Desde hace casi ocho años se comenzó a ver en redes sociales un agua embotellada diferente a las acostumbradas: Zoé Water, el agua alcalina que los influencers bebían. Fueron pioneros en este tipo de agua en el país.
Para entrar en esta categoría, el líquido debe de tener un pH mayor a siete y tener compuestos disueltos y algún mineral, apunta la Revista del Consumidor de abril 2019 de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).
Desde entonces, el consumo de este producto fue en ascenso en el país. Héctor Cruzado, CEO de Zoé Water señala a Fortune en Español que en los últimos dos años han tenido un crecimiento en su consumo del 65 y 75%.
Junto con Nielsen crearon el subsegmento de Agua Embotellada Premium, donde entra cualquier marca de agua que su precio sea mayor a los $16 o que sea alcalina, y que acapara el 2.5% del mercado de agua embotellada del país y del cual Zoé Water tiene el 37% del mercado.
Cruzado señala que ellos han provocado el incremento de sus ventas por su promoción a través de su campaña de comunicación en redes sociales.
En la publicación de Profeco se dio a conocer que alrededor de 19 marcas de agua alcalina comercializada en el país mentían en su publicidad y en las etiquetas, pues decían tener beneficios no comprobados por estudios científicos y que además no existe una norma que regule su contenido.
El anuncio se basó en un estudio del Laboratorio Nacional de Protección al Consumidor en donde también mostraron la cantidad de minerales y alcalinidad que cada una contenía. El resultado: cada marca difiere estrepitosamente de las otras en su contenido mineral, consecuencia de la falta de regulación.
Las normas que el estudio tomó en cuenta en realidad fueron las que se usan para las bebidas en general: NOM-02 (contenido neto), NOM-051 (información comercial y sanitaria) y la NOM-086 (especificaciones nutrimentales).
Zoé Water estuvo entre las que su etiquetado hablaba de beneficios no demostrados. Estas leyendas se retiraron y la empresa brindó información aprobada por la Comisión Federal para la Protección contra los Riesgos Sanitarios (Cofepris) a Profeco.
El agua alcalina embotellada tiene un precio de casi el doble que el agua embotellada regular. El argumento para este costo son los “beneficios”, no probados, que produce consumir esta bebida: se dice que neutraliza los niveles de acidez del cuerpo, mejora las condiciones de las células e incluso que ayudaba en la dieta durante el tratamiento contra el cáncer.
The New York Times publicó en 2018 que adoptar una dieta de vegetales y agua alcalina funcionaba para “aliviar los síntomas del reflujo”, pero en esa misma publicación un médico declaró que que cree que la mejora “proviene de sus cambios en la dieta en vez del agua”, pero no hubo estudio que avalara ninguno de los argumentos. The Guardian publicó en el mismo año que la organización Fenton revisó varios estudios que buscaban demostrar los beneficios, pero estaban “mal diseñados” y que no existían investigaciones rigurosas.
Además del agua embotellada alcalina, ya hay dispositivos que alcalinizan el líquido, pero lo cierto es que mientras no exista una normatividad ni estudios rigurosos sobre sus beneficios, no habrá parámetros que midan su efectividad y tampoco la calidad entre una y otra marca.