J.K. Rowling no es a única que ha ganado con el universo del joven mago. En 2017 se cumplieron 20 años del nacimiento de Harry Potter, tres de los múltiples negocios que ha inspirado –los libros, las películas y la mercancía– han generado US$22,500 millones.
Desde diciembre de 2015, a Donald Trump ya le empezaban a llover críticas en los medios. Un tuit de la BBC sobre sus declaraciones contra los musulmanes decía: “Esta es la razón por la que el empresario estadounidense Donald Trump está siendo comparado con Lord Voldemort”. J.K. Rowling, desde su propia cuenta de Twitter, respondió: “Qué horrible. Voldemort no estaba ni cerca”.
La reacción de la creadora de Harry Potter ante la comparación entre Trump y el villano de su creación tuvo más de 250,000 retuits. Otros medios hablaron sobre el incidente. No era necesario que todos conocieran los libros o películas potterianas; para entonces Voldemort, el sujeto sin nariz Que No-Debe-Ser-Nombrado, ya era parte de la cultura popular.
Harry Potter es hoy una emblemática marca valuada en US$22,500 millones.
Pocos escritores logran que sus personajes y conceptos se integren así a la conversación cotidiana. Que el mundo de Harry Potter viviera en estantes y pantallas de cine sin duda contribuyó a que todo lo relacionado con él se popularizara, incluso en el lenguaje de un medio de comunicación tan reputado como la BBC.
Sin embargo, la relevancia de esta historia no sólo se debe a lo atractivo de sus personajes y universos, divididos en siete libros y nueve películas. Además de que su autora es ejemplo de superación personal, Harry Potter es hoy una emblemática marca valuada en US$25,000 millones.
PLUMA Y PERGAMINO
La historia de Harry Potter nació dos veces: la primera, de la pluma de una madre soltera que escribía en una cafetería de Edimburgo, Escocia, y la segunda, de la firma de una autora multimillonaria que decidía ponerle voz y rostro a sus personajes de papel.
La autora y la madre son dos facetas de la misma persona, Joanne, cuyo nombre de pluma
es J.K. Rowling. Nació en Gloucestershire, Reino Unido, en 1965. Estudió letras clásicas y francesas en la universidad de Exeter. Trabajó un año en París como investigadora en la organización Amnistía Internacional, y después encontró empleo como maestra de inglés en Portos, Portugal. Allí conoció a su futuro exmarido y tuvo a su primera hija, Jessica.
Sus biógrafos relatan que entre 1993 y 1995, después de su divorcio, la autora padeció de depresión clínica, consideró el suicidio y pensaba que su vida era un fracaso. Sola en Edimburgo, sin empleo, afectada también por la muerte de su madre, a cargo de su pequeña hija y recibiendo apoyo gubernamental, Rowling recurrió a la escritura para sobrevivir mentalmente.
EL EXPRESO A LA IMPRENTA
En 1990, mientras viajaba en un tren entre Manchester y Londres, Rowling tuvo un momento de inspiración. “Estaba en el tren viendo a través de la ventana, pensando sobre nada en particular,
y la idea de Harry simplemente apareció en mi mente. Llegó prácticamente entero. Podía verlo a él, a sus pequeños anteojos, a su cicatriz”, le dijo la autora a NPR en 1998.
Las páginas que había escrito sobre ese personaje fueron las que retomó en 1993 cuando vivía en Edimburgo. En cuestión de dos años había terminado un primer manuscrito, redactado durante sus visitas a cafeterías locales. Después de recibir buenos comentarios, Rowling decidió firmar con la agencia literaria de Christopher Little para conseguir una casa editorial que publicara su libro.
El contrato que Little y Rowling sellaron no era nada excepcional. Además de una comisión, Little se quedaría con el 15% de los ingresos brutos del libro en el mercado inglés y con el 20% del merchandising, derechos cinematográficos, el mercado estadounidense y contratos de traducciones. Doce rechazos después, la editorial Bloomsbury Publishing aceptó publicar el manuscrito. Little le vendió los derechos por casi US$4,000, y Bloomsbury le dio a Rowling un avance de US$2,400.
Un avance es prácticamente el riesgo que toma una casa editorial al publicar a un autor. El monto se determina estimando las futuras regalías que el libro puede lograr, según el potencial del manuscrito o la popularidad del autor. The New York Times calcula que el avance promedio es de unos US$30,000. En casos excepcionales, como el de los libros que escribirán Barack y Michelle Obama, Penguin Random House pagó US$65 millones.
Harry Potter y la Piedra Filosofal se publicó el 27 de julio de 1997 en el Reino Unido con un tiraje de 500 copias. Después de 20 años y 140 millones de copias vendidas después, puede afirmarse, sin exageración, que los US$2,400 que recibió Rowling por aquel primer manuscrito son probablemente el monto más redituable en la historia editorial moderna.
UN IMAN PATA MUGGLES
Scholastic Co., la editorial más grande de libros para niños, le compró a Bloomsbury los derechos estadounidenses de la primera novela de la saga. Pagó US$105,000 –42 veces más que lo que había pagado Little por el manuscrito un año antes–.
Al igual que ocurrió en Europa, el libro ganó una serie de premios que empujaron las ventas hasta el tope de las listas de best sellers. A partir de entonces, los cinco libros subsecuentes estuvieron en la cima de todas ellas. Pese a ciertas controversias culturales y críticas conservadoras sobre los elementos de brujería en los libros, estos han sido sumamente exitosos en todo el mundo, conquistando a millones de fans.
