Durante los próximos tres meses, el acceso a respiradores podría significar la diferencia entre la recuperación y la muerte para miles o millones de pacientes.
Por Clay Chandler
La lista de los 100 mejores diseños de la época moderna de Fortune no mencionó a Forrest M. Bird, y tal vez debió hacerlo.
Las primeras investigaciones del aviador e inventor sobre los problemas de pilotos de la Segunda Guerra Mundial para respirar a gran altitud nos dieron los primeros respiradores mecánicos confiables del mundo.
Fabricó prototipos con latas de pastel de fresa y manijas de puertas, pero varias rondas de mejoras al fin resultaron en una maravilla cardiopulmonar portátil ampliamente utilizada en hogares y hospitales. Las innovaciones de Bird ayudaron a millones que padecían condiciones cardiacas y pulmonares crónicas y agudas, e hizo obsoletos artilugios caros y engorrosos como el pulmón de acero.
La pandemia del COVID-19 ya provocó una escasez de respiradores. A mediados de marzo, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, señaló que su estado tenía menos de 6,000 respiradores, pero que tal vez necesitaría 30,000 de ellos.
Un informe del Centro para la Seguridad de la Salud de la Universidad Johns Hopkins revelaba que los hospitales de Estados Unidos tienen alrededor de 160,000 respiradores y se estima que otros 12,700 llegarán de las reservas de emergencia del gobierno federal.
Sin embargo, James Lawler, especialista en enfermedades infecciosas de la Universidad de Nebraska, advirtió a hospitales estadounidenses que hasta 96 millones de personas podrían contraer el virus. Alrededor de un millón de esas personas necesitará el apoyo de respiradores.
Dicho lo anterior, un estudio en Wuhan encontró que 2.3% de los infectados requieren respiradores —más del doble de la tasa que postula Lawler—. Y eso es apenas en Estados Unidos.
Durante los próximos tres meses, el acceso a respiradores podría significar la diferencia entre la recuperación y la muerte para miles o millones de pacientes, lo cual hace que el asunto de cómo producirlos más rápida y económicamente sea uno de los retos de diseño más urgentes del orbe.
Los funcionarios británicos han enviado rápidamente planos de respiradores a Rolls-Royce y Jaguar Land Rover y Fiat Chrysler está en conversaciones con Siare Engineering, el mayor fabricante de respiradores de Italia.
A fines de marzo, el presidente Trump retó a Ford, General Motors y Tesla a comenzar a producir respiradores, y tuiteó: “Vayan por eso, ejecutivos automotrices, veamos qué tan buenos son”.
GM explora la posibilidad de fabricar respiradores para Ventec Life Systems en una de sus plantas en Indiana.
Lee también: Empresas en México carecen de un plan frente a contingencias como la del COVID-19
Elon Musk, CEO de Tesla, afirma que su empresa trabaja en producir respiradores en sus fábricas y está en conversaciones con Medtronics, además de enviar por aire 1,225 respiradores a Los Ángeles y explicó que las máquinas provenían de China, que ahora tiene un “excedente de oferta”.
Bloomberg Intelligence reporta que los fabricantes chinos podrían producir alrededor de 14,000 respiradores no invasivos en abril para pacientes en Milán y Nueva York.
Mientras tanto, dos hospitales líderes en Montreal ofrecieron un premio de 200,000 dólares para quien idee un diseño sencillo y eficiente para fabricar respiradores. El Daily Mail de Gran Bretaña publicó que los ingenieros del mundo usan Google Docs y Github para intercambiar diseños de respiradores caseros.
De cualquier forma, los respiradores han avanzado mucho desde los prototipos de Bird. Robert Chatburn, profesor asociado de medicina en la Universidad Case Western Reserve, se mofa de la idea de que los fabricantes de autos, diseñadores talentosos o hackers brillantes podrán incrementar mágicamente la producción de respiradores en cuestión de meses.
“Es loable que los fabricantes de autos quieran ayudar, pero solo hay un puñado de personas en el globo que sabe cómo diseñar un respirador, y menos aún cómo producir uno de manera segura a gran escala”, le aseguró a la revista New York.
Estas son máquinas complicadas, con cientos de partes pequeñas producidas por empresas de todo el planeta. Incluso si los fabricantes logran producir miles de ventiladores seguros con rapidez, los hospitales necesitarán distribuirlos con eficacia a las zonas con brotes severos y entrenar a las personas para usarlos correctamente.
No es solo un problema de diseño, sino de cadena de suministro. Sin embargo, a menudo se dice que los diseñadores adoran los problemas difíciles… y este es de verdad difícil.
Te puede interesar: Tres escenarios en donde empeora la economía mundial por el coronavirus