Enrique Majós, primer CEO de Gentera, busca una solución en esta industria para atender a un sector carente de servicios financieros y tecnología.
Fiinlab no es una incubadora, un fondo de inversión o un espacio de coworking. Es “el socio estratégico para el emprendedor de tecnología financiera (fintech) que se dedica a la inclusión financiera”, señala Enrique Majós, CEO de Gentera, el holding dedicado a microfinanzas más grande de México, también con operaciones en Guatemala y Perú.
La propuesta concreta de este laboratorio de innovación que Majós creó en enero de 2016 -antes de ocupar la dirección general- es precisamente la de impulsar a las startups de este rubro que busquen promover el tema en el país. Sin embargo, el reto para lograrlo es mucho más complicado de lo que parece en un inicio.
El término “inclusión financiera” tiene distintas interpretaciones dependiendo de quien lo exprese. Para el gobierno de México, significa “implementar mejores prácticas para permitir a la población el acceso y el uso de servicios y productos financieros formales”, según lo declara la Política Nacional de Inclusión Financiera 2016.
Pero para Gentera implica una “vocación social para brindar oportunidades de desarrollo a gente que no las tiene”, en voz del propio Majós.Aunque parecieran similares, el CEO enfatiza la diferencia: “para Gentera, inclusiónfinanciera no sólo implica entregarle una tarjeta de crédito a alguien que no la tenía antes.
Es lograr que su vida mejore a partir de tener acceso a un instrumento financiero como ese”, dice en entrevista para la edición de noviembre de la revista Fortune en Español.
Desde agosto de 2017, Majós reporta a directamente a Carlos Danel y a Carlos Labarthe, presidentes y fundadores de la organización, quienes decidieron crear la posición de CEO para continuar con el crecimiento de la organización.
Si las soluciones del Fintech están basadas en mejorar la experiencia y servicio al cliente mediante el uso de la tecnología, las limitantes para implementarlas en el sector de microfinanzas resultan frustrantes.
La tecnología ha mejorado a un ritmo exponencial en años recientes y el hardware, como los smartphones y computadoras, se ha abaratado. Sin embargo, esto no significa que todo el país ya tenga acceso a internet.
53 millones los mexicanos no tienen una cuenta bancaria.
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) reportó en diciembre de 2016 que por cada 100 habitantes en México hay sólo 60.1 conexiones de banda ancha fija; el promedio de la OCDE es de 99.
Además, según el INEGI, el uso de Internet es proporcional al nivel de estudios del usuario: 94.1% de quienes cuentan con estudios superiores se declaran usuarios de Internet en actividades habituales, mientras que sólo el 48.7% de quienes cuentan nada más con educación básica lo hace.
Según el CONEVAL, el rezago educativo es el principal indicador de carencia social para los 53 millones de personas que viven en pobreza en el país. Y son, justamente, 53 millones los mexicanos que tampoco cuentan con una cuenta bancaria.
Si el Fintech apuesta por la tecnología masiva y accesible, como smartphones e Internet, para facilitar servicios financieros, ¿cómo le puede ofrecer servicios a un grupo que tampoco tiene acceso a estas tecnologías?
“Sin duda, es más retador el poder ofrecer servicios financieros digitales a un sector tradicionalmente rezagado que a gente que siempre ha tenido una tarjeta de crédito”, confiesa Majós.
Blockchain para avanzar
El problema principal de Compartamos es que a su cliente, usualmente mujer, primero le debe ofrecer una cuenta de ahorros para que ahí tenga su dinero; después, transformar esa cuenta en digital para hacer transacciones en línea –considerando, por supuesto, que la persona tenga la confianza y educación financiera suficiente para llevarlas a cabo–.
Una de las opciones que está considerando para hacerlo es el blockchain. “Para el sector financiero, el blockchain y el Bitcoin pueden ser muy disruptivos”, menciona Majós, “pero hay que entenderlo bien antes de empezar a aplicarlo porque también tiene sus riesgos”.
El blockchain tiene el potencial para cambiar por completo la manera en que se realiza todo tipo de transacciones, incluyendo el intercambio de divisas, de valores o de información.
Los académicos Alex y Don Tapscott, en una publicación reciente de Harvard Business Review, establecen que “al reducir los costos de transacción entre todos los participantes de la economía, el blockchain permite operar modelos de colaboración masiva entre pares que podrían volver redundantes nuestras maneras existentes de organizarnos”.
Para Majós, el potencial de esta tecnología aplicada al fintech de microfinanzas podría beneficiar al Buró de Crédito.
Debido a que es una institución que expide datos sensibles necesarios para cualquier crédito, si ésta estuviera montada en el blockchain, la información sería rastreable, anónima, certera y fácilmente accesible para los involucrados. Podría, incluso, beneficiar la lucha contra el robo de identidad y el fraude en las transacciones.
“El reto se queda en la privacidad de la información”, explica Majós. “Lo que hacen estas tecnologías es transparentar la información y abrirla a mucha gente con el propósito específico de que todos estén validando las transacciones. Habrá que ver qué información privada o delicada estamos dispuestos a compartir a la red a expensas de esta tecnología”.
“No veo una institución que provea servicios financieros que siga viva sin nuevas tecnologías”.
– Enrique Majós
Objetivos viables
A pocos meses como CEO de Gentera, Majós tiene muy bien identificada la ruta que la compañía debe seguir. “No veo una institución que provea servicios financieros que siga viva dentro de cinco años si no adoptó las nuevas tecnologías”, afirma.
“No veo a ninguna,incluidos nosotros”.En este sentido, su prioridad se concentra en la propia operación del corporativo. Conocedores del sector de microfinanzas saben que es uno muy costoso de operar.
“En primera, sus tasas operativas son altísimas”, explica Vicente Fenoll, “pues tienen demasiadas sucursales físicas, muchísimos empleados para atenderlas y un porcentaje importante de impagos”.
Majós coincide: “tenemos un modelo que tradicionalmente ha sido muy intensivo en mano de obra, y eso ha hecho que durante mucho tiempo cobremos tasas por encima del sector bancarizado”.
En el análisis sectorial de microfinancieras en México, publicado en junio de 2017, la firma HR Ratings desglosa los gastos administrativos de Gentera en 2016: 9,582 millones de pesos, con lo cual su índice de eficiencia operativa es del 40.4%.
En este sentido, si Gentera adoptara para sí misma algunas de las tecnologías que impulsa en Fiinlab, la experiencia del cliente sería mejor.
De esta manera, si el conjunto de variables es lo que logra objetivos a gran escala, la experiencia de Compartamos, la innovación de Fiinlab y el conocimiento práctico que Majós tiene de ambos sin duda son una buena combinación para que Gentera intente alcanzar los suyos.