Solo 10% de los productores de café en el mundo tienen servicios financieros
Mientras los millennials están dispuestos a comprar café hasta con Bitcoins, los caficultores siguen recibiendo su pago con cheque. Al menos hasta que Mastercard logre cambiarlo.
Nadie esperaba el anuncio que hizo Intercontinental Exchange (ICE), empresa dueña de la Bolsa de Valores de Nueva York, en agosto pasado: lanzaría una compañía bajo el nombre de Bakkt con el propósito de “crear una plataforma para comprar, vender, almacenar y gastar activos digitales en una red global sin interrupciones”. Es decir, ICE dio a conocer que sería pionera en el mundo financiero tradicional para usar las controvertidas criptomonedas en el mercado y darles cierta estabilidad.
Además del anuncio, lo que sorprendió fue que Bakkt se crearía con el apoyo de un grupo de importantes empresas, entre ellas, destaca la cadena de café más grande del mundo. “Starbucks jugará un rol clave para desarrollar aplicaciones prácticas, confiables y reguladas para que los consumidores conviertan sus activos digitales en dólares estadounidenses para usarse en las cafeterías”, dijo Maria Smith, vicepresidenta de alianzas y pagos de Starbucks, en un comunicado de la compañía.
Si bien quedó claro que no se podrá pagar un frapuccino directamente con Bitcoins –ya que Bakkt convertirá esta y otras criptodivisas en dólares con los que después se podría pagar en las cafeterías–, los entusiastas tanto del café como del mundo crypto aplaudieron el avance en innovaciones para realizar pagos.
Sin embargo, mientras aumentan las alternativas para que los consumidores paguen su café, quienes lo cosechan siguen con opciones limitadas al momento de ser remunerados por su importante trabajo. “Hacemos miles de cheques,” señala Catalina Eikenberg, jefa de negocio sustentable de Neumann Kaffee Gruppe (NKG), grupo alemán que provee cerca del 10% de los granos de café en el mundo.
Según la directiva, esto se debe a que el 90% de los productores de café con los que trabaja en distintos países no tienen acceso a servicios financieros. Por ello, cobrar un cheque sigue siendo la opción más práctica para ellos –aunque viajar por horas para ir a un banco y transportar el dinero físicamente no es la idea más clara que hoy tenemos de practicidad–.
Coincide que varios países productores de café tienen altos índices de personas sin servicios financieros.
PROYECTO ROBUSTO
Coincide que varios países productores de café observan altos índices de personas sin servicios financieros. En Brasil, el principal exportador a nivel mundial, 55 de sus 209 millones de habitantes no tienen una cuenta bancaria. En Etiopía, quinto mayor productor, sólo 4% de la población tiene tarjeta de débito. En Uganda, octavo en la lista de los principales productores, únicamente el 17% de la gente posee una cuenta bancaria.
Y en México, novena nación exportadora de café, el 67% de los municipios del país tiene un nivel bajo de inclusión financiera.
No es que las empresas dedicadas a la venta de este commodity desconozcan la situación. Al contrario, son quienes suelen tener más información sobre el problema. Tal es el caso de NKG. “Compramos granos de café a productores en países donde crece y los vendemos en todo el mundo”, explica Eikenberg. Al estar en contacto tan cercano y frecuente con productores de países como México, Kenia y Uganda, NKG conoce sus circunstancias.
Eikenberg da algunos datos sobre los caficultores mexicanos en específico: “el productor promedio tiene entre 40 y 50 años de edad y 1.5 hectáreas plantadas de café. Algunos en la zona caficultora de Chiapas ni siquiera hablan español. Prácticamente tienen cero inclusión financiera y, al igual que pasa en otros países, muchos no pueden proveer sus necesidades básicas”.
La Exportadora de Café California, con sede en Tapachula, Chiapas, opera desde hace casi seis décadas y tiene por lo menos una trabajando con NKG. Es uno de los principales proveedores de la industria cafetalera en México y concentra casi el 20% de la cuota de mercado. NKG, que se jacta de ser uno de los proveedores de café ‘verde’, o ético, más grandes del mundo, ha comenzado a enfocarse en la sustentabilidad de sus caficultores, como los que trabajan en la Exportadora.
“Lo que vemos es que necesitan financiamiento a corto y largo plazo para invertir en sus granjas”, continúa Eikenberg. El ciclo del café lo exige: la cosecha solamente ocurre durante tres meses. El resto del año depende de una buena administración del pago recibido en la cosecha, lo cual puede ser un problema cuando surge un gasto inesperado.
“[Los caficultores] no tienen acceso a crédito porque los bancos y las instituciones financieras ven mayor riesgo en los pequeños propietarios que usan efectivo”, dice Laura Mackenzie, vicepresidenta de Prepagos de Mastercard Global.
“Los bancos locales fijan sus parámetros de riesgo con metodologías de pago. Si la mayoría cobra el cheque para disponer de efectivo, no hay registros de otras transacciones y los bancos emisores no están dispuestos a dar créditos. No tienen más opción que lidiar con intermediarios, con lo que pueden perder entre el 35 y 40% del precio de mercado de su cosecha”. Para este problema, NKG busca implementar una solución efectiva. Se unió con Mastercard para lanzar un programa piloto que digitalice los pagos que reciben los caficultores.
“Intentamos identificar oportunidades dentro de la cadena de suministro en donde el efectivo todavía sea el método predominante de pago”, aclara Mackenzie. Los pagos a caficultores provienen de los grandes empleadores o de los proveedores; Mastercard analiza cómo pueden mejorarse los flujos de pago para que los productores puedan ahorrar tiempo, reducir riesgos y recibir un pago completo, cosa que tal vez no ocurriría mediante intermediarios.
