como un multimillonario normal?”, escribió la columnista de The Washington Post Alexandra Petri en Twitter.
New Coke had a better rollout than Howard Schultz 2020.https://t.co/0Ilo3DxO02
— Brian Fallon (@brianefallon) January 29, 2019
Dadas las credenciales del ex-CEO, algunos, incluido Schultz, se sorprendieron por el alcance de la protesta. Además de construir un negocio legítimamente exitoso, Schultz fue uno de los primeros líderes del movimiento de activistas CEO. Fue alabado por ofrecer beneficios para los trabajadores. Abordó el control de armas y el matrimonio gay antes de que fueran los temas que la mayoría de los ejecutivos tocaran.
Hay una gran diferencia entre la postura de un CEO en un tema político y el deseo de que éste se postule para un cargo político. Schultz, al parecer, combinó ambos.
Gran parte de la ira proviene de la izquierda, que teme que Schultz, aunque no tiene posibilidades de ganar, impida que otro lo haga en las elecciones de 2020. Hasta hace poco, Schultz, quien no quiso hacer comentarios en su campaña, había sido toda la vida un demócrata. Pero ahora ha dejado en claro que se ha alejado del partido debido a las diferencias con algunas de las políticas impuestas por un flanco de la izquierda; incluida la propuesta del impuesto a la riqueza de la senadora Elizabeth Warren, que el ex-CEO llamó “ridícula”.
Schultz tomó posiciones drásticas y audaces como cabeza de Starbucks y fue recompensado por ello. No obstante, como candidato, ha sido vago en los detalles, centrándose en cambio en rechazar las propuestas presentadas por otros. Schultz le dijo a Poppy Harlow de CNN que sabe mucho acerca de la atención médica, un problema que describe como estar enraizado “profundamente en mi corazón”. Sin embargo, cuando se le preguntó por su plan, dijo: “hoy no tengo un plan. Todavía no me postulo para presidente”.
Los votantes quieren lo que George H.W. Bush memorablemente llamó como “la visión de algo”, una caratcterística que Schultz tenía como CEO y que hasta ahora carece como posible candidato. “Su candidatura no es convincente”, señala Larry Sabato, director del Centro de Política de la Universidad de Virginia. “No hay nada allí”.
Howard Schultz ¿malas decisiones?
En última instancia, puede que el problema sea que simplemente es el momento equivocado para que alguien como Schultz se postule para la presidencia. Está hundiendo el dedo del pie en aguas políticas en un momento en que algunas personas están “cuestionando literalmente si deberíamos tener multimillonarios”, dice Anand Giridharadas, autor de Winners Take All: The Elite Charade of Changing the World. Ese es un concepto que Schultz ha llamado “antiamericano”, pero que es el tipo de idea radical que hoy está ganando terreno en Estados Unidos.
Mientras tanto, en la derecha, el presidente Trump ha demostrado que está más que dispuesto a castigar a las corporaciones estadounidenses. A medida que ambos partidos se alejan del centro, el profesor de la Universidad de Duke, Aaron Chatterji, explica que ésta podría ser la primera elección en mucho tiempo en que ninguno de los partidos está compitiendo por ser el “partido de los negocios”.
Tradicionalmente, el atractivo del candidato CEO era inyectar la eficiencia y disciplina del mundo corporativo a la percepción de falta de ello por parte de Washington. Giridharadas llama a esto la “metáfora” de los negocios y el gobierno: “hey, puedo equilibrar el presupuesto al igual que equilibro los números de mi empresa”. La actual administración ha desmantelado esa narrativa, argumenta Lee Drutman, un miembro de alto rango del grupo de expertos de inclinación izquierda New America. “Si no hubiera sido por la presidencia de Trump, todavía estaríamos jugando ese mito”, argumenta. En realidad, los sectores público y privado son muy diferentes.
“Se valora lo que Schultz construyó en Starbucks”, opina Mike Greenfield, cofundador y CEO de la firma de encuestas Change Research, “pero eso no se traduce a que las personas piensen que necesitan a alguien así como presidente”.
Schultz ya ha sido acusado de exagerar. En 2015, lanzó una campaña para fomentar la conversación sobre la raza en las tiendas de Starbucks, haciendo que los baristas escribieran “Race Together” en las tazas de café, un movimiento desastroso que estaba fuera de contacto con la realidad. (Schultz expresó: “La ejecución fue errónea”). El comediante John Oliver dijo en broma que la iniciativa demostró que nunca se le había dicho que “no” a Schultz en 25 años. Los clientes parecían sentir que no era el papel de un chico que vendía café instigar una conversación sobre un tema complejo y enredado de una manera tan superficial. Fue una lección que Schultz parece no haber aprendido: hay algunas cosas en las que el público prefiriere que un CEO no participe.
Texto: Beth Kowitt
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