El gasto público en obras públicas resulta insuficiente para impulsar el crecimiento de México y hay cinco síntomas que lo confirman.
Por Mariana Campos, coordinadora del Programa de Gasto Público y Rendición de Cuentas de México Evalúa
México no crecerá si se mantiene el gasto en inversión –sobre todo el distinto de Pemex– tan deprimido. La inversión en infraestructura (agua, carreteras y caminos, transporte, electricidad, salud, entre otros) es un componente vital para lograr bienestar y desarrollo; además, es piedra angular para impulsar la inversión privada.
El pecado original es la falta de evolución del sistema de inversión: si fuera un paciente, sería uno diagnosticado enfermo.
Existen cinco síntomas que nos indican que la inversión pública está en franca agonía:
ES INSUFICIENTE
En el Paquete Económico 2020 se propuso un gasto de inversión física –incluyendo a Pemex– de 2.4% del PIB. Si no se considera la inversión en la petrolera, este gasto como proporción del PIB será solo de 1.3% para 2020, un porcentaje históricamente bajo. El Global Infrastructure Outlook (GIO) estima que nada más en infraestructura, México debería invertir casi el doble de lo que destina hoy en día, considerando sus necesidades en este sector.
NO ES PRIORITARIA EN EL PRESUPUESTO
El gasto en inversión física pública para 2020 presenta una caída de 5.4% real respecto a 2019. Es el quinto presupuesto con recorte para la inversión durante los últimos seis años y en la actualidad representa poco más de la mitad de lo que significó hace seis años.
ESTÁ CONCENTRADA EN EL SECTOR DE HIDROCARBUROS
Al desagregar el último recorte propuesto a la inversión (5.4%), en realidad la inversión física distinta de Pemex sufre un recorte de 11% y la destinada en exclusiva a Pemex tendrá un incremento de 25% real. La inversión en agua caerá 35%. De cada 100 pesos que el gobierno invierte, casi 50 son para Pemex, 3 pesos para salud, 2 para la educación y apenas 43 centavos para agua.
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SE ENFOCA EN POCOS ESTADOS
Son solo tres entidades federativas las que concentran 76% del gasto propuesto en proyectos de inversión para 2020, al considerar los proyectos de Pemex. Estas son: Campeche (41.7% o 167,000 millones de pesos, mdp), Tabasco (21.4% u 85,000 mdp) y Ciudad de México (13.2% o 53,000 mdp), pero el gasto para el resto de los 29 estados es de apenas 15,000 mdp contra 23,000 mdp en los últimos siete años.
SE DESAPROVECHAN POSIBLES FUENTES PARA FINANCIARLA
México debería contar con 33 sistemas de inversión pública, el federal y el de entidades federativas.
También debería atraer más recursos privados a través de esquemas aprovechados desde hace siglos en el desarrollo de la infraesructura en Europa; pero el presupuesto 2020 apenas trae 40,000 mdp de inversión privada, los que es insuficiente, aunque no podrá hacerse sin institucionalizar la política de infraestructura.
Los inversionistas requieren certidumbre y hoy no hay una ley de infraestructura ni un programa a mediano o largo plazo fundado en diagnósticos profesionales que trasciendan sexenios.
El desarrollo de los proyectos de infraestructura está acotado a seis años, en el caso del gobierno federal, lo cual resulta insuficiente, sobre todo para emprender los proyectos más complejos.
Si AMLO busca transformar a México debe replantear la gobernanza de la infraestructura: no puede sujetarse a una visión sexenal y mucho menos a la del interés político en turno.