Elizabeth Holmes afirmaba haber reinventado las pruebas sanguíneas con una tecnología revolucionaria.
La historia de Theranos es muy incómoda para Silicon Valley. En 2003, la startup creada y liderada por Elizabeth Holmes afirmaba haber reinventado las pruebas sanguíneas con una tecnología revolucionaria: requería una cantidad mínima de sangre, tenía precios muy por debajo de los laboratorios y hospitales. Además, lo más atractivo era que no requería agujas.
Theranos logró recaudar más de US$700 millones de inversionistas y llegó a estar valuada en US$9 mil millones. En los meses posteriores a su aparición en la portada en Fortune USA en junio 2014, Holmes se convirtió en una celebridad. Con su visión transformadora y guardarropa monocromático, se le llegó a comparar con Steve Jobs.
16 meses después de la portada, The Wall Street Journal informó que Theranos no estaba utilizando sus propias máquinas para hacer los análisis y puso en duda la precisión de las pruebas. La U.S. Security Exchange Commission (SEC) acusó a Holmes y al expresidente de la compañía, Ramesh Balwani, de fraude.
Así, Holmes fue encontrada culpable en marzo pasado y pagará una multa de US$500,000, no podrá ejercer como funcionaria de una empresa pública durante 10 años ni ser dueña u operar un laboratorio médico.
La saga de este ex unicornio deja dos lecciones importantes para el mundo de la inversión de riesgo y la promesa del emprendimiento:
1. VENDER HUMO ES FÁCIL
“Los innovadores que buscan revolucionar una industria deben decirle a los inversionistas la verdad sobre lo que su tecnología puede hacer hoy, no sólo lo que esperan que pueda hacer algún día”, declaró Jina Choi, directora de la SEC en San Francisco.
2. LA VERDAD SIEMPRE SALE A LA LUZ
Holmes decidió eliminar información de manera estratégica con un lenguaje técnico pero apantallador. No importa lo maquillados que estén los números: un engaño no puede durar para siempre.