La marihuana medicinal podría detonar una nueva industria en México. Eso, en caso de que decida a tiempo cómo hacerlo.
“Ya no es un secreto. Estamos acercándonos a las grandes empresas del [listado] Fortune 500 porque queremos volverlas nuestras socias. Legalizar la marihuana construye negocios”.
El empresario Ted Chung conversaba con su socio, el rapero Snoop Dogg, en el escenario principal del festival anual de negocios C2 Montréal, celebrado en aquella ciudad en mayo pasado. Chung y Snoop eran los invitados más anticipados del evento con justa razón: la legalización de la marihuana recreativa estaba a unos días de anunciarse en todo Canadá, y ellos, iconos de la cultura procannabis en Estados Unidos –en particular Snoop Dogg, cuyo nombre es casi sinónimo de “marihuana”– buscaban participar en la conversación al respecto.
“Vimos que había una oportunidad increíble en la manera en que su gobierno está observando al cannabis como una oportunidad, un negocio o bienestar. Ya está disponible para uso medicinal. Un aplauso porque pronto lo harán legal para la recreación. ¡Te amamos Canadá, claro que sí!”.
La ovación de pie que provocó Snoop, quien a la fecha ha levantado casi US$40 millones para Casa Verde, su fondo de inversión para empresas de marihuana, era exactamente por lo que él y su socio habían ido a Montréal. Aplausos, reconocimiento, promocionarse como embajadores del consumo legal de la marihuana, asociar a la planta con negocio en vez de ocio; las incursiones empresariales de Snoop y Chung con el cannabis van a necesitar toda la publicidad posible cuando en próximas semanas entre en vigor la reglamentación para su uso recreativo.
Un reporte de EY* publicado en abril de 2018 establece que, gracias a esta legalización nacional, Canadá tiene todo para convertirse en el líder mundial de la industria del cannabis. El reporte menciona que aunque se espera la consolidación de esta industria hasta dentro de tres años, la forma en que vaya definiéndose a sí misma “es tan importante como la manera en que las empresas de cannabis y sus afiliados eventualmente van a operar y explorar oportunidades de inversión en el futuro”.
Se estima que tan sólo el mercado médico para la marihuana en territorio canadiense (que es legal desde 2001) alcance los 500,000 pacientes en 2021; por lo que se requerirían 150,000 kilogramos de la planta del cannabis para saciar esa demanda.
Además de colaborar con el propio Snoop para promocionar la variedad Tweed con contenidos originales de LBC Holdings –la empresa del rapero–, Canopy Growth lidera el largo listado de compañías canadienses dispuestas a tener una oferta suficiente para el nuevo mercado que viene: está valuada en US$6,100 millones, es la primera de su tipo en cotizar en el NYSE y tiene una capacidad de producción de 22.3 hectáreas en siete países. Todo esto considerando que Canopy Growth sólo se ha dedicado a la marihuana medicinal desde su fundación en 2014.
Aún está por definirse cuál será la demanda final para el mercado recreativo –pese a que hacen falta datos concisos ya que fue ilegal duran- te mucho tiempo, la firma Cannacord Genuity estima que se sumarán 3.8 millones de usuarios recreacionales, consumiendo 420,000 kilogramos para 2021–; sin embargo, algo muy probable es que a Canadá no le faltará oferta nacional de derivados del cannabis.
MÉXICO, MIRANDO
Para Lisa María Sánchez Ortega, directora general de la organización México Unido Contra la Delincuencia, ver lo que pasa en países como Canadá es frustrante. “Estamos decepcionados de que el mundo sigue avanzando mientras que aquí dijimos que ‘sí’ en el Congreso para habilitar el uso médico, científico e industrial, pero no tenemos reglamento”, señala la activista, “así que no se puede implementar”.
Sánchez Ortega se refiere a que en abril de 2017, la Cámara de Diputados aprobó el dictamen para reformar la Ley General de Salud y el Código Penal Federal para permitir el uso medicinal del cannabis. Según el dictamen, la Secretaría de Salud tenía el mandato de diseñar y ejecutar la política pública al respecto, que además de regular el uso de los derivados del cannabis haría también lo mismo con su investigación y producción nacional.
La Secretaría le delegó esta tarea a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), un órgano de la misma, que contaba con 180 días naturales para publicar el reglamento. “Pero pasaron esos días, llegó el sismo del 19 de septiembre, se dañaron sus instalaciones [ubicadas en la colonia Roma Norte], su cabeza [Mikel Arriola] pidió licencia y a la fecha aún no existe reglamento”, explica Everardo Barojas, fundador y director de la empresa de recetas médicas electrónicas Prescrypto.
De la existencia del reglamento depende el nacimiento de una posible industria de la marihuana medicinal. Para personas como Barojas, que encuentran potencial empresarial en ese mercado, la falta del reglamento los deja en un limbo. “Hasta que no sea legal no se pueden prescribir recetas. Por el momento no se puede hacer nada”, complementa Barojas.
