¿Qué es ‘competencia? A marchas forzadas en su modernización y saneamiento financiero, CFE deberá empezar a competir con otras empresas por primera vez en muchas décadas. Que gane la mejor.
Fue un buen año –2017– para la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Con ventas por US$26,108 millones, un destacado 38.6% de incremento con respecto del año anterior, la empresa #454 de la lista Fortune Global 500 parece estar aprovechando las ventajas de las reestructuraciones, así como los subsidios por parte del gobierno federal.
CFE
Industria: energía Sector: electricidad
Ingresos totales: US$26,108 millones
Posición en Fortune Global 500: #454
Número de empleados: 90,005
Esta empresa pública (o “empresa productiva del Estado”) aprovecha oportunidades mientras Pemex sigue cediendo terreno. A fines de 2014, la Secretaría de Hacienda liberó recursos para empezar a asumir la carga del pasivo laboral de ambas compañías, una suma estratosférica que se volvía cada vez más peligrosa. Y lo hizo con la condición de cambiar el contrato colectivo de trabajo. De esa fecha en adelante, los trabajadores recibirán pensiones individualizadas, como todos los demás.
Actualmente, la CFE recibe $161,000 millones al año para hacer frente a los mencionados pasivos, pues cuenta con 90,000 trabajadores (incluyendo eventuales) y otros 45,000 están ya en el retiro. Además, el año pasado obtuvo $66,0000 millones adicionales por concepto de subsidios tarifarios.
La Reforma Energética le abrió nuevas posibilidades. Hoy, la CFE puede generar su propio flujo eléctrico, pero también puede comprarlo en un mercado abierto de energía a generadores privados, según le convenga. Igualmente, cobra por transmitir la electricidad, que ya pueden generar terceros, a través de su red.
“Una empresa que tiene tan pocas facultades para fijar los precios de sus productos, que está sujeta a un presupuesto, que tiene áreas en donde no gana dinero, no puede estar sana”, Miriam Grunstein, senior partner de Brilliant Energy Consulting.
Sin embargo, de forma muy interesante, ahora puede participar en la compra y venta de combustibles a terceros, al ser poseedor de una de las redes más extensas para el transporte de gas natural. Tan sólo esta actividad le dio ingresos por $22,000 millones en 2017, que se suman a los $373,747 millones que obtiene por vender electricidad y $883 millones por transportar energía. Agregando subsidios más otros ingresos, totalizó $493,891 millones, y logró un resultado de operación positivo por $47,547 millones.
Si se agrega un resultado financiero positivo por impuestos diferidos, la CFE obtuvo una utilidad neta por $107,910 millones en 2017. Esta es una cantidad muy inusual y que será difícil de igualar a futuro.
Según las cifras a junio de 2018, la CFE lleva acumulada una pérdida semestral: casi $40,000 millones. La razón es una disminución en el precio de la energía de 9%. Como no parece evidente que el ingreso se vaya a recuperar en el segundo semestre, la CFE –con todo y sus 13 nuevas subsidiarias, su importadora de gas en Estados Unidos, su pasivo laboral apoyado por el Estado y sus nuevas facultades de operación–, continúa sujeta al manejo político del precio final de su producto.
En medio de este panorama en México, el servicio de energía eléctrica está estrenando tres nuevos contendientes: BH Energy Supply, Enlace y Representación Gubernamental T&M, y Suministro Básico del Centro (Subace), empresas que, a partir de 2019, podrán adquirir energía del mercado mayorista y venderla a usuarios finales. Uno de ellos es un viejo conocido: Subace está formado por el ex-Sindicato Mexicano de Electricistas (SME).
Estas tres empresas se enfocarán en el suministro a hogares y comercios, mientras que muchas más se están apuntando a llevar energía a nivel industrial.
“En energía eléctrica hay una dinámica más racional que en materia petrolera”, opina Manuel Molano, director adjunto del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO). No obstante, señala que la CFE tiene que enfrentar, además, que algunas de sus plantas estén a punto de finalizar su vida útil.
Otra incógnita es su futuro director, Manuel Bartlett. “Me parece que su visión del sector no es clara, está atrasada; ojalá le informen bien y escuche a los consejeros independientes”. También habrá que ver el funcionamiento de su equipo. La experiencia política de Bartlett podría ayudar para coordinar a tantos miles de trabajadores a través de su sindicato, mientras sus asesores técnicos le proponen mejoras.
Para Miriam Grunstein, senior partner de Brilliant Energy Consulting, saber si la CFE está ganando o perdiendo dinero es fuente de controversia. “La CFE tiene pérdidas técnicas por fallas en la infraestructura y por temas delincuenciales. Una empresa que tiene tan pocas facultades para fijar los precios de sus productos, que está sujeta a un presupuesto, que tiene áreas en donde no gana dinero, no puede estar sana. Vive en un mundo de distorsiones”, apunta. Pero las distorsiones no harán sino acrecentarse con la futura condonación de $46,000 millones en adeudos, anunciada por el gobierno entrante. Tanto la CFE como su naciente competencia tendrán que funcionar en un ambiente donde la mayoría no paga la luz a precios reales y otros ni siquiera la pagan.
¿Podrá adaptarse al nuevo entorno competitivo, producir a partir de fuentes renovables
y renovar su planta productiva? ¿O serán estos años de utilidades un efímero brillo en la historia de la CFE?
También lee: Ranking | Global 500 de Fortune
Por Jorge Arturo Monjarás