La mesa está puesta para la explotación de las energías renovables: avances tecnológicos las han hecho más rentables, la reforma energética abrió la puerta para más inversión privada y las condiciones naturales están ahí para sacarles provecho. ¿Qué falta?
El pasado 2 de septiembre, 80% del territorio de Tijuana se quedó sin energía eléctrica. La ciudad es el punto más voluminoso de tráfico de bienes y personas con Estados Unidos y una plaza importante de maquiladoras.
Muchas de ellas dejaron de operar. Los semáforos dejaron de funcionar, lo que provocó un caos vial generalizado. Los hospitales recurrieron a las plantas de diesel. Cuatro de los cinco municipios del estado de Baja California se vieron afectados por un apagón que duró más de tres horas.
En mayo, el Valle de México también sufrió apagones, así como Yucatán a principios de septiembre.
“Llama mucho la atención que el gobierno federal haya cancelado la inversión de la interconexión que iba a haber entre Baja California y el resto del país”, dijo Salvador Díaz González, presidente de la Asociación de la Industria Maquiladora de Otay (AIMO) para el Sol de Tijuana.
Tal interconexión, de la que se queja el maquilador, es parte del Sistema Nacional de Energía y su red de transmisión, operada por el Centro Nacional del Control de Energía (Cenace).
Por ella se transmite energía eléctrica casi desde cualquier punto del país hasta cualquier otro sitio del territorio.
Es una manera de asegurar la disponibilidad en toda la nación, uno de los objetivos de la estrategia de energía, ideada por la Secretaría de Energía (Sener).
Entre otros objetivos, están los pactados por las administraciones pasadas. México firmó en 2015 el Acuerdo de París, con el que se comprometió a que por lo menos el 35% de la energía eléctrica generada sea de fuentes renovables para 2024.
Es decir, a la vuelta de la esquina. El país no iba mal para lograr la meta.
Según datos de la Sener, el primer trimestre de 2018 ya se generaba 24.12% de estas energías, principalmente eólica y solar.
Fue la reforma energética de 2013 la que buscó desatar la inversión en infraestructura requerida para estas tecnologías.
Utilizó la figura de las subastas, en las que compañías generadoras de energías renovables pujaban, cada vez con precios más bajos, para conseguir contratos de largo plazo ante el mayor comprador de energía: la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
Ya con contratos en mano, empresas mexicanas e internacionales dieron el paso para desarrollar principalmente parques solares o eólicos en México para vender en el Mercado Eléctrico Mayorista.
Gracias a este mecanismo, muy bien visto por su transparencia, se logró asegurar la compra de energía al precio más barato del mundo en 2018. El precio de 1 MWh en 2015 era de 47.78 dólares, y en 2018 llegó a cerca de 17 por MWh.
“Las tres subastas eléctricas pasadas han tenido como consecuencia que se empiecen a construir en el país 65 nuevas centrales: 40 solares y 25 eólicas. A partir de las cuales, más de la mitad de los estados de México van a tener en los próximos tres años por lo menos una central eólica y solar en su territorio”, indicó Pedro Joaquín Caldwell, ex secretario de Energía, en una conferencia en el Foro de Negocios Citek 2018, en el Centro Fox.
Aunque tales contratos se siguen respetando, el equipo de Andrés Manuel López Obrador, a días de haber asumido la presidencia, suspendió las subastas.
Por si fuera poco, aun cuando la economía prácticamente no ha crecido, la demanda de energía subió 3% el último año. Es decir, la demanda no para de crecer, se invierta o no en alternativas de energías más rentables.
“De un año para otro vi cómo ofrecían los paneles solares a la cuarta parte de lo que costaban”, Mario Fidel García, IPN
¿Qué hace falta? Si bien la reforma energética ya puso parte del tinglado para detonar la inversión, al buscar eliminar el monopolio de la CFE como generador de energía y con mecanismos como las subastas de largo plazo, algunas firmas desarrolladoras de proyectos solares o eólicos prefieren esperar sus grandes inversiones en el Mercado Eléctrico Mayorista.
