Inteligencia artificial, blockchain, machine learning y gig economy son algunos términos que se usan con frecuencia cuando se intenta definir el futuro del trabajo. A veces, se concibe como un fenómeno inmediato y otras como algo más lejano. Pero, ¿qué es realmente? ¿Los seres humanos serán sustituidos por robots en las líneas de producción y por softwares de inteligencia artificial en las oficinas?
La respuesta no es tan simple. Para analizar el fenómeno evolutivo de concepto “trabajo” tal y como lo conocemos desde hace varias generaciones, es necesario dar un paso atrás y tener perspectiva.
Al final, los individuos, las circunstancias y las instituciones también tienen un papel dinámico en cómo será el trabajo en el futuro.
Como detonador para esta evolución laboral sin duda está la tecnología que, históricamente, ha reconfigurado la manera de hacer las cosas. Las organizaciones a lo largo del tiempo han automatizado sus procesos.
Hoy esos cambios, implican la integración de inteligencia artificial, realidad virtual o machine learning, entre otras tecnologías.
La inteligencia artificial (o AI, por sus siglas en inglés) es, quizá, una de las tecnologías más atractivas para integrar en los procesos de las organizaciones, pues es muy versátil: en la medicina, sirve para hacer diagnósticos; en el ámbito comercial, para crear interfaces inteligentes que interactúan con los consumidores; en finanzas, modelos predictivos, y un largo etcétera.
Pero después de la tecnología, está el factor humano. Al final, son personas las que integran los nuevos procesos a su día a día. Los cambios demográficos en las diferentes economías del mundo nos dan, por un lado, personas más longevas; y por el otro, una fuerza laboral altamente especializada que, gracias a Internet, se puede contratar bajo demanda, sin importar la ubicación geográfica.
Así como la tecnología y la demografía tienen injerencia en este proceso evolutivo del trabajo, también el exceso de opciones de bienes y servicios ha influido, porque ha cambiado el consumo.
Los mercados son cada vez más exigentes y más proclives a la falta de satisfacción, por lo que las empresas han tenido que centrar su oferta en la personalización y especialización por nicho.
Este cambio en la manera de hacer las cosas, no solamente redefine los procesos, sino que exige un proceso de reingeniería de la fuerza laboral no centrada en la sustitución de la máquina por el hombre, sino en el empoderamiento de los colaboradores gracias a la tecnología, a través del descubrimiento de las capacidades humanas que complementan la automatización.
¿Cómo utilizar la inteligencia artificial para potenciar el conocimiento de los trabajadores? ¿Cómo desarrollar la habilidad organizacional del reclutamiento por gig economy? ¿Cómo incentivar a los individuos a pensar en su propio plan de carrera, que implique un plan de aprendizaje a largo plazo? Son algunas preguntas que podrían ayudar al rediseño de los ambientes de trabajo.
El futuro del trabajo empieza hoy, y son las mismas empresas las que tienen la responsabilidad de establecerlo, no solo a través de su capacidad para integrar nuevas tecnologías, sino también con un enfoque humano, para habilitar a sus colaboradores a través del desarrollo de capacidades que se adapten a la demanda de los mercados y a las realidades demográficas.
Por Pierre Blancher, senior manager de Capital Humano en Consultoría, Deloitte México
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10 tendencias que marcarán el futuro del trabajo en las organizaciones 2019