Las empresas chinas de tecnología están llevando a sus empleados a horas increíblemente largas de trabajo. Una economía en desaceleración es la culpable.
La cultura del trabajo duro, el equilibrio de empleo/vida más importante favorecido por las élites de Silicon Valley, está bajo revisión. Incluso en China, donde este ritmo tiene un nombre diferente, los ingenieros de tecnología originalmente incansables se están rebelando contra las agotadoras expectativas.
En GitHub, el foro propiedad de Microsoft donde los desarrolladores tecnológicos comparten código, una publicación de un usuario anónimo de China criticó recientemente el llamado horario de trabajo 996 que tienen los técnicos de aquel país: trabajan desde las 9 a.m. hasta las 9 p.m., seis días a la semana.
“Si trabajas en el 996, estarás enfermo de ICU”, escribió el usuario, agregando que “la vida de los desarrolladores es importante”.
El post de GitHub, que se presenta a sí mismo como una queja legal y no política, dice que la cultura 996 contrapone las leyes laborales de China, que obligan a una semana laboral de 44 horas con horas extra con un límite de 36 horas al mes.
En un horario 996, los trabajadores consumen la mayor parte de la asignación de tiempo extra de su mes en menos de una semana. Pocos son compensados de forma justa.
“La razón por la que surgieron las protestas 996 ahora es porque la industria de Internet en China, que había estado creciendo continuamente a una velocidad muy alta durante la última década, está sintiendo la desaceleración económica”, explica Li Chen, profesor de ciencias sociales en la Universidad China de Hong Kong.
En 2017, la economía entró en una “nueva normalidad”, con un incremento anual del PIB que se desaceleró a 6.6%, en comparación con décadas de crecimiento de 7 a 10%. People’s Daily, un periódico alineado con el partido gobernante de China, calificó la legitimidad de una semana laboral 996 como “claramente cuestionable” y dijo que debería revisarse. Sin embargo, ese apoyo no oficial podría no manifestarse como política del gobierno.
Por Eamon Barrett