Con las decisiones que se tomen en los siguientes seis años, Pemex se juega nada menos que su existencia. Hoy, aún sin un plan de transformación claro, sus días están contados.
La buena es que Petróleos Mexicanos (Pemex) sigue siendo una de las empresas más importantes en la lista Fortune Global 500, ocupando la posición #107. La mala es que en este momento está en el hoyo. Y la peor es que sigue cavando. Con ingresos que totalizan más de US$73,850 millones en 2017, la petrolera se distinguió esta edición por ser la compañía del ranking con mayores pérdidas (US$14,846 millones), más del doble que el segundo lugar, Citigroup (US$6,798 millones).
PEMEX
Industria: energía Sector: petróleo y petroquímica
Ingresos totales: US$73,850 millones
Posición en Fortune Global 500: #107
Número de empleados: 116,000 (2017)
Los ya no tan bajos precios internacionales del petróleo, la depreciación del peso frente al dólar, el deterioro de los activos fijos, pero sobre todo, la elevada carga a que la sigue sometiendo el Estado, son las razones que tienen empeorando cada año la situación financiera de Pemex. De esta manera, a pesar de sus altos costos de operaciones y de ventas, así como de su elevadísimo costo financiero, consigue una utilidad antes de impuestos por $52,000 millones. Sin embargo, el Estado le sigue cobrando $338,000 millones por concepto de Derecho de Extracción de petróleo.
Al final, el resultado es una pérdida anual por $280,000 millones, que continúa menguando su patrimonio. Esto con un faltante acumulado de $1.5 billones.
“Pemex ha experimentado pérdidas recurrentes derivadas de sus operaciones; asimismo, presenta una posición negativa de capital de trabajo y un déficit en el patrimonio. Estos hechos o condiciones pudieran generar cierta incertidumbre importante y dudas significativas sobre su capacidad para continuar funcionando normalmente”, dice el despacho Castillo Miranda y Compañía, auditor de la empresa, en su informe al Consejo de Administración.
El total de pasivos de Pemex asciende a unos $3.6 billones, de los cuales $1.88 billones forman parte de su deuda de largo plazo, a los que se suman $1.2 billones en pasivos laborales, es decir, pensiones.
“Con cada vez más tecnología en producción de renovables, pensar en producir gasolinas es tener la cabeza en la mitad del siglo XX”, Manuel Molano, director general adjunto del IMCO
En lo relativo a operaciones, la compañía cayó en todos los ámbitos: generó 1.95 millones de barriles diarios (MMbd) en promedio en 2017, 9.5% menos que en 2016. En cuanto a gas natural, produjo 5,068 millones de pies cúbicos al día (MMpcd), 12.5% menos que el año anterior. Además, produjo menos gas seco y líquidos de gas natural; la generación de petrolíferos (gasolina, diésel, querosenos, combustóleo y gas LP) cayó 19.4%, y la de petroquímicos 20.5%.
La proporción de aceites pesados es cada vez mayor, con 55.7% al cuarto trimestre de 2017. Igualmente, el año pasado la petrolera contó con 500 pozos menos, esto ante el agotamiento de algunos sitios.
El desempeño de Pemex ha sido el tema todo este sexenio. Sin embargo, algunas acciones y planes están orientados a “mejorar los flujos de efectivo, reducir el endeudamiento neto, fortalecer el balance financiero, reducir las pérdidas en el sistema nacional de refinación y continuar con la disciplina administrativa”, agrega Castillo Miranda y Compañía.
Eso, efectivamente incluye recortes. Pemex ha adelgazado su base de colaboradores a marchas forzadas. Si en 2015 contaba con unos 153,000 trabajadores, la proyección es que termine 2018 con 111,000. También la idea es que siga participando en licitaciones de la Secretaría de Energía y asociándose con terceros para aumentar su producción.
“Es una empresa con exceso de personal y lo ha sido por 80 años. Si otras compañías trabajan con una quinta parte de la gente, te explicas por qué tienen problemas para ganar dinero”, señala Manuel Molano, director general adjunto del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). Desde su perspectiva, Pemex “debiera revisar todo su modelo de negocio, mantenerse donde es rentable (en concreto, en exploración y explotación) y asociarse en donde no lo es”.
Ahora la petrolera tendrá que transformarse de acuerdo con otras prioridades. El presiden- te electo, Andrés Manuel López Obrador, piensa capitalizar Pemex (aún no se sabe cómo); pero además planea continuar con una de sus promesas de campaña: la construcción y modernización de refinerías para buscar la soberanía en gasolina en tres años. Si esos fondos salen de Pemex, ¿cómo quedará su balance?
“La refinación tiene un margen de utilidad muy bajo, no hay espacio para errores. Tampoco se trata solamente de tener utilidades, sino de evaluar el retorno de inversión de los millones que se han destinado a las refinerías”, explica Molano. Cabe destacar que la planta más eficiente de Pemex en este segmento no se ubica en México, sino en Texas, EE.UU.
El experto añade que no se ha planteado cuánta producción de petróleo y de qué tipo deberá destinarse a las refinerías para producir todas las gasolinas que necesita el país. Acaso se tendría que aumentar la importación de crudo liviano.
“Es un estado de incertidumbre terrible; a los problemas pasados se suman incógnitas nuevas”, opina Miriam Grunstein, senior partner de Brilliant Energy Consulting.
Igualmente, la especialista apunta que la deuda de Pemex es “escandalosa” y que, si la austeridad daba señales de que algo se iba a arreglar, la construcción de refinerías da señales diferentes.
Exasesora en la Comisión Reguladora de Energía, Miriam Grunstein, senior partner de Brilliant Energy, es contundente y pide una directiva que pueda definir “qué le falta y qué le sobra” a Pemex. “No únicamente los recortes, sino cómo hacer negocio”.En algo coinciden Molano y Grunstein –y aun los propios auditores de Pemex–: la empresa no puede quedarse como está hoy: caminando a paso redoblado hacia el abismo.
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Por Jorge Arturo Monjarás