Doctores y estudiantes de medicina utilizan cada vez más realidad virtual (RV) para mejorar su desempeño en cirugías.
Unos días antes de ponerse guantes quirúrgicos para abrir el cerebro de un paciente, los médicos de la Universidad de Stanford se colocan gafas de realidad virtual para prepararse para el riesgoso procedimiento.
Las imágenes por resonancia magnética o tomografías computarizadas convencionales sólo pueden revelar una parte del aspecto del cerebro de un paciente. Pero al aplicar esas imágenes a la tecnología RV, los cirujanos pueden ver el cerebro, todas las crestas y fisuras, lóbulos y venas, en 3D, lo que les permite simular la cirugía antes de ingresar al quirófano. “Es como si hubiéramos estado ahí antes, ya no es una sorpresa”, dice Gary Steinberg, un neurocirujano de Stanford Medicine que ayudó a crear hace dos años el Centro de Simulación Neuroquirúrgica y Realidad Virtual de la escuela.
Stanford Medicine es sólo uno de un número creciente de hospitales y escuelas de medicina que usan tecnología virtual. El objetivo es proporcionar una mejor y más rápida capacitación
a los médicos y cirujanos residentes, cuya habilidad puede significar la diferencia entre la vida y la muerte para sus pacientes. La adopción de la realidad virtual en la medicina se produce después de importantes adelantos en los últimos años.
La tecnología ha mejorado tanto que los estudiantes de medicina pueden aprender anatomía al caminar alrededor de un holograma digital de un pulmón y transportarse dentro de un corazón para ver las válvulas y cómo bombea la sangre.

Mark Griswold, profesor de radiología en el Centro Case para la Investigación de Imágenes de la Universidad Case Western Reserve en Cleveland, asegura que la tecnología virtual es una gran ayuda para enseñar a la próxima generación de médicos. Los estudiantes que utilizaron los visores RV de Microsoft HoloLens para aprender parte de la anatomía humana, un brazo, por ejemplo, adquirieron ese conocimiento en casi la mitad del tiempo en comparación con los que estudiaron la misma área únicamente en cadáveres.
Un aprendizaje más rápido es clave en países como China e India que, combinados, necesitarán seis millones de nuevos médicos para el 2020. Mientras tanto, Estados Unidos requiere 20,000 cirujanos adicionales para tratar a su población de edad avanzada. ¿Cómo entrenarlos a todos? La realidad virtual puede ser la respuesta, aunque conlleva un precio considerable.
El gigante farmacéutico Johnson & Johnson ha gastado millones de dólares en una iniciativa que comenzó en 2017 para establecer 24 centros de capacitación quirúrgica en todo el mundo, algunos de los cuales tienen realidad virtual. Aunque el hardware de RV disponible se está volviendo más barato, aún es costoso integrarlo con el software necesario que traduce las imágenes médicas convencionales a 3D.
A Johnson & Johnson le cuesta en promedio US$10,000 por unidad de RV. El Centro de Simulación Neuroquirúrgica de Stanford, financiado por su hospital matriz y donantes externos, tiene un valor de US$750,000.
La tecnología virtual viene en dos sabores: una experiencia totalmente inmersiva, en la que los usuarios sólo ven un entorno generado por computadora; y realidad mixta, en la que se proyectan imágenes en 3D sobre el mundo físico.
Los médicos ya utilizan la tecnología virtual para una variedad de procedimientos médicos, incluido el tratamiento del cáncer, mediante la creación de mapas interactivos de tumores; y terapia física, haciendo que los pacientes realicen juegos que estimulen el movimiento. Quizás en la cirugía es donde tiene el mayor potencial.
Tradicionalmente, los estudiantes de medicina son juzgados por el tiempo que les lleva realizar un procedimiento. En cambio, con RV, pueden ser calificados si cometen un error. “Es una manera de evaluar si el estudiante de medicina ha aprendido lo que se supone que debe aprender”, opina Richard Satava, profesor emérito de cirugía en la Universidad de Washington en Seattle.
En Stanford, el Centro de Simulación Neuroquirúrgica se asemeja a una sala de cine en miniatura, que incluye cuatro asientos confortables (con portavasos) para que los estudiantes y cirujanos se sienten mientras usan la realidad virtual. De esta manera, los espectadores pueden observar en grandes pantallas de televisión montadas en la pared.
Además de los médicos y estudiantes, 400 pacientes de neurocirugía han visto sus cirugías en realidad virtual antes de realizar sus procedimientos. “Pueden sumergirse en el cerebro”, cuenta Steinberg de Stanford. “Los tranquiliza y les muestra exactamente lo que tienen que hacer”, sentencia.
Por Andrew Zaleski