Sánchez Ortega resalta la dimensión de las otras implicaciones: “temas prácticos como patentes, registro de procesos, variedades específicas y únicas [de marihuana] que después tendrían distribuidores únicos, la revisión de primas de seguros que cubran o no la producción o los terrenos, regulaciones de exportación y distribución… todo está frenado”.
Canadá ha construido una industria del cannabis local a base de invernaderos controlados.
Erick Ponce, director del Instituto del Cannabis –una asociación mexicana dedicada a promover y cabildear los beneficios de la marihuana medicinal–, menciona que la legislación de 2017 “es una oportunidad enorme para ser líderes en esta industria”. Aunque cada día que pase sin que se publique la reglamentación, el país se rezaga más en este tema.
LA OPCIÓN OBVIA
El antecedente de uso medicinal de la planta en Canadá permitió que aquel país diera los grandes pasos que hoy perfilan a empresas existentes a la vanguardia de la legalización para uso recreativo. México tiene una ventaja natural que podría saltar por encima a los avances canadienses: nuestro país es productor natural de la plan- ta, mientras que los productores allá han tenido que volverse maestros en el cultivo controlado.
No es que la práctica de invernaderos carezca de beneficios. “Tener variedades que sirvan para el mercado medicinal es muy difícil. La planta del cannabis es hermafrodita y depende mucho de luz y temperatura”, afirma Sánchez Ortega. “Si la planta se convierte en macho no da flores. Por eso, sus condiciones se controlan mucho mejor a nivel invernadero”. No es extraño que estructuras de 10 hectáreas dedicadas al cultivo de marihuana se construyan en Canadá; un joint venture entre la empresa agrícola Village Farms International Inc. y la firma de cannabis medicinal Emerald Health Therapeutics Inc. anunciaron la construcción de un invernadero de estas dimensiones en marzo pasado.
Este tipo de inversiones requieren mucho dinero –un factor que, según el reporte de EY, es algo que los inversionistas tradicionales no están dispuestos a dar tan fácil a un sector que está en pleno nacimiento–. “Un lento proceso de aprobación de licencias para operar afecta la capacidad de levantar capital y de cultivar a tiempo para la legalización es algo que ha crea- do preocupación en las empresas para poder ofrecer suficiente producto a la creciente de- manda”, establece el documento.
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Nuestro país, en cambio, es productor histórico de marihuana (por algo el país está en medio de una encarnizada guerra contra el tráfico de este y otros narcóticos). México no de- pende de la hidroponia o de invernaderos de luz controlada. No existen cifras oficiales sobre la cantidad de hectáreas cultivables de la plan- ta en el país, pues tanto la
Administración para el Control de Drogas (o DEA, por sus siglas en inglés) como la ONU y las propias agencias de inteligencia mexicanas tienen cifras distintas. Pero tomando en cuenta un documento de 2016, publicado por Mario Molina en el sitio del gobierno federal, la producción oscila entre las 5,250 y 6,550 toneladas anuales. Es decir, podría producir 40 veces más la demanda necesaria que en tres años tendrá Canadá, considerando que las estimaciones sean correctas.
“Estas ventajas competitivas extralimitadas por la Cofepris harán que las empresas extranjeras se vayan a quedar con el mercado en vez de las potenciales que han querido desarrollar una industria nacional”, asegura Sánchez Ortega. La urgencia por publicar el reglamento “no es necesariamente una medida proteccionista, sino de racionalidad”.
Si bien en enero pasado el titular de Cofepris, Julio Sánchez y Tepoz, dijo al periódico El Economista que “ya hay un reglamento y sólo es- tamos en el proceso de publicación”, esto sigue sin realizarse. Y parece que no se hará pronto: este es año electoral y el tema de la legalización para uso médico, pese a que ya se aprobó, sufre de tabúes y desinformación generalizada en el país. “Muchos médicos no tienen idea de lo que está pasando”, puntualiza Barojas, “aunque su uso ha sido comprobado múltiples veces para beneficio de cierto tipo de pacientes”.
MEDICINA COMESTIBLE
En México se estima que hay 110,000 pacientes que sufren de epilepsias refractarias. Tan sólo ellos representan un mercado considerable para la industria durmiente del cannabis medicinal. Pacientes con otras enfermedades, como esclerosis, cáncer, glaucoma, VIH o des- órdenes alimenticios también pueden beneficiarse con el uso médico de la marihuana. “Con el cannabis palían síntomas como dolor o náuseas”, explica Sánchez Ortega, “pero depende mucho del paciente.”
Por ello, el mercado debe tener la flexibilidad de ofrecer variedad en sus productos. Además de las plantas para fumar, se requerirían comestibles (edibles), untables, vaporizadores y otras presentaciones que permitan la liberación gradual de los activos del cannabis.
Canopy Growth tiene variedades de marihuana seca, aceites, con- centrados, cápsulas y hemp, así como una autoridad cultural de marihuana como vocero (Snoop Dogg, obviamente). Cuando la reglamentación de Cofepris finalmente se publique, mientras la industria nacional se organiza, es probable que la canadiense llegue rápido al mercado mexicano al ritmo de “Drop it like it’s hot”.