“Buscamos certidumbre y visibilidad de largo plazo. Porque en la medida en que las políticas sean claras de que hay una posible participación privada, se puede dar la inversión”, señala el presidente de la Asociación Mexicana de Energía Eólica (Amdee), Leopoldo Rodríguez.
Sin duda, el mercado tiene ventajas y dificultades para detonar la inversión en infraestructura de energías renovables. A continuación se mencionan algunas de ellas.

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LA MESA ESTÁ PUESTA
Tanto la energía eólica como la solar se han abaratado drásticamente desde 2017. ¿A qué se debió? A un par de avances tecnológicos que surgieron, como suele pasar, a partir de la necesidad.
Quizá si la industria de los microprocesadores no hubiera tenido un auge exponencial en los años ochenta, hoy no habría computadoras tan veloces a precios tan accesibles.
Lo mismo ha pasado con los paneles solares, el componente más importante para los parques solares, pues son los que reciben la luz y la convierten en energía eléctrica.
Ahora existen incluso bilaterales, es decir, que convierten la luz que pega por encima y por abajo del panel. Son muy efectivos cuando están sembrados sobre cuerpos de agua.
Para producir los paneles solares se requiere de silicio, el mismo material que para los microprocesadores.
Si bien los receptores de luz para convertirla en energía eléctrica nacieron como respuesta a la escasez de petróleo, estaba atenida a los proveedores de silicio que tenían como prioridad los componentes electrónicos.
Este silicio era muy caro, pues los paneles solares no requerían tanta pureza.
“Cuando la industria fotovoltáica empezó a crecer, se generó silicio especialmente para esta industria, que no requería características tan específicas y puede ser más barato”, explica Mario Fidel García, coordinador de la ingeniería de Energía del IPN.
Así se logró reducir el costo de la producción de los paneles, pues los proveedores generaron silicio especialmente para estos fabricantes. Además, gracias a una nueva técnica de corte del material, ya se logra tener “obleas” de silicio de 300 micras con menor desperdicio.
Estos dos avances tecnológicos lograron bajar drásticamente “hace un par de años” el precio final de los paneles, explica a Fortune el coordinador de la Ingeniería en Energía del IPN. “De un año a otro vi cómo los ofrecían a la cuarta parte de lo que costaban el año anterior”.
Con el costo menor del principal componente para generar energía eléctrica a partir de la luz solar y un precio de la energía eléctrica que no distingue cómo se generó, se volvió más competitivo invertir en energías como esta.
Es decir, al competir directamente con alguna generada por carbón, por ejemplo, la solar tiene mayor margen de utilidad. Esto significa: es más fácil que sea rentable o que llegue más pronto a recuperar la inversión.
“El costo de la energía generada por luz solar cayó hasta 90%”, señala Adrián Katzew, director general de Zuma Energía, quienes cuentan con una capacidad de las más grandes (800 MW) en proyectos eólicos y solares en operación y construcción en México. Además, se dedica a hacer la investigación para ver la viabilidad de los proyectos de energías renovables.
¿Dónde más se han tenido beneficios gracias a la tecnología? En la eólica. Así como sucedió con la solar, ocurrió con la energía producida por el viento.
Gracias a la ingeniería y a los materiales hubo dos cambios importantes. Ahora las aspas de los aerogeneradores son más largas y el software que los gestiona cada vez es más preciso.
Tal abaratamiento de los componentes, o bien, su mayor efectividad, se tenía que reflejar en los precios del Mercado Eléctrico Mayorista.
No es casualidad que durante las subastas de largo plazo el gobierno (CFE) se logró comprar energía con anticipación a los precios más bajos del mundo.
LA NUBE OSCURA QUE NOMÁS NO PASA
Otra desventaja a ojos de los inversionistas: el actual gobierno no parece apreciar las energías renovables, a juzgar por su comunicación.
