El gobierno alemán ha apostado mucho por las baterías. ¿Pero esta inversión está en el lugar correcto?
La industria automotriz es vital para la economía alemana, y los autos se están volviendo eléctricos. Por lo tanto, la idea es que Europa, y Alemania en particular, deberían estar fabricando más baterías.
Esta es una industria en auge: se proyecta que las ventas de baterías de vehículos eléctricos alcancen los US$60,000 millones para 2030. Pero las compañías que las producen son prácticamente todas de China, apoyadas por los subsidios estatales para los fabricantes de automóviles, y se prevé que ocuparán el 70% del mercado.
También hay grandes jugadores japoneses y de Corea del Sur, como Panasonic (socio de batería de Tesla y Toyota), LG Chem y Samsung SDI.
Alemania quiere algo de todo esto. En noviembre, el gobierno anunció un fondo de €1,000 millones (US$1,120 millones) para que las empresas alemanas desarrollen y construyan celdas de batería.
La Estrategia Industrial Nacional de Alemania 2030, que se dio a conocer en febrero, expresó su inquietud de que “si la plataforma digital para la conducción autónoma con Inteligencia Artificial procediera de EE.UU. y la batería de Asia para los automóviles del futuro, Alemania y Europa perderían más del 50% de valor agregado en esta área”. ¿La solución? Asistencia estatal para la producción de celdas de batería.
Pero no todos están convencidos de que este enfoque tenga sentido. “Se está gastando el dinero de los contribuyentes”, dice Ferdinand Dudenhöffer, profesor de economía automotriz en la Universidad de Duisburg-Essen y veterano de empresas automotrices como Opel y Porsche. “Es estúpido. Es una locura lo que está haciendo nuestro ministerio
de economía”.
Según Dudenhöffer, el gobierno está buscando valor en el lugar equivocado. Sugiere que las compañías europeas renuncien a la producción de baterías, que cedan ese negocio a Asia y, en su lugar, investiguen nuevos materiales que superen las limitaciones de las baterías de iones de litio actuales como el rendimiento en climas fríos.
“El valor no existe en el proceso de fabricación donde quieren gastar €1,000 millones”, asegura. “El valor está en los materiales”.
Por David Meyer
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