Según datos de NKG, un grupo importante de los productores de café en México tiene entre 40 y 50 años de edad, algunos ni siquiera hablan español y prácticamente ninguno tiene acceso a servicios financieros; siguen recibiendo su pago vía cheque. Mastercard confía en que digitalizar sus pagos puede facilitar sus complicadas vidas.

SIN ENDULZAR
El proyecto es ambicioso por diversas razones. Para empezar, cada país presenta retos distintos para el proyecto de NKG–Mastercard. En Kenia, los pagos a caficultores se digitalizaron de manera sencilla vía dinero móvil, o mobile money –usa el teléfono celular como cartera y transfiere dinero con una divisa digital vinculada con la tarjeta SIM (que no es lo mismo que una criptodivisa)–.
Con dinero digital, por ejemplo, se pueden hacer pagos vía mensaje SMS. El 48.76% del PIB de este país africano ya se mueve con dinero móvil; algo que no sorprende porque el 93% de la población local tiene acceso a estos pagos.
Sin embargo, esto no ocurre en nuestro continente de igual forma. “El dinero móvil no funciona en Latinoamérica”, asegura Eikenberg. Aun cuando hay un alto porcentaje de personas con teléfono móvil, se requiere un esfuerzo conjunto de todas las empresas de telecomunicación que operan en la región y, por cuestión política o económica, resulta complicado en Latam. “El ecosistema no va a estar desarrollado en los próximos tres o cinco años,” precisa la directiva de NKG. En vez de insistir con esto, la solución que desarrolló con Mastercard para México, donde arranca su piloto, es una tarjeta bancaria en la que los caficultores pueden recibir su pago directamente.
Además de esta facilidad, el pago digitalizado trae consigo una mayor oferta de servicios financieros. “Queremos crear una relación sólida entre NKG y el pequeño productor para que logre obtener su pago completo, sin que se queden porciones regadas en el camino”, afirma Eikenberg.
Al establecer estas relaciones, NKG puede ofrecer una línea de crédito revolvente durante el año. “Idealmente, mediante la tarjeta podrían disponer de efectivo en el momento que lo requieran”, explica, “sin necesidad de recurrir a un ‘coyote’ que les va a dar tasas altísimas de interés”. Al llegar el pago del período de cosecha, los caficultores pueden reabastecer su crédito y también van construyendo historial con NKG y sus aliados.
El ecosistema terminaría conformándose así: NKG realiza los pagos vía las tarjetas, el operador de las mismas es Mastercard y el banco emisor, en el caso de México, es Banco Azteca.
MEJOR EN COMPAÑÍA
El éxito del programa entre Mastercard y NKG dependerá de cómo la digitalización del pago de los caficultores afecte la vida diaria de su comunidad, que está acostumbrada al efectivo.
“Si no hemos hecho nuestro trabajo para preparar al ecosistema, al final del día la digitalización no va a funcionar”, señala Laura Mackenzie, VP de Prepagos de Mastercard Global. Aunque la directiva confía en que su trabajo rendirá frutos.
“Cada programa que hacemos es a la medida”, asegura. “Identificamos la necesidad yendo a hacer un diagnóstico de primera mano”. Para el programa con NKG, Mastercard visitó los cafetalesy conoció a la comunidad, desde los comerciantes locales hasta las compañías eléctricas. El principal reto será involucrarlos a todos.
NOTAS SUTILES
NKG y Mastercard confían en que este proyecto piloto, que inicia con 150 pequeños productores en Chiapas, alcance los 1,000 participantes en 2019. Para NKG, es una manera de fortalecer su cadena de suministro.
Para Mastercard, el proyecto contribuye a sus metas de inclusión financiera. “Tenemos el objetivo de traer a 500 millones de personas al mainstream financiero para el año 2020”, menciona Mackenzie. “Para ello, hemos hecho acuerdos con diversas organizaciones”. Tal es el caso de NKG.
Aunque el proyecto no viene sin retos. Uno de los principales será convencer a más caficultores para que participen en él. “La reacción inmediata de los productores es tener un poco de miedo”, advierte Eikenberg.
“Los bancos no tienen muy buena reputación y los caficultores desconfían de ellos.” Pero en cuanto los early adopters del proyecto comiencen a ver y compartir sus buenos resultados, Eikenberg confía en que más se sumarán. En otros países, asegura, la productividad de los caficultores ha aumentado un 800% cuando tienen créditos y disponen de efectivo con su tarjeta, “pues así van comprando hectáreas, tractores o el equipo que requieran”.
Asimismo, el uso de tecnología puede atraer a caficultores más jóvenes. “Los mayores aún quieren billetes y cheques”, señala Mackenzie. “Los smartphones emocionan a las nuevas generaciones. Si podemos mejorar su vida como productores, construir negocios rentables y acercarlos a la tecnología, puede que muchos de ellos ya no quieran irse de los cafetales, como ha estado ocurriendo”, opina Eikenberg.
Otro reto, reconoce Mackenzie, será ampliar la aceptación de estas tarjetas en su ecosistema. De nada sirve comenzar a otorgar plásticos en una comunidad donde nadie los recibe. Por ello, el proyecto, que se lanzó en México con productores de Exportadora de Café California a finales de 2018, pretende colocar terminales de tarjeta en su comunidad en Chiapas e incentivar el uso cotidiano en comercios locales.
Al final, lo que la alianza se propone es mejorar la calidad de vida de estos desaventajados productores. En seis meses, se verán qué cosas del programa piloto hay que mejorar antes de lanzarlo en más lugares.
“Queremos alcanzar la mayor cantidad de productores”, dice Eikenberg. “Para hacerlo, requerimos tecnología”. Y en el mundo del café, no sólo los consumidores más fieles la están aprovechando.
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