Marcas de high fashion voltean a ver a la moda urbana como inspiración para hacer modelos cada vez más feos, toscos y antiestéticos –una fórmula que, ante todo pronóstico, patea traseros en puntos de venta–. El resultado: los ugly sneakers.
Podemos culpar, o quizá ovacionar de pie, a Shawn Stussy por haber reconfigurado al mundo de la moda a través del streetwear o la moda urbana. Con un toque de hip hop y claras influencias de las culturas surfer y skater de la costa oeste de Estados Unidos, el espíritu independiente de Stüssy vivió un éxito inesperado durante los años ochenta cuando decidió imprimir su ahora icónico logo en algunas playeras.
Para finales de aquella década, las “s” entrelazadas –un claro homenaje a Chanel– se habían popularizado en Nueva York, generando ingresos por US$17 millones. Además del triunfo económico que esto representaba para la emergente marca, Stüssy logró un cambio irrevocable, de tal magnitud que en pleno 2018 vivimos el eco de su impacto.
Populares entre los millennials, marcas como Vetements y Off-White han logrado graduarse de este proceso de democratización de la moda. Su propuesta es la moda urbana del siglo XXI, compuesta de ropa cómoda y con frecuencia exagerada en proporción o adornos. Aunque quizá lo más particular de esta nueva tendencia es la de combinar el streetwear con el lujo. La ironía es que estos dos estilos que se pensaban completamente extrapolados ahora funcionan como el reflejo ideal del zeitgeist.
Un ejemplo es lo que ha pasado con marcas emblemáticas de lujo, como Louis Vuitton. Cuando Marc Jacobs se encontraba al frente de la casa francesa, ésta ya tenía cierto romance con el streetwear. Pero fue con Kim Jones –entre 2011 y principios de este año cuando la marca reforzó sus intenciones para dirigir sus pasos hacia este nuevo camino–.
Las casas de moda, como Louis Vuitton y Balenciaga, se dieron cuenta que crece cada vez más la popularidad de los sneakers.
Jones fue quien impulsó las primeras colaboraciones con marcas de streetwear. Su clientela nueva, dispuesta a hacer filas interminables para comprar, creció a tal grado que en enero de 2018 Vuitton tomó una sorpresiva decisión corporativa. Anunció la salida de Kim Jones como director de su línea masculina para darle la bienvenida a Virgil Abloh, el diseñador ghanés-americano –y muy amigo de Kanye West– que fundó la marca Off- White en 2013, la favorita de figuras como Gigi Hadid y Jay-Z. Y en 2017 fue reconocida como la mejor marca Urbana de Lujo en los London Fashion Awards.
DE LA CALLE A LAS PASARELAS: LOS UGLY SNEAKERS
Además del éxito de Off-White, una de las principales razones por las que Abloh llegó a Louis Vuitton se encuentra a nuestros pies: los sneakers. Abloh –una de las personas más influyentes del mundo en 2018 según la revista Time– ya había colaborado con Nike, Vans, Umbro y Air Jordan para sacar tenis con un costo entre los US$130 y US$500, que se agotaban en minutos. Por su precio, estos estaban acercándose más a ser zapatos de lujo.
Por ello, las marcas deportivas que, por años habían dominado el mercado de los tenis, hoy se enfrentan a una competencia antes insospechada: las marcas de high fashion. Vuitton y otras casas de moda como Céline, Balenciaga, Prada, Dior Homme, Gucci y Lanvin se dieron cuenta que los sneakers están creciendo en popularidad y convirtiéndose en una categoría por sí misma.
El fenómeno también sucede de manera inversa. A través de innovación constante, tecnología y una experiencia cada vez más inmersiva, Nike –que este año descendió una posición en el ranking Fortune 500, colocándose en el lugar 89 – se comienza a percibir como una marca de lujo. El modelo HyperAdapt 1.0 es una muestra clara.
A un precio de US$720, los tenis que se amarran automáticamente al introducir tus pies parecen extraídos del futuro (de hecho, fueron inspirados por la saga Back to the Future). Marcas como Puma y Adidas están experimentando el mismo fenómeno.
Durante las temporadas recientes hemos visto cada vez menos zapatos formales caminar por la pasarela. En las calles, esta moda se ha traducido sin mayor sorpresa. MatchesFashion.com, sitio que ofrece más de 400 marcas de moda en línea y en sus cuatro tiendas en Londres, afirma haber registrado un aumento del 150% en las ventas de tenis el año pasado. Mientras que los ingresos de sus modelos más obscenamente chunky han crecido un 400%.