Desde que se anunció la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, la baja en las expectativas de pago de las obligaciones del gobierno federal por la calificadoras y el casi nulo crecimiento de la economía en el país, algunos inversionistas prefieren voltear a ver a otras naciones.
Por ejemplo, la italiana Enel Green Power, la misma que vendió la energía más barata en la tercera subasta que hizo CFE, tiene los ojos puestos en África entre otras regiones, según comentó su director para México, Paolo Romanacci.
Sin embargo, no deja de operar en nuestro territorio, pues ya estaba desde antes de la reforma energética cuando lo hacía para privados. Ahora tiene 19 plantas de energías renovables en 13 estados.
En la opinión de la Asociación Mexicana de Energía Solar (Asolmex), si el país requiere consumir 35% de su energía de fuentes renovables para el año 2024, se tiene que invertir ya.
“Lo que se deje de invertir en infraestructura ya no se recupera”, afirma Héctor Olea, director general de Gauss Energía y presidente de Asolmex. Es decir, que el país no podría invertir el doble el siguiente año para ponerse al día. Aunque la inversión no para, “se ha ralentizado”.
Sin embargo, el mismo Olea, que ha sido miembro de la Comisión Reguladora de Energía, tiene esperanza de que “para fin de este año” el gobierno muestre las certezas que requieren las inversiones. En Gauss “tenemos varias carpetas (proyectos de inversión) esperando que se sepan bien a bien los lineamientos de este gobierno”.
Como parte de la comunicación de esta administración, las declaraciones de Manuel Barttlett, actual director de la CFE y quien alguna vez votó en contra de la reforma energética como legislador, no ayudan a la certeza que buscan los empresarios. Señaló, ante la cámara de diputados, que las energías renovables “son demasiado caras”, pues dice “requieren del respaldo de energías convencionales”, como las generadas por gas, diesel o combustóleo.
Los empresarios no buscan suplir o competir con la CFE, sino que es un hecho que tienen que convivir con otro tipo de energías.
Se debe a que la eólica y la solar dependen del viento y el sol. Así, en las noches o cuando no haya viento, las ciudades o la industria requieren de otras fuentes de energía para seguir funcionando.
“Cuando me preguntan cuál es la energía del futuro, respondo que todas, porque dependedel lugar y el momento”, señala el coordinador de la ingeniería en Energía del IPN.
SIN MALLA DE PROTECCIÓN
Aunque sí ha habido acercamientos con el gobierno, comenta Adrián Katzew, director de Zuma Energía, no ha habido claridad en cómo está su red de transmisión.
Así como para emprender un proyecto se requiere hacer un estudio del terreno, las compañías buscan entender cómo está la red de transmisión para saber dónde es más efectivo, en cuanto a costo-beneficio, desarrollar un parque eólico, por ejemplo.
Katzew intenta llevar la conversación hacia el terreno de las decisiones pensadas, calibradas y puestas en términos de costo-beneficio. “No para la empresa solamente, sino para la infraestructura del país”.
Con la Reforma Energética, por lo menos en papel, se separó a la CFE en tres empresas: generación, transmisión y distribución. Sin embargo, aún tiene una misma cabeza: Manuel Barttlett.
Además, el precio de la energía eléctrica al consumidor final está subsidiada. Es decir, aunque la parte de transmisión sea rentable (cobra a las empresas que transmiten su energía por su red) parte de sus presupuesto se va a generación de la CFE, que siguen con pérdidas.
Esto también se explica porque la tecnología de generación de CFE sigue siendo de fuentes fósiles, hidroeléctrica y nuclear, principalmente, que son más costosas que la solar o eólica.
Según María Fernanda Ballesteros, del organismo de investigación México Evalúa, la CFE se volvió un competidor en el mercado de la generación de energía, pues se creó una “separación horizontal”.
Además crearon empresas subsidiarias que compiten entre sí dentro de la CFE. Es decir, puso a competir a más generadores de energía con la misma camiseta.