Más allá de su estilo literario, a Rowling se le celebró su magnífica imaginación. Ella creó un mundo paralelo en donde bestias mitológicas y castillos con velas flotantes coexisten con auto- buses de dos pisos y torneos globales de deportes. Sin embargo, tal vez su mayor proeza fue lograr un mercado cautivo con cada libro publicado.
La autora hizo que lugares como Hogwarts y El Caldero Chorreante fueran atractivos para personas de distintas edades. Los dos primeros libros estaban claramente dirigidos a niños de entre ocho y once años; los siguientes cinco se volvieron más oscuros conforme avanzaba la historia.
De ser un niño que descubre su pertenencia a un mundo mágico donde los chocolates y los cuadros tienen vida, Harry evoluciona en un adolescente que lidia con los monstruos que le atormentan
la mente y que acepta su destino para cambiar el mundo cada vez más racista y autoritario en el que vive. De esta manera, los lectores de Harry Potter que empezaron a leer a los 11 años y terminaron la saga a los 17 pudieron crecer con él.
MÚLTIPLES FUENTES DE INGRESO
En 1999, Rowling ya era una autora millonaria. Ya había llegado al millón de libros vendidos y sus contenidos comenzaron a traducirse a todos los idiomas. Justo en ese año, Editorial Salamandra compró los derechos para publicar el libro en español ibero y latinoamericano.

El mercado estaba listo para llevar a Harry a las pantallas de cine. Rowling aceptó la oferta de Warner Bros. para darle una vida de carne y hueso a sus personajes: firmó la licencia de los derechos cinematográficos por US$1.3 millones. El contrato obligaba al estudio a que Rowling tuviera autoridad suficiente para que la adaptación fuera fiel a los libros.
Dos años después, se estrenó Harry Potter y la Piedra Filosofal con los entonces novatos Daniel Radcliffe y Emma Watson en los roles protagónicos. El legendario John Williams compuso la música y Chris Columbus, famoso por Mi Pobre Angelito, dirigió la cinta.
El filme fue el más taquillero de 2001. Recaudó US$974.8 millones en todo el mundo y sentó el precedente para convertirse en la segunda franquicia de cine más rentable hasta el momento. Solamente el universo Marvel la supera, pero mientras éste ha recaudado US$11,000 millones con 16 películas de superhéroes, los filmes de Harry Potter han generado US$7,500 millones. Es decir, cada película del mago ganó, en promedio, US$830 millones mientras que cada una de Marvel ha logrado US$720 millones.
Conforme fueron apareciendo las otras siete películas –una por cada libro excepto el último, que se dividió en dos filmes–, surgió más mercancía relacionada con sus personajes. Warner Bros. repartió entre sus diferentes licenciatarios los derechos para crear más de 400 productos, desde los juguetes y figuras de acción que distribuye Mattel hasta los vasos y memorabilia hechos por Coca-Cola.
En 2007, NBCUniversal anunció un parque temático basado en las películas y los libros. Tres años y US$265 millones después, The Wizarding World of Harry Potter abrió en los estudios Universal de Orlando, Florida. En 2014 se inauguró una nueva sección en donde antes estaba el juego de la película Tiburón (Jaws).
Sustituir al clásico tiburón con el Castillo de Hogwarts demostró que Universal se tomó en serio la decisión de seguir relevante. La estrategia funcionó: un reporte de Themed Entertainment Association detalló que desde la apertura de Wizarding World hasta el 2016, el número de visitantes a los Estudios Universal creció un 80%.
GALEONES EXCLUSIVOS
A 20 años de su aparición entre los estantes, Harry Potter sigue siendo objeto de interés. Rowling ha vuelto a iniciar otra franquicia cinematográfica con Bestias Fantásticas y Dónde Encontrarlas, basada en el universo de Potter. El primero de los cinco filmes planeados se estrenó en noviembre de 2016 y amasó más de US$800 millones a nivel global. Rowling también está detrás de una obra de teatro original, un par libros que acompañan a la saga y el sitio Web Pottermore.
Este último le permite controlar la venta de sus libros digitales y audiolibros, además de crear una comunidad con los millones de fanáticos de la saga. Pottermore, no obstante, tiene otro propósito: es también un intento de la autora por controlar el uso sin licencia de sus personajes.
Entre tantos seguidores de la saga también surgieron autores de fan fiction, o material basado en los personajes de Rowling aunque sin licencia para utilizarlos. La autora se ha enfrentado a varias batallas legales para disuadir a los escritores de estas nuevas historias y, sobre todo, a proteger a sus personajes.
Con Pottermore, Rowling mantiene una relación estrecha con sus lectores, les ofrece contenido exclusivo e incluso, da pistas sobre posibles teorías que los fanáticos van realizando sobre sus personajes favoritos.
Si bien un escritor de fan fiction no plagia la historia original, sí se basa en ella para producir nuevas. Sin duda este un tema controversial para la libertad creativa, pero Rowling no baja la guardia. Ella sabe lo que está en juego. Además de combatir el mal, hablar pársel, ser amigo de gigantes y combatir dementores, Harry Potter tiene otro truco bajo su capa: tan sólo con su nombre es capaz de generar una gran fortuna.