Ser despedido se considera un hecho traumático, pero puede ser una oportunidad para redefinir qué se quiere hacer laboralmente.
Por Ivonne Vargas
Sonja Lyubomirsky, profesora del departamento de psicología de la Universidad de California, señala que la felicidad se divide en porcentajes: 50% es genética, es decir, producto de la personalidad; 40% resulta de la forma en que la persona reacciona ante los hechos y 10% se debe a las circunstancias.
Con estas cifras, más de una persona podría ‘derrumbarse’ ante la noticia de un despido o aprovechar la oportunidad para colocarse en un proyecto más acorde a lo que se quiere hacer, laboralmente, en el futuro.
Responder a este evento traumático, sin embargo, no es fácil, requiere “reprogramar la mente sobre el concepto de éxito y de fracaso laboral que se enseña desde niños, en las escuelas y los hogares”, señaló Montse Ventosa, coach laboral y VP Talent en TecMilenio.
Ante un escenario de desempleado llegan a la mente de las persoans aspectos como “no soy bueno”, “mercado injusto”, “los empleadores son ingratos y eso no cambiará nunca”.
Lo anterior es resultado de la forma en que muchos colaboradores, sobre todo mayores de 40, fueron educados: confundiendo el éxito con números, con ser los primeros, y con el hecho de que solo el jefe es responsable de desarrollarlos.
El ‘primero golpe’ con el desempleo es “la sensación de perder lo que te valida frente a otros y hace importante, adicional a lo económico”, dijo la VP.
EL DESEMPLEO COMO UNA FORMA DE REDEFINIR METAS
Si en lugar de centrar la energía en ‘quejarse’ del mercado injusto, se observa el despido como una oportunidad de redefinir el propósito de vida, el tipo de trabajo que se quiere (alineado a ese propósito), para qué se es bueno y donde están los talentos más allá de una industria, entonces se genera una posibilidad de crear hábitos que abran las puertas a un nuevo empleo, explicó Simón Cohen, socio fundador de la empresa Henco Global.
Ambos directivos fueron ponentes en el 7º. Foro de la Felicidad, organizado por el Instituto de Ciencias de la Felicidad, de TecMilenio, y donde se estudian las bases de la felicidad a partir de la psicología positiva. Esta especialidad surgió en los años 90’ y entre sus representantes tiene a David Ben-Shahar, profesor estadounidense- israelí, emblemático por su clase de felicidad en la Universidad de Harvard.
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PLAN POST DESPIDO
Vivir el desempleo es de los hechos que mayor depresión causa, triplica el riesgo de desarrollar este cuadro de salud, según reportó una investigación de la Universidad Emory en Atlanta, en la que se cuestionó a más de 3,000 participantes sobre factores que ponen en riesgo su salud, incluyendo el estado laboral.
Generar reacciones positivas ante eventos que atemorizan es el ‘mantra’ de la psicología positiva y como quedarse sin trabajo se considera un evento traumático, Montse Ventosa comentó en entrevista cuatro aspectos para enfrentar el despido:
1. Identificar las causas de la salida. Parece evidente, pero hay que hacer esta tarea con la mayor objetividad posible. El despido puede ser producto de reestructura, que el perfil de la persona ya no encaja con nuevos objetivos, o por problemas económicos en la empresa.
Sin embargo, los empleados, ante el enojo de la perdida de trabajo, incurren en culpar al mercado y al empleador de toda la situación.
Trabajar una lista de cómo “mi trabajo hacía sentido o no en ese lugar, y qué se haría diferente en el siguiente empleo”, ayuda a vivir las entrevistas de trabajo siguientes y la búsqueda laboral con otra perspectiva.
2. Los trabajos eternos ya no existen. Cada vez menos, los despidos son ‘por sorpresa’ y la lección ante uno es aprender a leer el mercado con antelación y prepararse.
“Las empresas deben hacer un esfuerzo en impulsar que la gente ‘reaprenda’ todo el tiempo, pero si el jefe no lo hace, como colaborador, hay que asumir ese reto”, dijo Montse Ventosa.
Decir ‘adiós’ a un empleado puede ocurrir en cualquier momento, y hay que entrenarse en nuevas habilidades para no quedar en desventaja con otros candidatos al buscar trabajo.
3. Definir un propósito y cultivar fortalezas. El empleo es una fuente de satisfacción, eso es un concepto que debe guiar las entrevistas de trabajo futuro, pensando en una opción que se alinee con el propósito de vida. Entonces en vez de caer en la actitud “nadie reconoce mis talentos” o “soy malo en eso” hay que aprovechar para entrenarse en fortalezas que ayudan a sobrellevar momentos traumáticos: inteligencia emocional, flexibilidad cognitiva, creatividad, empatía.
Todo esto se encuentra en la lista de las habilidades mejor valoradas por las empresas y difíciles de encontrar.
4. Partir de un principio de realidad. La tentación tras el despido es ‘fantasear’ con que es el momento de encontrar al jefe y la oficina perfecta está por llegar. Si el 40% de la felicidad depende en cómo se reacciona ante los hechos, es el momento de afrontar que los trabajos y los jefes ideales no existen.
Lo que si es real es que el candidato puede reaccionar diferente ante el despido, transitando de la depresión a pensar en qué lugar y cómo puede capitalizar lo aprendido durante años de experiencia y quién puede ayudar en esa transición.