“Lo que se deje de invertir en infraestructura ya no se recupera”. Héctor Olea, ASOLMEX
REGULADORES REGULARES
Así como sucede que no se puede ser juez y parte, han cobrado relevancia organismos como la Comisión Reguladora de Energía, que preside Leopoldo Vicente Melchi.
Esta instancia técnica señala si los proyectos son viables o no. Una de las principales críticas que la prensa ha exhibido es la incompetencia de las ternas había enviado el Poder Ejecutivo.
Alguno abiertamente reconoció no saber qué es un Certificado de Energía Limpia (CEL), que requieren los compradores de energía para dar fe de que han consumido tantos watts de energía limpia.
Es una señal que para muchos pone el acento en impulsar a los hidrocarburos y no en apoyar las energías renovables.
Tales certificados acaban de entrar a otra polémica. Este año, las grandes empresas requieren que mínimamente 5.8% de su consumo sea de energía limpia.
Pero la Secretaría de Energía, a cargo de Rocío Nahle, ha enviado una propuesta de acuerdo ante la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer) con la que busca que la CFE pueda incluir a sus hidroeléctricas entre las que emitan estos certificados.
La reforma energética creó los CEL para incentivar la inversión en nuevas generadores de energías limpias. Entre las limpias sí están las hidroeléctricas e incluso la nuclear, ya que no emiten CO2 al aire.
Sin embargo, de cambiarse los lineamientos, se saturaría el mercado de estos CEL y reducirían su precio. Es decir, sería menos atractivo vender energía renovable.
La intención de la Reforma Energética de 2013 era dejar fuera a la CFE para impulsar la inversión de la iniciativa privada.
Si bien la inversión en la generación de energías renovables despuntó con las subastas, actualmente la Secretaría de Energía las suspendió indefinidamente.
En septiembre señaló la misma Rocío Nahle que quizás entra otra subasta, pero para la red de transmisión, no de generación.
Pero el Mercado Eléctrico Mayorista no es la única manera de venderla. Incluso antes de la Reforma Energética, ya se desarrollaba para privados.
Como dice el director general de la división de Energía de Acciona para México y Centroamérica, Miguel Ángel Alonso, “este país es el único que tiene a todos los principales jugadores de energía renovable en su territorio. Eso se tiene que aprovechar”.
LOS JUGADORES NO VIENEN A JUGAR
El problema con las energías renovables, principalmente la eólica y la solar, es que muchas regiones no tienen acceso a corrientes adecuadas de viento o a suficiente exposición solar. México tiene ambas condiciones favorables.
Mientras en otros países están volteando a ver a la energía nuclear como una alternativa (como el proyecto financiado por Bill Gates), México tiene condiciones envidiables, tanto para la eólica como la solar.
Sólo que vienen con una desventaja en una primera instancia: no todo el día hay luz ni viento. Es decir, la intermitencia evita que haya un flujo continuo de energía eléctrica. ¿Qué se requiere? Una red de transmisión adecuada para todos los tipos de energía.
Para la empresa de generación de energía ACCIONA, el panorama no es catastrófico. Ellos fueron los primeros en poner en marcha una planta de energía renovable gracias a la Reforma Energética en México: El Cortijo de 183 MW, en el estado de Tamaulipas. No están atenidos al Mercado Eléctrico Mayorista, el que funcionaba principalmente por las subastas.
También generan proyectos casi exclusivos para empresas privadas.
Sin embargo, para transportar esa energía es necesario hacerlo a través de la red de transmisión, por lo que la preocupación persiste incluso para quienes no piensen generar energía para el Mercado Eléctrico Mayorista.
Se trata de un beneficio para la seguridad energética. Claro, siempre está la disyuntiva sobre quién debería invertir en tal red, si los particulares o el gobierno.
Aunque el presidente López Obrador al anunciar la construcción de la refinería de Dos Bocas (Tabasco) le apuesta a los combustibles fósiles, la necesidad de más energía, así como los costos bajos de las renovables, las hacen difíciles de no ser consideradas.