Gustavo Prado, director de Trendo.mx, una agencia mexicana de tendencias, señala que este éxito no se dio de la noche a la mañana. “Este fenómeno se originó con la colaboración de Raf Simmons para Adidas a finales de los noventa. Aunque la idea de unos zapatos toscos con una combinación poco común no se adaptó de manera instantánea”, agrega. Según datos de Lyst, sitio que reúne a más de 100 millones de búsquedas relacionadas con la moda, en 2017 los sneakers superaron a las bolsas al tener más de tres millones de búsquedas mensuales.
La colaboración a la que hace referencia Prado es mítica. Con un toque de ciencia ficción, el modelo Ozweego deja atrás las características franjas laterales de la marca y destaca su combinación poco común de marrón y rojo. El Ozweego es considerado como el abuelo de los ugly shoes; el predecesor de un fenómeno que, nutrido por la renacida apreciación por los tenis, hoy atestiguamos. Sólo era cuestión de esperar a que lo feo fuera alabado entre influencers y celebridades para que aparecieran los Triple S de Balenciaga o los Yeezy 700 de la marca de Kanye West.
Balenciaga vive su mejor momento. Y podemos responsabilizar a los Triple S –cuyo precio de venta es de US$895– por el crecimiento que ha experimentado en los últimos años. Perteneciente al portafolio de Kering, conglomerado de marcas de lujo, Balenciaga espera que en el mediano plazo alcance ventas de US$1,200 millones. Esta tendencia está teniendo repercusiones en todas las categorías de la marca española, incluyendo bolsos y ropa que en algunos casos crecen más del doble. Su apuesta por lo feo sin duda está funcionando.
Con los límites entre las marcas de moda y el streetwear diluyéndose cada vez más, esa intersección puede ser un riesgo para la identidad de cada una.
¡VENDIDOS!
Una parte clave que ha detonado la fiebre por los sneakers radica en las subastas y la reventa. Los intercambios y compras de ediciones limitadas raras han existido durante décadas, aunque en los últimos años han tenido una gran aceleración. John McPheters y Jed Stiller crearon Stadium Goods, una tienda de reventa de streetwear y sneakers que con pocos años de vida ya cuenta con el apoyo de LVMH Luxury Ventures.
Marcas de este tipo están luchando por mantenerse actualizadas mediante artículos de lujo personal como prendas de vestir, calzado y bolsas, que en 2017 generaron €260,000 millones y se estima que esta cifra llegará a €280,000 millones en 2018, según Bain.
Al parecer, la moda está dejando atrás el minimalismo y ofreciendo una mirada fresca –incluso antiestética– a los compradores jóvenes para reapropiarse del look nerd de un típico papá noventero. La ayuda de celebridades como Kendall Jenner o Chiara Ferragni ha sido fundamental para lograrlo. Parte de su gran éxito está en aprovechar el cambio radical de un estilo de vida que cada vez exige mayor comodidad.
¿Quién querría utilizar tacones de 12 cm o un traje con incómodos zapatos formales después de vivir la comodidad de unos sneakers? Este calzado es la cura perfecta para la seriedad que rodea a la moda, pero también resulta ser una poderosa declaración con excelente timing.
Durante el festival de cine de Cannes en mayo pasado, la actriz Kristen Stewart decidió quitarse los tacones y caminar descalza para protestar sobre la regla tácita que da preferencia al uso de zapatos altos durante el evento. Elizabeth Semmelhack, historiadora de calzado y curadora del museo Bata Shoe en Toronto, afirma que “el tacón alto está perdiendo peso, y creo que está relacionado con el movimiento #MeToo”, dice. “Es una especie de momento complicado en la política actual, la política de género y la política del calzado”.
Con los límites entre las marcas de moda y el streetwear diluyéndose cada vez más, se podría llegar a pensar que justo en ese cruce reside el riesgo. Uno de los nuevos retos para el high fashion es saber diferenciarse de su nuevo aliado sin dejarlo de lado por completo. Tal vez en algún momento el mercado se va a saturar y lo feo dejará de ser cool; otros declaran que la especialización será la next big thing.
Algo es bastante seguro: en este mercado que en 2017 valía US$38,000 millones tan sólo en EE.UU., los skaters y surfers representan una mínima parte de los consumidores. Con Balenciaga, Off-White y Vetements liderando el top de marcas de Business of Fashion, la industria está viendo precios de reventa más absurdos y sneakers cada vez más chunky. ¿Qué será lo siguiente?
Por Andrea Norzagaray